Aunque en México el padel gozó de considerable popularidad en sus inicios, hoy se encuentra más bien apagado, tan es así que no es fácil encontrar canchas para practicarlo, a excepción de las ciudades grandes del país.
Ponga en una licuadora el estilo del tenis, la estructura del frontón y los reflejos del squash, mézclelo con más velocidad, ritmo y continuidad, y tendrá como resultado un emocionante juego: el padel.
El padel es un deporte hecho en México, que se desarrolla en una cancha rectangular cercada en sus bordes por paredes que miden de tres a cuatro metros, y es flanqueada en el centro por una red parecida a la del tenis.
El padel puede jugarse en dobles o singles, siendo la modalidad de parejas la más usual y divertida. Todo inicia con un saque. Dos jugadores se colocan en un extremo de la cancha opuesto al de sus contrincantes y golpean la pelota por encima de la red, con el objetivo de que los rivales no puedan regresarla. Ese golpe es muy parecido al del frontenis, ya que la bola tiene que botar primero en el suelo y ser golpeada antes de que rebase la altura de la cintura.
La manera de puntar es idéntica a la del tenis. La principal diferencia con el deporte blanco es que aquí se permite que la pelota golpee en los costados, incluso después de haber pegado en el suelo, lo que abre una infinita gama de combinaciones. Esta es una de las características que han hecho popular al padel, ya que las posibilidades que se alcanzan al dejar pasar la bola para que choque con las paredes pueden traer resultados bastante espectaculares.
Se llama padel por el vocablo en inglés paddle, que significa paleta o pala; y es que en esta disciplina se usan unas palas pequeñas para pegarle a la pelota. Su panel (la parte ancha) está cubierto por distintos materiales como fibra de vidrio, o de carbono para el marco, y con goma en la zona de impacto; además posee unos orificios para no tener tanta resistencia con el viento al momento del golpe. La elección de la pala es muy importante ya que no debe hacerse por cuestiones de estética o precio; hay algunos puntos clave a saber cuál comprar, por ejemplo nuestro nivel de juego, la complexión física, así como el peso, grosor y dureza del artículo. Para los principiantes se recomienda una pala ligera.
Mención aparte merece ‘la que recibe los golpes’, la pelota; debe ser de goma y las hay en color amarillo o verde, que usualmente son los colores de la cancha. Su superficie es muy parecida a una bola de tenis así que pueden llegar a confundirse, si bien la de padel tiene menos rebote.
DE MÉXICO PARA EL MUNDO
Existen varias versiones sobre el origen del padel, pero la mayoría apunta hacia Acapulco, Guerrero. Fue ahí que alrededor de los años sesenta el señor Enrique Corcuera, un aficionado al frontón tradicional, decidió incorporar una red en medio del frontón de su casa y cerró esa cancha con paredes de menor altitud, con las medidas ya mencionadas, que hasta este día son las reglamentarias.
El novedoso deporte se difundió rápidamente entre los conocidos de don Enrique, que lo acogieron con entusiasmo, y también fue imitado por los turistas que estaban de visita en el puerto guerrerense. Se dice que luego de haber pasado algunos veranos en Acapulco, el príncipe Alfonso de Hohenlohe llevó el juego a España, que se convirtió en el segundo país en practicarlo. Hohenlohe construyó un par de canchas en el hotel Marbella Club, con las mismas características que las de Corcuera pero sustituyendo las paredes laterales por una malla metálica. Fue así que desde dicho recinto, ubicado en la provincia del mismo nombre en Málaga, el padel expandió su eco por la península ibérica y más allá.
Desde España -que en su momento crearía la primera asociación de padel-, la semilla de esta disciplina emigró a Sudamérica, pues unos argentinos que se hospedaron en el Marbella la llevaron consigo hacia Mar del Plata; uno de ellos, el magnate Julio Menditeguy fundó el exclusivo Club Tortugas a mediados de los setenta y así, con la construcción de algunas canchas comenzó la aventura del padel en Argentina.
Durante más de una década el juego sólo era disfrutado por turistas que veraneaban en Acapulco y Marbella y gente del jet set que frecuentaba el citado club porteño. Fue hasta mediados de los ochenta que se dio el boom, en gran medida debido a que la prensa se encargó de publicitarlo. En Argentina su auge fue sin precedentes, llegando a convertirse en el deporte más practicado sólo detrás del soccer -actualmente en dicho país hay más de cinco millones de jugadores.
Al enterarse del furor en esta nación del sur, Francia e Italia también se ‘contagiaron’ y comenzó a divulgarse su mecánica. A finales de los ochenta, gracias a una inversión de la compañía Coca-Cola, la empresa Master Producciones desarrolló la primera cancha de cristal en suelo gaucho, permitiendo que los espectadores presenciaran cada uno de los detalles de la contienda, lo que aumentó la pasión por el padel.
En 1990 la asociación argentina invitó a un representativo azteca a participar en un torneo. Para el 91 se estableció la Federación Internacional de Padel en Madrid, y al mismo tiempo se conformaba la Asociación Mexicana de Padel. El evento del 90 había sentado las bases para que dos años después se llevara a cabo el primer campeonato internacional en Acapulco, con representantes de España, Italia, Australia, Canadá, Estados Unidos, Uruguay, Brasil y Argentina, resultando campeones los rioplatenses, quienes derrotaron a los españoles.
UNA OPCIÓN ‘AMIGABLE’
Aunque en México el padel gozó de considerable popularidad en sus inicios, hoy se encuentra más bien apagado, tan es así que no es fácil encontrar canchas para practicarlo, a excepción de las ciudades grandes del país.
No obstante en otros países de Latinoamérica, España, Estados Unidos y Canadá, continúa con gran afición. Uno de los puntos que han favorecido su aceptación tanto en hombres como en mujeres, es que no se necesita de una gran condición física ni demanda una gran técnica para disfrutarlo. Basta con tener el entusiasmo necesario para aprender lo básico. Ni siquiera es preciso tomar clases, es suficiente acercarse a los clubes o canchas y observar a quienes lo juegan.
Ahora que ya lo conoce, considere darle una oportunidad. Seguramente se divertirá con este dinámico deporte.