Un trabajo constante. Desde hace más de cinco años el artista plástico lagunero Eduardo (Guayo) Valenzuela trabaja con niños de los sectores más conflictivos de la ciudad, a quienes ofrece cursos y talleres de pintura, dibujo, fotografía y artes plásticas en general. EL SIGLO DE TORREÓN / CORTESÍA
Subir a uno de los sectores más conflictivos de la ciudad, bajar de la mano a un grupo de niños y transformar durante un momento su realidad por una donde los lápices y pinceles se convierten en herramientas de expresión, es una labor cotidiana para el artista plástico lagunero Eduardo (Guayo) Valenzuela.
Desde hace más de 5 años, Guayo se ha metido en los sectores más marginados, peligrosos y difíciles de Torreón, donde ha realizado talleres, cursos y ha trabajado de la mano de cientos de pequeños, las artes plásticas como un mecanismo de humanización ante el conflicto.
"Hay niños que responden de manera muy atenta, hay otros con los que hay que tener mucha paciencia por que sus entornos sociales y familiares están muy deteriorados, pero el chiste es siempre invitarlos por medio de arte a cambiar su realidad un instante", afirma el artista lagunero.
Actualmente Guayo trabaja con cerca de 20 niños del Cerro de la Cruz y el Sector Alianza, en el Museo del Algodón, donde les imparte un taller de pintura y dibujo alrededor del que gira un programa de iniciación artística para públicos vulnerables que el grabado ha venido implementando desde hace años en diferentes sectores del lugar.
"Yo subo al cerro y bajo a los niños, los papás me conocen de hace años, algunos pequeños los traen sus padres, lo importante es que asistan y no se queden sin venir, porque de la continuidad depende mucho el resultado de este programa, por eso si tengo que ir por ellos, voy y los traigo de la mano", dice el también caricaturista.
Desde el Museo del Algodón, Eduardo Valenzuela les muestra a los niños de estas colonias, un lenguaje a través del que ellos pueden expresar su realidad, reflexionar sobre ella y buscar un camino diferente, un espacio que les permita construir un mejor mañana.
Aun que este año el taller del artista lagunero ha tenido que saltar tropiezos como la falta de materiales, que algunos lleguen a destiempo e incluso la insensibilidad de las autoridades municipales, que se tardan meses en pagar los honorarios del artista, Valenzuela dice que no se puede desprender del taller por los lazos emotivos que tiene con estos pequeños.
Para el próximo semestre el caricaturista piensa buscar espacios para exponer el trabajo de los pequeños, encontrar recursos para contar con más horas de taller y posiblemente replicar este programa que lleva años desarrollando, en otras colonias.
