¡No cabe duda, nuestra fantasía cuando la hemos alimentado con lo mejor de nuestros sueños y de nuestro espíritu, se convierte en una de las armas más poderosas para vencer nuestros obstáculos y alcanzar lo que más deseamos!
Nuestra fantasía candente, que nos forja bellas y triunfantes imágenes, se puede aliar a una poderosa y mágica esperanza. Y en estos casos, ya no estaríamos hablando de una esperanza sin fundamento, sino de una esperanza asociada a una viva y rica fantasía.
Una fantasía así, surca los aires como un poderoso Cóndor, no encuentra límites el hombre, aun sabiendo que como persona es limitada. La fantasía forjada con propósitos nobles, encuentra el tiempo y las oportunidades para cazarlas. A veces, la desdicha, la desilusión y el fracaso pueden dañar el corazón de nuestro espíritu. Cuando nuestro corazón empieza a turbarse, comienzan a paralizarse las fuerzas de nuestra voluntad.
En una perturbación así, los terrores empiezan a crear sin causa alguna, nuevos temores; el corazón acobardado solo produce dolor, inquietud y dudas espantosas sin fin. Cuando el corazón está atrapado entre el miedo y las cavilaciones derrotistas, nos anegamos de tristeza y de impotencia. Como espíritus malvados, iniciamos un proceso de creaciones absolutamente absurdas: como necesitados de concretar nuestros miedos difusos, producimos terrores donde no existen; ahora, nos preocupan nuestros hijos; más tarde, tememos por la salud de nuestros seres queridos; y luego, tememos ser atacados físicamente; después, nos vemos en la pobreza.
Este proceso que he descrito, no solamente se da entre las personas deprimidas. También ataca al que ha gozado de estabilidad emocional, pero que de pronto, la inquietud lo invade sin causa real. Y es que los seres humanos somos muy frágiles y en esos momentos de perturbación olvidamos que poseemos armas poderosas para luchar contra los fantasmas del miedo. Pero siempre estaremos a salvo si acudimos a nuestra poderosa fantasía que forja proyectos admirables. Y se trata de proyectos factibles y no de escapes de la realidad. Nuestra sana imaginación y nuestro sensato raciocinio, nos demostrarán que casi siempre temblamos ante todo lo que "no" nos afecta, y que casi siempre también, lloramos por todo aquello que "no" hemos perdido.
Nuestra fantasía siempre la podemos llevar al rojo vivo, siempre la podemos enganchar a un carruaje de esperanza que tenga como meta una estrella. Esa estrella la podemos concretar en proyectos nobles y valiosos: nuestro trabajo, aspiraciones a un progreso más elevado en lo económico y en lo personal. Esta fantasía necesita nutrirse de verdades evidentes: comprobaciones ciertas de que estamos progresando.
Salgamos al mundo del trabajo, del esfuerzo y de la actividad, con el ánimo resuelto, con la osadía de que abriremos las puertas que los apocados pasan de largo sin atreverse a tocar a ellas. Toquemos las puertas, insistamos, actuemos con el corazón decidido. Nuestra fantasía nos apoyará en todos estos propósitos.
No nos sintamos como seres insignificantes, no nos condenemos ante nuestros propios tormentos infundados. Otorguémosle a cada instante de nuestra vida el inmenso valor que tiene. Cada instante de nuestra vida es diferente a los anteriores instantes, y en este instante que estamos viviendo, está presente nuestra vida entera.
Dice Critilo, que este instante que usted amable lector, está viviendo, es un instante irrepetible. Toda su vida está representada en él, pues nuestra vida solamente está hecha del pasado. Pero aun así, en el instante que estamos viviendo, se da una poderosa "expectativa de futuro". Vivimos el presente no para quedarnos en él, porque muy pronto será pasado. Pero un instante vivido con conciencia, hará el milagro de que nuestra expectativa de futuro trascienda nuestro presente, trascendencia que busca un futuro mucho más rico en todo tipo de posibilidades.