Como siempre, querido amigo - le dijo el Ingenuo al Sagaz -, estoy ansioso por recibir tus sagaces consejos. ¡Muy bien, le respondió el Sagaz! Empecemos por uno, que por no seguirse, ha causado graves extravíos en la vida de muchas personas inteligentes y cultas.
¡Fíjate muy bien! -, le dijo el Sagaz. Lo más común es extrañarte de tantas personas que son y gozan de una real fama de ser muy inteligentes y preparadas, y no obstante esto, sus vidas han sido un desastre. ¿Y por qué razón?, le preguntó su amigo. La razón es muy simple, y por ser tan sencilla y obvia, no la advertimos. Sucede - siguió hablando el Sagaz -, que estas personas gozan de gran inteligencia, pero padecen de una voluntad malvada.
Sus malas intenciones manchan su inteligencia, prevaleciendo su voluntad torcida, la torpeza de sus desatinados caprichos, los defectos de su cólera, intolerancia, soberbia y desfachatez en casi todo lo que dicen o hablan. Y como gozan de una inteligencia superior, son muy sutiles y extraordinariamente hábiles para torcer las cosas, interpretarlas a favor de lo malévolo, causando con sus sutilezas, daños muy grandes.
El que es simple o de poca inteligencia - continuó hablando el Sagaz -, no puede armar con facilidad sus actos malévolos, pues fácilmente se le descubre. En cambio, el muy inteligente, cuando padece de una mala voluntad, daña enormemente, pues por lo general se le descubren sus malas intenciones, cuando ya ha provocado todo el daño que quería.
Hay un dicho muy popular - siguió hablando el Sagaz - que afirma, que "nada más peligroso que un tonto con iniciativa". Pero este refrán popular es falso, pues el peligroso es el muy inteligente cuando está casado con una perversa voluntad. ¡Gracias amigo - le dijo el Ingenuo -, por este valiosísimo y sagaz consejo!
Quiero advertirte de uno de los más fructíferos secretos que muchos pasan por alto. Esto se da en la gente inteligente o sobradamente inteligente. No me he explicado jamás, cuál es la razón que les hace pensar a estas personas, que les basta su brillante entendimiento para prosperar en la vida. Quienes solamente se atienen a su lúcida inteligencia, por lo general fracasan, pues la sola inteligencia no da para tanto.
¡Escúchame muy bien - prosiguió hablando el Sagaz! Para que la persona de brillante entendimiento triunfe, necesita aplicarse, trabajar, empeñarse con esfuerzo y disciplina. La pura capacidad intelectual o moral no basta, necesita de la aplicación, decisión firme y clara voluntad. Tan esto es verdad, que más logra una inteligencia mediana, pero en una aplicación constante, que un brillante entendimiento con poca aplicación o sin aplicación alguna. Y es que la grandeza de una persona es más amiga de una voluntad esforzada que de una superior inteligencia desatendida y floja. ¡Me queda clarísimo!, y créeme, que estaba ignorante de lo que me dices - le dijo agradecido el Ingenuo a su amigo.
Quiero darte un consejo más - le dijo el Sagaz a su amigo -, y es el siguiente: no te confíes por el solo hecho de que gozas de buenas cualidades y de que en verdad te aplicas con esfuerzo en tus asuntos. Es necesario también, buscar las buenas oportunidades y no esperar que te lleguen a las manos. Algunos, ingenuamente creen, que es una ventaja estar atentos a las buenas circunstancias, esperando que los favorezcan. Esto no es así; la treta consiste en "abrir las puertas de las circunstancias favorables y entrar en ellas", y no quedarse afuera o en sus inmediaciones. Es indispensable ayudarse de la sensata audacia, que siempre es virtuosa y eficaz. Recuerda, que la audacia tiene genio, poder y magia. La audacia es madre de la buena dicha, y la dejadez es madrastra de muchas ruinas y desgracias.
Critilo está de acuerdo en los sabios consejos del Sagaz. El esfuerzo, aplicarnos en nuestras tareas, actuar con determinación y firmeza, mantener nuestra buena voluntad, estar atentos contra todos aquellos que muestren o encubren una voluntad malévola, todo esto va directamente en nuestro beneficio y provecho.