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PALABRAS DE PODER

EVITAR LA MAYOR CANTIDAD DE DOLOR Y SUFRIMIENTO

JACINTO FAYA VIESCA

Señor Shopenhauer, sabemos que usted goza de la mala fama de ser un filósofo pesimista. Pero también sabemos, que Nietzsche lo admiró profundamente, quien además en muchas ocasiones manifestó que él se alimentó de sus escritos.

-Sí, Critilo: se me ha calificado como un filósofo pesimista en virtud de que no me importó romper con ciertos moldes del pensamiento muy en boga en Alemania, y muy concretamente en Berlín, donde me desarrollé profesionalmente.

Como tú sabes, Critilo, las personas quieren vivir una vida llena de falsas ilusiones y esperanzas, a pesar de que la propia vida los desengaña constantemente. Yo, por el contrario, quiero ser sincero y presentarles una serie de ideas "realistas", que a muchos asustan y desconciertan.

En un libro que escribí y que titulé El Arte de ser Feliz, manifesté que todos "estamos en el mundo lleno de aspiraciones a la felicidad y al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa rudamente y nos muestra que "nada" es nuestro, sino que todo es suyo..." Y también dije: "Si esta enseñanza trae frutos, entonces cesamos de buscar la felicidad y goce y sólo procuramos escapar en lo posible al dolor y al sufrimiento".

-Usted, se da perfectamente cuenta, señor Shopenhauer, que lo que escribió anteriormente no nos deja un espacio para la esperanza. Y más bien, nos demuestra que la esperanza es la peor encubridora de promesas que no se cumplen. Pero viendo detenidamente las cosas, yo estoy absolutamente de acuerdo con usted. Las ilusiones, en la mayoría de los casos, termina en decepciones y llanto; y en cambio, el sufrimiento y el dolor son reales, manifestándose de manera inmediata y sin necesitar de ilusiones o de amenazas.

-Así es, Critilo. Esta forma de pensar, ya la había manifestado el genial pensador griego Epicuro, y aun, el filósofo griego Aristóteles, lo escribió de esta manera, en su Ética a Nicomaco: "El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de dolor". El pensador de la Grecia Antigua, Epicteto, lo predicó durante toda su vida: él decía, que deberíamos de ser muy prudentes en nuestras vidas, a fin de evitar la mayor cantidad de sufrimiento y de dolor. Afirmaba, que evitar los males, está en nuestras manos en muchas ocasiones. Y que era una insensatez estar buscando la felicidad, cuando ésta depende de muchos factores que están fuera de nuestro control.

-Me acuerdo muy bien de una reflexión suya, señor Shopenhauer, y como la anoté, la puedo transcribir íntegramente, y dice así: "Reconocemos que lo mejor que se puede encontrar en el mundo es un presente indoloro, tranquilo y soportable: si lo alcanzamos, sabremos apreciarlo y nos guardaremos mucho de no estropearlo con un anhelo incesante de alegrías imaginarias o con angustiadas preocupaciones cara a un futuro siempre incierto que, por mucho que luchemos no deja de estar en manos del destino".

-Sí, Critilo: y cuando me refiero al destino, lo hago en el sentido, no de algo que ya está escrito fatalmente, como algunas religiones lo entienden. ¡No!, no lo digo en ese sentido, sino entendiendo al destino como esos hechos que se desencadenan en virtud de una serie de factores impredecibles, y ante los que nadie puede prevenirse. El poeta romano Horacio lo entendió muy bien, al escribir: "Somos conducidos como marionetas de madera movidos por extraños". Los sabios griegos de la Antigüedad, acuñaron una sabia frase para describir la fuerza del destino como fuerza de las circunstancias que producen en un momento dado, ciertos hechos. La frase dice: "La fuerza de las circunstancias es más poderosa que todos los poderes de los dioses" (recordemos, que en ese tiempo los griegos creían en muchos dioses).

-Creo entenderlo, y si me equivoco, corríjame, por favor. Usted, como filósofo, se inclinó por el pensamiento de Epicuro y de Epicteto. Estos dos fenomenales pensadores griegos, no fueron pesimistas, sino "realistas". Ellos no se engañaban con el tipo de literatura barata que pregona que nuestro límite está en el cielo y que podríamos ser felices cuanto lo queramos.

Epicuro y Epicteto, según sus contemporáneos, fueron personas muy sensatas, austeras, de una total integridad moral y con una desbordante generosidad. Ellos no se engañaron con la cantaleta de que "piensa que eres feliz, y ya lo eres". Usted, enseñó a sus lectores, que debemos ser muy cuidadosos con lo que ya tenemos, que abandonemos la loca ambición y los placeres desbordantes, y que en su lugar, adoptemos placeres sencillos, y que hagamos lo posible por evitar todo tipo de sufrimiento y dolor.

-¡Me entendiste muy bien, Critilo!

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