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Obama. Nueva década, nuevo estilo

JULIO FAESLER

 B Arack Hussein Obama, se enfrentó antier a un Congreso que ya no se le presentaba monolíticamente suyo. Acababa de perder un escaño, el de Masachussetts, herencia del llorado Edward Kennedy, que lo había ocupado desde 1962 para el Partido Demócrata.

El Informe que el presidente de Estados Unidos debe presentar "de tiempo en tiempo" al Legislativo, era ansiosamente esperado no sólo por ser su primero, sino porque ha venido cayendo su popularidad debido a la percepción de que aún no cumple con sus principales promesas de campaña y porque crece el resentimiento por el manejo del desempleo, la migración, el alto costo del rescate financiero y las aparentes vacilaciones para terminar las dos guerras en curso. Su reforma del sistema de salud ha provocado un costoso debate en términos políticos.

En su largo mensaje de más de 75 minutos, interrumpido 86 veces con aplausos, Obama dejó en claro que si bien lo peor de la crisis ya pasó, los estragos perduran. La Ley de Rescate al que todo el pueblo tuvo que contribuir salvó el trabajo de millones de gentes. Con todo, se perdió un neto de 7 millones de empleos en los últimos dos años.

Para responder a lo anterior, Obama destapó una serie de iniciativas como una Ley de Fomento al Empleo, otra para la eliminación a favor de pequeñas y medianas compañías del impuesto sobre ganancias de capital, y para que los bancos más grandes paguen una cuota que se devuelva al pueblo que mucho sacrificó por salvarlos. Pidió destinar 30 mil millones de los fondos recuperados de los bancos a créditos a las pequeñas y medianas industrias.

Sus acusaciones a los financieros fueron severas. Execró a los banqueros y agentes que se recetan inmensas bonificaciones injustificables y prometió reglamentar las instituciones cuyos abusos llevaron al país a la crisis que lanzó a millones a la ruina y transparentar la actividad de los consultores y empresas calificadoras.

Dicho esto, se dirigió a sus ex colegas del Congreso instándolos a no cejar en la Reforma de los Servicios de Salud que con un pequeño esfuerzo adicional "está a punto de lograrse". Con un gesto firme de líder, prometió no retractarse de su propósito en este asunto en bien de millones de conciudadanos que requieren la seguridad de contar con atención médica gratuita.

En cuanto a la economía, Obama urgió a la acción para colocar a los Estados Unidos en los primeros lugares. No es momento para esperar. Las reformas se requieren ya. Los países como Alemania, China o India ni esperan ni aspiran a segundos lugares. Obama tampoco los acepta para Estados Unidos.

Pero frente a los problemas que urge atender, está la degradación del trabajo político donde el Legislativo se pierde sin escrúpulo en discursos, ataques, difamaciones, insultos y calumnias. Los cabilderos se valen del Congreso para presionar intereses personales o de grupos y de partidos.

Se dirigió a los senadores y diputados republicanos y les pidió ser una oposición constructiva en lugar de oponerse sistemáticamente a cuanta iniciativa les llega del Ejecutivo para realizar las reformas necesarias. "Si ustedes sienten que tienen suficiente mayoría para oponerse a todo lo que el Gobierno propone, entonces entiendan que participan en el Gobierno y que de ello deben responsabilizarse... Es tiempo de que el pueblo que es decente tenga un Gobierno que también lo sea".

Muchos han perdido la fe en las instituciones, en las corporaciones, en los medios y el Gobierno remachó. Los lobistas que juegan con leyes, los medios que banalizan temas importantes y los políticos que se destrozan entre sí en lugar de levantar al país. Esto explica el cinismo que corroe a nuestra sociedad, dijo.

La mayor parte del Informe a la Nación la ocupó, como se ve, a las cuestiones internas. Al final del mensaje hizo un llamado, que podía esperarse, a relanzar al país a una acción valiente para realizar, con hechos, los valores nacionales, y así, superar los retos de la nueva década que se inicia.

Es en política exterior, sin embargo, donde se advierte en el discurso de Obama un cambio de trascendencia. Mientras que sus antecesores le hablaban al mundo insistiendo una y otra vez en las virtudes y beneficios de la democracia al estilo norteamericano como un requisito indispensable del progreso, ahora el presidente de los Estados Unidos deja claro que sus aliados son aquellos que defiendan los derechos humanos y la dignidad del hombre.

Es esta la razón de los esfuerzos diplomáticos norteamericanos para que, con el concurso de otras naciones, conjurar las violaciones a los acuerdos internacionales que protegen la vida y la seguridad humanas. Las diferencias en las culturas y las fórmulas de Gobierno y las interpretaciones del concepto de la democracia, no impedirán que los Estados Unidos busquen promover valores que abarquen estas variaciones. El trabajo con las comunidades islámicas en materia científica, ecológica, educativa y desarrollo, así lo demuestra. Se busca a través del G20 una recuperación global y perdurable.

El discurso de Obama no solamente reveló una sorprendente similitud de la problemática política con la de México y que hay que vencer si realmente queremos superar los retos y aprovechar las oportunidades de este Siglo.

En lo internacional, Obama parece haber dado un giro inusitado a la relación con el mundo. Ya no es la imposición del modelo político norteamericano que impulsa a su país. Esto podría significar que el antiguo "americano odioso" ya empezó a entender cosas que antes había despreciado.

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