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NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

DR. VÍCTOR ALBORES GARCÍA

Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)

Esa curiosidad y ansia de exploración y de conocimiento de los niños de esta época, además de ser una característica natural que siempre ha existido, es producto también de el bombardeo excesivo e interminable que existe actualmente en nuestro ambiente a base de todo tipo de estímulos, con información de fuentes tan diversas y variadas, lo mismo de aquellas que son más científicas y educativas, como de las que no lo son e inclusive usan la pornografía abiertamente al alcance de todas las edades; igualmente sucede con esas imágenes sumamente vívidas, tan reales, coloridas o distorsionadas, que oscilan de un extremo a otro, o lo mismo se puede decir de muy variados tipos de comentarios a todos los niveles en que se mueven los niños, y hasta de frases subliminales disfrazadas de candidez e inocencia a la vez que de mensajes confusos y no completamente descifrados sobre la sexualidad; estímulos todos ellos que se traducen en múltiples y variadas actividades y experiencias mediante las cuales las criaturas intentan encontrar sus respuestas y sus verdades a un ritmo y estilo propios. Sí este tipo de actitudes en los niños provocan la angustia de los adultos al no saber como enfrentarlas, el estrés se elevará a la máxima potencia cuando se trata de los hijos e hijas adolescentes, quienes se encuentran en una todavía más activa exploración y búsqueda de las respuestas para saciar esa curiosidad, ya no sólo en lo que a ellos y sus cuerpos respecta, sino también dirigida hacia los demás, especialmente ante esa serie de cambios físicos, mentales y conductuales por los que están pasando.

Sí los niños a través de los medios de comunicación, del contacto con los adultos y con el ambiente en el que se movilizan están a merced de todos esos estímulos que se han mencionado anteriormente, los adolescentes los superan por mucho más, puesto que su radio de acción y exploración se extiende todavía más ampliamente conforme avanzan los años, y pasan de una a otra etapa del ciclo vital. En un buen porcentaje, sus experiencias y la información que poseen pueden ser más amplias y más actualizadas de la que sus propios padres o maestros poseen y han recibido, lo que automáticamente los coloca en tantas ocasiones en una posición desafiante y hasta de superioridad frente a ellos, a pesar de que tampoco los podemos considerar como expertos. Al igual que los niños, pero aún en mayor grado, los adolescentes aparecen como esponjas capaces de absorber todos esos estímulos que su ambiente les proporciona, independientemente de si tengan o no la capacidad para digerirlos, reflexionar, organizar, comprender y madurar tanta información tan abrumadora y variada que se vuelca sobre ellos y los empapa hasta la médula. Muchos jóvenes se enfrentan a diferentes tipos de experiencias prematuramente y sin llegar a captar o comprender las repercusiones en ellos y en el desarrollo de su sexualidad, porque realmente carecen de la información y la orientación adecuada sea en la familia o en la escuela. Ante la gran desinformación e ignorancia de los adultos que por generaciones tampoco la hemos recibido adecuadamente, padres y maestros nos enfrentamos precisamente a nuestros propios "cuartos oscuros", lo que nos provoca ese pánico terrible y esa angustia que nos paraliza, y que difícilmente nos permite la comunicación con los adolescentes, al no sentirnos capaces de guiarlos, de responder sus preguntas, de orientarlos en sus pensamientos y acciones, de aclarar su confusión y su incertidumbre o de platicar y discutir sus dudas y vacilaciones. Nosotros mismos nos sentimos impotentes, confusos, desconfiados e inseguros al pisar un territorio que consideramos como fangoso y amenazante, de manera que nuevamente respondemos con esa angustia, frustración e impotencia con nosotros mismos, que se transmite como enojo e irritabilidad, y que surge como reprimendas, castigos y prohibiciones de bases ilógicas y endebles, puesto que en su mayoría ni siquiera sabemos a ciencia cierta a lo que estamos reaccionando y respondiendo. En esa forma, todavía en nuestros días, en pleno siglo XXI, con el año del 2010 por terminar, el tema de la sexualidad sigue siendo un tema tabú en tantos hogares y familias, en los que "los cuartos oscuros" permanecen cerrados a piedra y lodo como sólidas fortalezas medievales, lo que naturalmente viene a representar una enorme fuente de estrés y de ansiedad en las familias, incapaces todavía de aprender a luchar contra su ignorancia y desinformación, esperando simple y pasivamente que lleguen las "malas noticias".

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