El presidente Barack Obama está a punto de poner fin formal al polémico papel de combate de Estados Unidos en Irak y a reanudar el diálogo de paz entre israelíes y palestinos, un momento caracterizado más por el alivio y la esperanza que por el triunfo.
El próximo martes por la noche, Obama le anuncia a la nación desde la Casa Blanca que el papel de Estados Unidos en Irak ha cambiado permanentemente, pues los soldados restantes se dedicarán solamente a respaldar a las fuerzas iraquíes.
Será un hito sin celebraciones ni banderas en una guerra aún no resuelta, una que persistiría varios años más y con más costo del que la mayoría de los estadounidenses jamás imaginaron.
Al día siguiente, Obama hará su mayor inversión en política exterior hasta ahora en el difícil proceso de paz en el Oriente Medio.
El presidente recibirá al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y al presidente palestino Mahmud Abbas para conversaciones bilaterales antes de una cena conjunta, preludio de negociaciones directas entre los líderes el jueves con la secretaria de Estado, Hillary Rodham Clinton, como anfitriona.
Juntos, los actos representan la coronación de la fase inicial de la política exterior de Obama en la región y el inicio de otra etapa.
Los funcionarios divisan un panorama en el que Irak se encarga de su propio destino, el proceso de paz en el Levante muestra señales de vida, las sanciones internacionales contra Irán se afianzan y la fuerza militar adicional que Obama quería para Afganistán está en el terreno.
Todo ello son avances hacia soluciones que requieren suma paciencia, pero no hay victorias que declarar y el hastiado ciudadano estadounidense ya ha visto pasar ocasiones así sin que suceda nada.
El riesgo para Obama está en definir expectativas en objetivos que pueden desplomarse en cualquier momento, a menudo por circunstancias que no puede controlar.
En Irak, los líderes políticos están en un estancamiento tal que no han podido formar gobierno desde las elecciones de marzo. Varios tiroteos y atentados con bombas mataron a más de 50 iraquíes apenas la semana pasada. Aunque los niveles de violencia han caído considerablemente en el país, la seguridad y la democracia aún son proyectos inconclusos.
Sobre la paz en el Oriente Medio, la reanudación de las charlas es en sí una victoria, pero Clinton sentó el tono sobrio incluso al anunciarlas. "Ha habido dificultades en el pasado, habrá dificultades en el futuro", dijo. "Habrá más obstáculos".
Hay menos violencia en Irak
A unas horas de que Estados Unidos decrete el fin de una guerra de ocupación de siete años en Irak, Barack Obama deslizó un diagnóstico optimista que algunos prefieren poner en cuarentena.
"Las tendencias en Irak apuntan hacia una menor violencia", aseguró Obama en una entrevista con la cadena NBC, en la que se mostró confiado en que los iraquíes podrán superar las dificultades para formar un Gobierno de unidad nacional.
"Tenemos confianza en que lo conseguirán", aseguró para dar así su voto de confianza a un proceso tan incierto como complejo, en el que la búsqueda de la unidad nacional se enfrenta a demasiados enemigos dentro y fuera de Irak.
Las palabras de Obama han servido de preámbulo al mensaje que dirigirá hoy para hacer oficial el final de las operaciones de combate.