A petición de un grupo de personas interesadas en la historia, ayer estuve en Parras de la Fuente para desarrollar algunos puntos de vista sobre la fundación de nuestro pueblo, que data del día 18 de agosto de 1598, hace exactamente cuatro siglos más doce años.
Celebrar esta efeméride es una tradición celosamente observada por las autoridades del Municipio desde 1948, cuando se honró el 350 aniversario de su establecimiento como villorrio, merced a una disposición del virrey de la nueva España quien obedecía a la preocupación del Rey de España por habitar las dilatadas tierras del Septentrión mexicano que parecían no tener un fin conocido; mas no sólo era prudente habitarlas, sino ocuparlas y destinarlas, de acuerdo a la vocación de cada una y al previo conocimiento de la existencia de recursos naturales entre los cuales sobresaldrían las buenas tierras, la disponibilidad de agua dulce potable y la especialmente minería de oro y plata, actividad que había comprobado ser grata y bienvenida por los señores Reyes de España dada su capacidad para mantener, a todo lujo, a la monarquía española.
Otras motivaciones políticas, aparte de llenar y vaciar la escarcela de la monarquía, inquietaban a los representantes de la Corona ibérica, pues desde hacía tiempo existía la ominosa competencia europea en el descubrimiento, conquista y colonización iniciada por los españoles. Inglaterra en especial. Las primeras batallas de la conquista hispánica, como las de otras naciones europeas, habían sido especialmente sangrientas y onerosas para los contendientes, y cerca de dos siglos tuvieron que discurrir entre el descubrimiento de América y la campaña de colonización de sus amplios territorios.
Hernán Cortés llegó en 1512 a conquistar las naciones dominantes, a cristianizarlas, ya por la fuerza de la violencia, ya por la benignidad de la cruz, y después a civilizarlas por medio de las leyes y cuantos más recursos pacíficos les fuera dable ejercer. 501 años después se fundó el primer municipio de la Nueva España y el Virreinato se dispuso a elegir a los primeros alcaldes y ediles. Después, entre 1524 y 1525, fechas en que se expedirían las primeras ordenanzas municipales americanas, obviamente aprobadas por el Consejo de Indias; vale decir el autoritarismo colonizador que con el tiempo se convertiría en el centralismo político y económico mexicano, que hemos padecido por más de dos siglos.
En fin, que Parras tiene ya 412 años de existencia y sigue en pie de lucha a favor del progreso y del bienestar de sus habitantes. Ganó batallas, por medio de distinguidos hijos suyos, contra malos gobernantes nacionales que no habían atinado a organizar un Gobierno nacional independiente, no sólo contra sus antiguos opresores coloniales sino frente a las nuevas formas de dominación interior ejercidas por medio de autocracias predominantes, dictaduras, absolutismo, caciquismos regionales y otras diversas formas de imposición que tiene el poder.
Allí combatieron los Madero, encabezados por don Francisco Ignacio: don Gustavo Adolfo, los generales Emilio, Julio y Raúl; poco antes allí pelearon los Viesca, liderados por don Andrés Saturnino, quienes además fueron excelentes políticos en la conformación del Estado coahuilense; allí otros nobles parrenses como los Aguirre Benavides, acaudillados por el licenciado don Adrián Aguirre Benavides, el general don Eugenio, el investigador botánico don Gustavo, el valiente revolucionario don Luis, quien fuera valiente secretario de Pancho Villa; y en el campo de la cultura los poetas Manuel Múzquiz Blanco; el restaurador de edificios y objetos de arte coloniales don Jaime Ortiz Lajous; el político don Andrés Fuentes Campos, el padre Porfirio Hernández Arciniega; el excelente violinista don Samuel Maynes Prince; don Pedro Cortinas, violinista; la pianista y poeta María Campos Díaz; el historiador Juan Contreras Cárdenas, el periodista José Natividad Rosales y otras nuevas generaciones destacadas en todos los campos del saber.
Felicidades a Parras y a los parrenses, por todos conceptos dignos y merecedores de buenas autoridades que los puedan conducir al progreso y el bienestar. Que Parras siga siendo el pacífico oasis de Coahuila, y sus familias gocen la felicidad que les fue prometida, y no siempre otorgada, por la justicia, la política y la ley.