LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PUENTES
A pesar de lo crítico y estresante que supone ser la terminación de los ciclos escolares cada año o cada semestre, la realidad es que nos brindan a todos la oportunidad de revisar los objetivos que se definieron al inicio, el logro de los mismos y la evaluación de cómo se lograron o no, para detectar asimismo los aciertos y las fallas presentes. En el caso de los ciclos escolares, dicha evaluación es de vital importancia, puesto que el proceso educativo no radica exclusivamente en la aritmética y los números con que fueron calificados en su desempeño, sino que representa más bien la formación integral de un ser humano que se está desarrollando, apuntalado por la escuela en un porcentaje bastante importante, pero también por sus padres y la familia a la que pertenece, así como el ambiente sociocultural en el que se desenvuelve. Es así, como podemos visualizar que el final de ese ciclo escolar no significa simplemente el ser reprobado o aprobado, el sacar cincos y seises, o nueves y dieses, sino que representa la construcción integral de un puente humano que se encuentra en continuo proceso de construcción desde su nacimiento hasta el final de sus días, como sucede con todos nosotros.
Por lo mismo, y a riesgo de ser muy repetitivo, es necesario que le demos al proceso educativo escolar la importancia que se merece, no sólo como un espacio en el que depositamos a nuestros hijos mientras trabajamos o nos ocupamos en toda clase de menesteres y actividades diversas, sino como un espacio vital que logremos aceptar e integrar como una prolongación de nuestro propio espacio familiar y del hogar, puesto que ambos debieran complementarse como un solo proceso educativo fundamental, en el que gracias a dicha unión entre ambos, se logra la formación de nuestros hijos, sean niños, adolescentes o inclusive adultos jóvenes. Es básico descubrir y apoyar los aciertos en uno y otro sistema, como lo es también detectar y corregir a tiempo los errores y las fallas presentes, ya que ambos ayudarán a un desenvolvimiento adecuado y maduro, que a su vez alcance a facilitar un caminar más seguro, más rítmico y más explorador hacia el futuro, en esa búsqueda y la formación de sí mismos como seres humanos.
Lo interesante y fascinante de esta valoración, es que no solamente estamos hablando de nuestros hijos y los estudiantes como tales, sino que realmente en ese proceso estamos involucrados todos, también como estudiantes y aprendices de la formación humana a través de la construcción de los puentes. Los padres y las familias, queramos no, lo aceptemos o no, formamos parte a la vez de ese proceso educativo junto con nuestros hijos desde el momento en que tomamos la decisión de tenerlos, o aún si no lo decidimos conscientemente. Por lo mismo, la evaluación que se hace de ellos al final de cada ciclo escolar, implica también el explorarnos a nosotros mismos dentro de ese ciclo, el cuestionarnos y revisar también nuestros aciertos y nuestros errores, como estudiantes que siempre seremos del comportamiento humano, de manera que podamos reafirmar tales aciertos y modificar nuestras fallas. Debemos reconocer al fin y al cabo, todo lo contrario de lo que muchos afirman y suponen, el hecho de que los adultos a pesar de nuestros recorridos y múltiples experiencias, no lo sabemos todo, y nos seguimos formando, seguimos siendo esos puentes en construcción que nunca se llegan a construir del todo, porque siempre nos mantenemos en un continuo proceso de exploración y aprendizaje ya que nunca terminamos de formarnos y de conocernos a nosotros mismos.
Obviamente, el proceso así mencionado para estudiantes y para padres y familias, debiera ser semejante para los maestros y para cada institución educativa; es decir, la revisión y evaluación de sus ciclos escolares, de sus estilos y patrones de enseñanza en el proceso educativo, aún independientemente de los lineamientos y de las reglas que marca la SEP (que naturalmente requiere del mismo tipo de proceso de valoración de sus sistemas), puesto que a la larga se trata de procesos muy sui generis de acuerdo a los maestros y a las instituciones específicas. Todos ellos se encuentran igualmente en ese proceso de formación y de construcción de sus puentes que nunca termina y que busca renovarse día con día, y que por lo mismo requiere de la detección y la valoración de sus aciertos y de sus errores, para reforzar los primeros y corregir los últimos. Así es como podemos darnos cuenta que necesitamos un proceso educativo global más amplio, armónico, lógico, que tenga sentido y que propicie la formación de mejores ciudadanos y de seres humanos más maduros y estables, lo que idealmente vendría a llenar los objetivos de la educación como un proceso que tienda a construir esos puentes que todos deseamos y necesitamos en nuestro país, lo que entonces sí podríamos celebrar adecuadamente, junto a todas las demás celebraciones. (Continuará)
Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
