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Otra para Televisa

Empresa

BALANCE GENERAL

En lo que constituye un eslabón más de una larga, larga cadena de platillos al gusto de la mesa de Televisa, el ISSSTE está a punto de otorgarle un contrato de 2 mil 200 millones de pesos a una de sus filiales, tras colocar un mantel con el logotipo de la empresa.

Banquete, pues, con invitación restringida, por más que en el papel el acceso es libre. No fueron por que no quisieron, diría la justificación. Naturalmente, al lado del plato estaría una tarjeta con los atentos saludos de Miguel Ángel Yunes, candidato por obra y gracia del dedazo del Partido Acción Nacional al Gobierno de Veracruz.

El contrato de la discordia, el traje a la medida de la televisora, es para construir y operar una red privada de telecomunicaciones, con la novedad de que las bases de la licitación apuntaron a equipos y sistemas que sólo tiene Bestel, una de las filiales de Televisa.

De hecho, en lo que constituye una inaudita violación, algunos puntos no incluidos en éstas fueron agregados en una junta de aclaraciones, lo que dejó textualmente fuera a la empresa Avaya.

Y por si fuera poco, se exigió a las participantes que tuvieran una codificación de seguridad SA70... que sólo puede adquirir Bestel.

Más aún, aunque el resultado de la licitación se hará público mañana a las 19 horas, la empresa ganadora está obligada a operar la red el próximo lunes 1 de marzo, es decir tendrá tres días, dos de ellos inhábiles, para armar el escenario.

Misión imposible, pues, para cualquiera del resto de las empresas inscritas en el supuesto concurso, por más que contrataran al mago más picudo del planeta.

Lástima Margarito, diría la consolación.

Lo inaudito del asunto es que para amarrar cualquier hilo suelto, el organismo de seguridad social marginó al que debía ser responsable de la licitación, es decir el subdirector de Sistemas.

La tarea cayó en uno de sus subordinados, Leonardo Aguilar Quintana, jefe de Telecomunicaciones, con la novedad de que éste le reportaba directamente al secretario técnico del Instituto y brazo derecho de Yunes, José Enrique Ampudía Mello.

Las formas, pues, se rompieron en pedazos bajo la premisa de que el fin justifica los medios. Lo inaudito del caso, además, es que la licitación era innecesaria, dado que hace tres años se había instalado una red similar, cuyo costo fue de mil 100 millones de pesos.

El contrato lo ganó Teléfonos de México. Lo conducente, en tal caso, era pedir a la empresa operadora la actualización de las tecnologías en boga para mantener el nivel de factibilidad... aprovechando los equipos ya instalados.

El ISSSTE, pues, está tirando a la basura la inversión.

Y a lo mejor el regalote a Televisa no tendría la mayor importancia si el organismo fuera privado y estuviera en bonanza, por más que la licitación no aguantaría la más light de las auditorías, de cara a la equidad reclamada.

El caso es que el ISSSTE está viviendo quizá la página más dramática de precariedad de su historia, en un escenario en que a los enfermos graves se les coloca en silla de ruedas por algún rincón, mientras hay una cama disponible. Y para qué hablar de la carencia de medicinas y aún de equipos para la atención de enfermedades degenerativas.

Y si le seguimos, las consultas se espacian varios meses ante la falta de médicos familiares, y a veces las operaciones se programan para seis meses.

Por lo pronto, el escándalo estallará en unas cuantas horas con cargo a la promesa de un Gobierno de manos limpias.

¡Trajes! ¡Trajes a la medida! ¡Trajes!

En lo que pareciera en el papel un gesto salomónico de equidad, cortar cabezas sin distinción de rangos y jerarquías, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes alcanzó el martes un triple play, colocando a tabla rasa en el ponche a Televisa, Televisión Azteca y la cadena MVS.

A la primera se le negó extender la concesión con que opera el canal 46 de televisión restringida; a la segunda el 52, y de pasadita nueve concesiones más para operar la banda de 2.5 y 2.9 gigahertz.

La justificación, en los dos primeros casos, es que la solicitud de refrendo se presentó en forma extemporánea. En el segundo, que no se utilizan las concesiones.

Ahora que en el tercer caso se multó a Azteca con 4.5 millones de pesos por operar sin concesión al calce el servicio de Hi-TV, al que se accedía vía la compra de un codificador.

El caso es que originalmente la dependencia había aceptado la solicitud de Televisa en lo que constituía un trato preferencial frente a MVS, quien naturalmente pegó el grito, denunciando las dos pesas y medidas.

Su castigo, pues, fue levantarle de la mesa concesiones que planteaba operar en todo su potencial, con una cuantiosa inversión.

Sus argumentos cayeron en oídos sordos.

Ahora que la multa a Televisión Azteca pareció insertarse dentro del pleito casado de la dependencia con la Comisión Federal de Telecomunicaciones. La SCT desconoció el que ésta haya autorizado la transmisión de Hi-TV.

Más grave aún, soslayó, en alarde de prepotencia, una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación del 23 de noviembre pasado en que se señalaba expresamente que la única instancia para otorgar concesiones y permisos en materia de radiodifusión era la Cofetel.

Y si le seguimos, la SCT pretende soslayar el crecimiento de los mercados convergentes en el planeta, que le abren el escenario a la televisión digital terrestre.

El pecado, pues, de Azteca fue colocar la televisión digital al alcance de todos.

Triple play... con cara de base por bolas.

 DIABLO DE ZEDILLO

En su reaparición anticipada en este espacio, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari desnudó dos de los pecados capitales de su sucesor en el cargo, Ernesto Zedillo, que lo colocan como el responsable de la profundidad de la crisis de 1995 y sus secuelas con cargo a tres generaciones de mexicanos.

De entrada, el ex presidente consultó con la cúpula empresarial si convenía devaluar la moneda o ampliar la banda de flotación, lo que le abrió el camino a una salida de divisas sin precedente en el país en un lapso de horas.

Estamos hablando de 25 mil millones de dólares.

A la reunión con la dirigencia empresarial acudió el entonces director general del Banco de México, Miguel Mancera, en condiciones lastimeras, dado la fiebre que lo atacaba.

Adicionalmente, de acuerdo al dicho de Salinas, México se sometió a los dictados de Washington para elevar al infinito las tasas de interés en afán de contener la fuga de capitales, cuyo resultado fue la quiebra de los bancos.

La premisa es simple: Ante la incapacidad de los deudores de pagar los réditos, la cartera vencida creció inconteniblemente... obligando al rescate de las intermediarias, con costo al país.

Las heridas siguen abiertas.

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