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Otro veranito

FEDERICO REYES HEROLES

Hemos tenido una primavera sensacional, pero podríamos tener un veranito patético. A pesar de los severos tropiezos en Europa en particular en Grecia, España y Portugal; a pesar de que no sabemos qué ocurrirá cuando se retiren los apoyos creados para salvar la crisis, a pesar de todo, la economía mundial se recupera. Las sorpresas de este nuevo mundo fueron varias. La primera es el enorme peso de China que llegó para quedarse, para quedarse y crecer. La crisis del 2008-09 la libraremos por el crecimiento de los países en desarrollo y no, como ocurría antes, por la recuperación de las potencias. Se calcula que los primeros crecerán al doble de las segundas. El horizonte no está totalmente despejado, pero los nubarrones se ven aislados.

El caso de México es particular. Nuestro desplome fue dramático, casi el 7%. Mucho se reclamó a las autoridades no tener un plan anticíclico lo suficientemente poderoso como para paliar la crisis. Se criticó, y con cierta razón, que los impulsos por ejemplo en infraestructura llegaron tarde y fueron magros. Se reclamó que hubiéramos podido hacer más en actividades intensivas en mano de obra. En fin, comparados con los esfuerzos de otros países México tuvo una reacción conservadora. Pero aquí estamos en el 2010 con pronósticos de crecimiento bastante alentadores, entre el 3.5 y el 5% en los extremos, con una inflación básicamente controlada. La reactivación de las exportaciones automotrices es asombrosa y los empleos van al alza con fuerza. A diferencia de otras economías, nuestro déficit no creció y México no incidió en un endeudamiento importante. Para decirlo con llaneza, en las finanzas públicas no hay factura y esa es una muy buena noticia.

También son buenas noticias que el tipo de cambio no se vea presionado, al contrario, en el extremo la revaloración es preocupante. El precio del petróleo ha recuperado niveles muy superiores a lo presupuestado. Por si fuera poco la recaudación va para arriba. Los velámenes en una primera mirada están llenos, incluso aparecen ya algunos pronósticos muy favorables también para el 2011. El problema es que esas excelentes noticias económicas pueden conducirnos a un nuevo relajamiento nacional. Entre más alto esté el precio del petróleo menos urgente pareciera ser encarar nuestra realidad fiscal en la cual los ingresos petroleros nos permiten evadirnos de nuestra debilidad estructural. Qué partido político puede estar interesado en echar a perder la fiesta recordando que la evasión es altísima, que gravamos a pocos con mucho, que dejamos fuera a la mayoría, que el ISR es demasiado alto para las empresas y muy bajo para las personas, que el consumo lo gravamos de manera muy débil, que el predial es inexistente, que los regímenes especiales son una bolsa de privilegios, en fin toda esa retahíla de crudezas fiscales de las que hemos venido hablando en los últimos dos años, forzados por la crisis.

Como lo ha señalado Francisco Suárez Dávila, en el "veranito" que se nos viene lo más probable es que dejemos de hablar de la necesidad de una reforma hacendaria de fondo. Gracias a los tiempos de esta nueva pequeña bonanza, difícilmente se volverá a analizar con lupa el gasto público, las enormes burocracias, los despilfarros que crecen conforme se desciende en los órdenes de gobierno hasta llegar al caos municipal. Ya sin la presión de la emergencia lo más cómodo será que las inercias queden intocadas evitando así las confrontaciones. Pemex volverá a tener ingresos altos, los suficientes para seguir aportando a la nación a pesar de la inevitable caída en los niveles de producción. Por cierto, ¿qué se está haciendo con los excedentes petroleros? Si ese es el escenario para el 10 y el 11, pues de hecho estamos hablando de un relajamiento que podría conducirnos hasta el 12, pésimo año para cualquier reforma impopular.

Así es nuestra trágica historia, cuando estamos en condiciones favorables para encarar nuestra realidad, posponemos las medidas, nos evadimos. Sólo cuando hay una situación de emergencia es que nos ponemos serios sobre nuestro futuro. Para los mexicanos, de todos los partidos, el aprovechamiento del ahora y el olvido del futuro es casi una actitud vital. El problema es que nuestro margen es cada vez más estrecho. Recuperar la producción petrolera llevará tiempo, el descubrimiento de nuevos yacimientos requiere tecnologías de las que carecemos y tarde o temprano se acabarán. La debilidad de nuestro esquema fiscal lo único que ha propiciado es un Estado débil e incapaz de invertir lo que se requiere en infraestructura, en administración de justicia, en ciencia y tecnología, en educación superior, en salud para de verdad poder construir un futuro mejor. No habrá prosperidad y justicia si nos seguimos de veranito en veranito.

Esos son los costos de la holgazanería veraniega: el irresponsable presente entierra el futuro.

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