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NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)

Fisiológicamente, los seres humanos reaccionamos antes los factores estresantes con respuestas muy variadas y diferentes, que inclusive llegan a ser bastante específicas para cada individuo. A pesar de lo comentado la otra semana, sobre ese tipo de síntomas que se mencionaron y que suelen ser la respuesta más típica al estrés, muchos otros síntomas también pueden presentarse como parte de dicha respuesta. Se comentaba sobre la clásica reacción de tipo cardiorrespiratorio, con la presencia de síntomas tales como palpitaciones, sensación de desmayo, dolor en el pecho, sensación de opresión y falta de aire, síntomas que alarman sobremanera y producen mucho miedo por lo repentino y severo del cuadro. Sin embargo, también con mucha frecuencia, otras personas reaccionan con síntomas no tan alarmantes, pero que se ubican principalmente en diferentes áreas del organismo, como sucede con el sistema gastrointestinal, en forma de náusea, vómitos, malestar estomacal, dolor o dificultad para deglutir, dolor abdominal ya sea de tipo ardor o cólico, regurgitaciones, agruras, diarrea con evacuaciones muy frecuentes o incluso constipación; síntomas que también en un alto porcentaje suelen formar parte de esa reacción defensiva del organismo de estos sujetos ante las amenazas de muy diferentes factores estresantes. Hay quienes suelen reaccionar en forma mayoritaria con síntomas que se expresan a través de su sistema músculo esquelético, en forma de rigidez muscular mediante espasmos, tics, temblores, dolores musculares en diferentes partes del cuerpo, o incluso en ciertas articulaciones, en contraste con otros individuos que responden mediante reacciones dermatológicas en muy diversas áreas de su cuerpo, en las que la piel viene a convertirse en el principal órgano de respuesta al estrés. El sistema genitourinario asimismo, puede convertirse en el principal receptor de las reacciones de ansiedad de una persona ante determinados factores estresantes, reacciones que se manifiestan a través de la urgencia y frecuencia para orinar en hombres y mujeres, o de irregularidades en los períodos menstruales en la mujer; pero igualmente en reacciones que están relacionadas con su funcionamiento sexual, como puede ser el de la eyaculación precoz o la disfunción eréctil en el hombre o el vaginismo y la dificultad para lograr un orgasmo en la mujer. Los dolores de cabeza que en ocasiones llegan a los niveles de migraña, los mareos y desmayos, el rubor, la frialdad en las extremidades o inclusive esa sensación de sudoración fría que recorre todo el cuerpo, son igualmente síntomas de tipo autonómico que forman parte de nuestras reacciones ante el estrés. Como se puede ver entonces, a través de todos estos síntomas múltiples y tan variados que se han bautizado como síntomas psicosomáticos, reacciona nuestro organismo en un estilo bastante específico para cada individuo. Es obvio que tales reacciones involucran no sólo uno de los tantos sistemas que conforman nuestro organismo, sino que realmente todos los sistemas se encuentran involucrados y mezclados en mayor o menor grado para conformar ese extenso y complejo sistema de alarma, mediante el cual nuestro organismo reacciona y nos previene de los diferentes grados de peligro y amenaza que representan los estímulos estresantes.

Es verdad, que ante la mayoría de tales síntomas, lógicamente el pensamiento inmediato de cualquiera, es que se trata de alguna enfermedad orgánica que necesita ser valorada y explorada por el médico familiar, el general o el especialista que suelen encargarse de estos casos. Naturalmente, que una buena historia clínica, un minucioso examen físico y los necesarios análisis de laboratorio y gabinete, podrán descartar la posibilidad de una enfermedad como la que se temía. Es así como encontramos pues, que con gran frecuencia los consultorios y las salas de consulta externa y de urgencias en las instituciones públicas como en las privadas, se encuentran abarrotadas con un alto porcentaje de individuos que están presentando este tipo de importantes reacciones físicas ante determinadas reacciones de estrés, no necesariamente identificadas como tales. Sería ideal entonces, encontrar un eficiente sistema de selección de pacientes que facilitara el reconocer aquellos que padecen una verdadera enfermedad orgánica, para separarlos de quienes presentan síntomas físicos secundarios a los altos niveles de ansiedad ante variados factores estresantes, y que obviamente necesitan ser canalizados hacia un tipo diferente de ayuda, sea con el psicólogo o el psiquiatra (Continuará)

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