Estamos a un mes de las elecciones intermedias de Estados Unidos que podrían significar la tumba política del presidente Barack Obama ante el posible resurgimiento de las corrientes más conservadores del partido Republicano.
El martes 2 de noviembre serán renovados los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 37 asientos en el Senado y 38 gubernaturas, amén de infinidad de elecciones de alcaldías, regidurías, congresos estatales y locales a lo largo y ancho de la Unión Americana.
Será la prueba de fuego para el discutido Gobierno de Barack Obama, quien por cierto inició hace varias semanas su ofensiva electoral para recuperar la popularidad que lo llevó en el 2008 a la Casa Blanca en uno de los comicios más entusiastas de los últimos tiempos.
Pero como dicen sus críticos, Obama no obtuvo una varita mágica para cumplir las múltiples promesas que hizo en su campaña y tampoco pudo evitar que su mandato iniciara en medio de la peor crisis económica que ha vivido Estados Unidos desde la gran depresión de 1929.
Casi por nada la última encuesta que realizó la prestigiada publicación Político en alianza con la Universidad George Washington, resultó un sonoro descalabro para el partido Demócrata y los simpatizantes de Barack Obama.
La encuesta reporta que el 57 por ciento de los electores no votaría por la reelección de Obama en estos momentos. Sólo un 34 por ciento indicó que apoyaría su permanencia en la Casa Blanca.
Los resultados demuestran el hastío de una sociedad norteamericana que no soporta más una tasa tan alta de desempleo ni una economía deprimida durante más de dos años.
Obama ha defendido una y otra vez su plan de Gobierno bajo el argumento de haber logrado avances y reformas en temas como la salud, pero acepta deficiencias en el manejo de la crisis y por ello anunció cambios en los cargos principales y se espera que pronto lance un nuevo plan económico.
Lamentablemente el problema de origen de la crisis en septiembre de 2008, es decir los créditos hipotecarios, no se han solucionado como tampoco la fragilidad de las instituciones financieras que ya no saben cómo enfrentar la morosidad de miles de propietarios de casas que no pueden pagar sus mensualidades.
De ahí que en las últimas semanas los precios de los metales, en especial el oro y la plata, hayan alcanzado niveles récord ante la tremenda incertidumbre que prevalece entre los inversionistas.
Los pronósticos para los candidatos demócratas son muy poco alentadores, se prevé que en el Senado los republicanos recuperen ocho asientos para quedar empatados a 49 por cada bando, mientras que en la Cámara baja el descalabro demócrata podría llegar a los 40 escaños, lo que significaría que los republicanos retomarían la mayoría con 219 curules contra 216 de los demócratas.
En cuanto a las gubernaturas, la pérdida podría ser de seis estados para colocar a los republicanos con treinta posiciones contra veinte de sus acérrimos rivales.
En esta oleada conservadora contribuyó enormemente el fenómeno político Sarah Palin, quien impulsó al llamado Tea Party y también casos de candidatos conservadores como la gobernadora de Arizona, Jan Brewer.
Curiosamente en California, la magnate Meg Whitman con todo y sus 110 millones de dólares invertidos en su campaña, está muy cerca de perder la contienda ante su rival demócrata Jerry Brown, según la última encuesta publicada por Los Ángeles Times.
Serán unas elecciones muy sonadas y quizás no tan reñidas si tomamos en cuenta este resurgir republicano que pondrá contra la pared a Barack Obama a dos años de su añorada reelección.
Lástima que en este ajetreo electoral, México y sus inmigrantes han sido utilizados como carne de cañón para ganar votos como lo hizo la arrogante Brewer con su malvada Ley SB 1070.
Por algo declaró Obama que en estos momentos proponer una reforma migratoria sería inútil por no decir que una locura. Veremos si pasadas las elecciones surge una luz en el túnel o terminan los racistas por sepultar esta ansiada demanda de la comunidad hispana.