Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

POR DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

(DÉCIMA TERCERA PARTE)

Es un hecho completamente comprobado que la ignorancia o la falta de información adecuada y suficiente con respecto a cualquier tipo de fenómeno o experiencia nos produce ansiedad en niveles variables. Ese hueco de información y de conocimientos al respecto, determina el que nuestra imaginación se despierte y tienda a volar para producir una serie de fantasías con las cuales intentamos llenarlo, independientemente de que sean o no razonables y de que tengan o no bases lógicas o reales. Si entramos a un cuarto oscuro y desconocido, sin saber lo que hay dentro, ese hueco de información nos causará un determinado grado de ansiedad, de acuerdo a la sensibilidad de cada persona y al tipo de fantasías que dicha oscuridad provoque en su mente; una reacción común que solemos presentar ante las nuevas experiencias y ante todo aquello que nos es desconocido. Sin embargo, si al entrar a ese cuarto, encendemos la luz y gracias a la iluminación nos podemos cerciorar entonces de su contenido, ya sea que se trate de algo que nos es familiar o inclusive algo peligroso o amenazante para nuestra integridad, desaparecerán nuestras fantasías y automáticamente descenderá el nivel de ansiedad ante lo desconocido, ya que entonces podremos enfrentar la experiencia con mayor seguridad y confianza, aún cuando se trate de algo peligroso, porque al menos sabremos como hacerle frente o inclusive huir y evitarlo.

Me parece que algo semejante sucede con nuestra sexualidad, cuando aún a pesar de lo mucho que se habla en nuestros días de la educación y de la información sexual, la realidad es que todavía hasta la fecha, ésta sigue siendo una especie de cuarto oscuro, cuyo contenido desconocemos, y al parecer preferimos mantenerlo oscuro y cerrado, debido a la misma ansiedad que nos provoca. Desgraciadamente, esta situación se torna en un territorio peligroso y amenazante, producto de nuestro folklore al seguir siendo objeto de toda clase de fantasías, mitos, prohibiciones, chistes de cantina o callejeros, chismes de comadres y compadres, albures, graffitis en los sanitarios, tradiciones, invenciones y supersticiones en donde entra hasta la religión, la magia y la brujería.

Se trata de un cúmulo de material falso y distorsionado en su mayoría, que ha sido creado por nuestros impulsos, deseos y fantasías, pero producto al fin de esa ignorancia y falta de información adecuada y actualizada, heredada desde hace tantos siglos.Es así como este aglutinado mitológico se ha convertido hasta muy recientemente en el contenido secreto de “nuestra educación sexual” callejera y muy folclórica, mediante la cual intentamos vivir, reproducirnos y además educar a nuestros hijos y a las nuevas generaciones.

No es pues extraño que tal ignorancia nos produzca tanta ansiedad y hasta ataques de pánico, cuando los niños y las niñas intentan explorar sus propios cuerpos para reconocer su anatomía como esa geografía corporal básica que Dios les ha proporcionado. Ese “no te toques ahí por que te vas a enfermar y se te va a caer”, “porque es malo y sucio”, “porque los niños o las niñas bonitas no deben hacerlo”, “porque lastimas a Diosito y te va a castigar”, etc., etc. , y tantos cientos de etc. más, que los adultos proferimos como frases cotidianas, al enfrentarnos terriblemente angustiados y paralizados ante “ese cuarto oscuro” heredado y producto de nuestra ignorancia que aparentemente mantenemos en forma pasiva. Generalmente, ante tales situaciones, la ansiedad se convierte entonces en irritación e impotencia, al no saber que hacer, que decir, cómo actuar o cómo reaccionar razonablemente, y el único impulso que surge simplemente, es el de regañar y prohibir, para así “cortar por lo sano” aquello que no comprendemos y que nos angustia, ante nuestras propias terribles y catastróficas fantasías, en lugar de preguntarle al niño o a la niña lo que para ellos significa tal experiencia, lo que están aprendiendo al hacerlo y las sensaciones que les produce. Seguramente, estamos repitiendo elmismo patrón condenatorio que a su vez recibimos también en nuestra infancia, el cual vetó, entorpeció y obstaculizó la adquisición temprana de tales conocimientos importantes, que sirvió para reprimirnos y para esconder temporalmente o inclusive para siempre nuestra curiosidad, que quedó en secreto. Posiblemente, nuestros abuelos, nuestros padres y las demás generaciones padecían la misma o aúnmayor dosis de ansiedad e ignorancia que se ha mantenido hasta el presente.

En esa forma, se cerró la puerta del “cuarto oscuro” sin posibilidades ni siquiera de encontrar una linterna para iluminarlo, lo que ha estimulado en nosotros como adultos tales sentimientos de ansiedad, miedo, vergüenza y culpa que nos reprimen y sirven para reforzar la presencia de ese cuarto oscuro, hasta el momento en que seamos capaces de rebelarnos y adquirir abiertamente, sin chismes ni secreteos la información adecuada existente, información que afortunadamente ahora podemos revisar, discernir y juzgar adecuadamente con nuestro criterio para aprender de ella y cambiar esa posición pasiva e ignorante todavía, de niños regañados o castigados, en adultos educados, maduros y más aptos para definir verdaderamente lo que deseamos aprender, explorar y conocer; es decir, para encender finalmente la luz de nuestro cuarto oscuro (Continuará).

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 580870

elsiglo.mx