El gasto que realizará la Presidencia Municipal para acondicionar el quinto piso del edificio del Banco de México como oficinas del alcalde Eduardo Olmos va “estrechamente” ligado al proyecto de modernización del Centro Histórico que emprenderá la actual administración, según el propio alcalde.
Sin embargo, el proyecto aún no ha sido dado a conocer por las autoridades estatales y municipales que lo financiarán, lo cual arroja dudas sobre el gasto que se planea realizar tanto en el histórico edificio frente a la Plaza de Armas como en el movimiento de varias dependencias a espacios rentados.
Para una administración municipal que afirma aplicar una política de austeridad, estos gastos no encuentran justificación más allá de la solicitud hecha por el alcalde para un voto de confianza al señalar que la ciudadanía comprenderá una vez que se conozca el proyecto del Centro.
Dicho proyecto se mantiene en secreto debido a que no se han realizado los acuerdos necesarios con algunos locatarios del Centro para poder llevarlo a cabo. Sin embargo, por lo que se ha podido conocer hasta ahora, se trata de una ampliación de espacios públicos que no resuelve el problema de fondo de esta zona de la ciudad, que es su viabilidad como área habitacional, comercial y laboral.
Desde las últimas dos décadas, los proyectos planteados para el Centro Histórico han resultado ser parciales en su visión sin que hayan ayudado a reactivar la zona. La reubicación de ambulantes y los paseos comerciales hechos por la administración pasada sólo lograron despejar las banquetas, pero no han reactivado el comercio en el Centro.
Hace falta un proyecto con más visión que el simple arreglo de calles, banquetas y plazas. El futuro del Centro depende de una definición clara de su vocación como espacio para la vivienda, el trabajo, el comercio y la recreación y esto requiere acuerdos entre autoridades, propietarios y usuarios del Centro.
Ejemplos abundan a lo largo y ancho del país de ciudades que han logrado revitalizar con éxito sus centros históricos. En los últimos años, la inseguridad y la crisis económica han convertido este corazón de la ciudad en una zona cada vez más deprimida donde remedios paliativos y superficiales ya no surten efecto.
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