La italiana Eluana Englaro, murió el 9 de febrero de 2009; ella sufrió un accidente automovilístico que le llevó a un coma profundo y estado vegetativo durante 17 años.
Su padre, Beppino Englaro, debió trabar una lucha intensa con el poder legislativo y ejecutivo de su país, a fin de lograr desconectarla para que muriera.
Cuando debatían en el Parlamento Italiano sobre el derecho, o no, de quitarle la vida, murió.
El caso reavivó la discusión sobre la eutanasia -eu: bueno; thanatos: muerte- y la ortotanasia -ortho: correcto- que no es tema nuevo en la historia del mundo.
Ahora aparecen nuevas definiciones para precisar las condiciones de un enfermo aparentemente desahuciado; así encontramos: muerte asistida, sedación terminal, digna, eutanasia, eugenesia, ortotanasia, etc., siempre argumentadas por los promotores, basándose en los derechos humanos y la definición de dignidad.
La discusión ha estado presente desde los inicios de la vida humana; en aquellos viejos o enfermos que no podían seguir a los grupos nómadas, -primeros pobladores- o los hijos deformes del pueblo Espartano, por ejemplo.
Por los libros conocemos las expresiones medievales de la muerte inducida o provocada, llegando a exaltarse con el romanticismo, -Romeo y Julieta- o el racionalismo europeo y la autocompasión; también participa la Iglesia Cristiana, que lo rechaza utilizando términos de "ensañamiento" o "encarnizamiento" terapéutico.
El dilema filosófico dio origen, ya en el siglo pasado, al testamento vital -"Living Will"-, que redactó Luis Kutner, abogado neoyorquino, para que los pacientes terminales pudieran señalar su voluntad de no ser asistidos.
El caso generó otras posturas y definiciones, como "testamento de vida", "vital" o "biológico", hasta "voluntad anticipada".
Sus promotores también sostienen sus argumentos, basados en la defensa de la dignidad humana y usted puede encontrar posturas tan radicalizadas como la justificación por el materialismo, que asegura que no hay nada más después de la vida; o la condenación de la Iglesia Católica, que la defiende a ultranza, reconociéndole únicamente a Dios el derecho de quitarla.
Lo cierto es que hoy día, el mundo debate y legisla sobre el acto:
En EUA, el estado de California fue primero en regular -1976- el "Natural Act"; Kansas e Indiana el "Power of Attorney", para que un abogado pueda representarlos y hacer valer su deseo.
Ante las diferencias de criterios legales -abusos de interpretación- entre estados, el Gobierno Federal publicó la ley "Patient Self Determination Act" que define condiciones y formas de poder asistir a los enfermos terminales, si su decisión es suspender el tratamiento.
En México, el Diario Oficial de la Federación, del 5 de enero de 2009, presentó reformas a la Ley General de Salud, para salvaguardar la dignidad de los enfermos terminales y garantizarles una muerte digna, estableciendo los límites entre defensa y obstinación terapéutica; Argentina tiene su "Ley de Declaración Anticipada"; Colombia la define como "Homicidio Piadoso"; y Bolivia, "Testamento Vital".
En Europa, la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, el 29 de Enero de 2009, despenalizó la Eutanasia con recomendaciones tales como la 1418: "La muerte no puede ser infligida intencionalmente", en concordancia con la declaración de los Derechos Humanos que dice: "todo individuo tiene derecho a la vida".
El Vaticano ha insistido en la muerte natural, que rechaza la eutanasia, pero acepta la asistida, orientando el esfuerzo a combatir el dolor psíquico y fisiológico.
En general, el aborto criminal es sancionado mundialmente como delito, autorizado en el D.F.
A todo esto, Javier Romañach, ensayista español, hace una crítica a los cambios de postura sobre la eutanasia y denuncia que: la Real Academia de la Lengua, en 1989, la define como "muerte sin sufrimiento físico y en sentido estricto, la que se provoca voluntariamente"; en 1992, sólo se limita a "muerte sin sufrimiento físico"; en 2001 "evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelerar su muerte con su consentimiento o sin él". Así, se transforma en voluntaria y puede ser: por acción -provocada directa- u omisión -dejar de atender-.
El presidente de la Comisión de Salud, diputado Ernesto Saro, propuso "que el paciente terminal muera rodeado de sus seres queridos", insistiendo en la muerte con el menor dolor físico y psíquico de paciente y familiares, campo de la psicología humana que se ha desarrollado en una especialización llamada Tanatología, coincidiendo, básicamente, con lo dispuesto por el Instituto de Ética de la Asociación Médica Americana.
Sin duda, que el temor a la muerte ha sido sembrado en nosotros desde siempre, sin ayudarnos a comprender que es tan sólo una parte de la naturaleza y momento final del proceso de la vida misma... como la conocemos.
Deben ilustrarnos para que podamos definir, por nosotros mismos, el límite entre muerte asistida -humanísticamente hablando- y la eutanasia -asesinato-, dejándonos la verdadera libertad de decidir sin confundirnos. ¿Qué le parece?