Qué desventaja para los hombres, que no hay espejos que reflejen las capacidades y los grados de inteligencia de las personas, como en cambio sí, sucede con los espejos que reflejan la fealdad o hermosura de los rostros - le dijo el Sagaz a su amigo el Ingenuo!
Y esta carencia de espejos produce mucho sufrimiento. Cualquiera se siente capaz de ocupar elevados cargos y de emprender grandes acciones - siguió hablando el Sagaz. El que nació para músico, cree que puede ser un gran médico. El que nació para médico, se cree capaz de ser un gran pintor. El que pudiera haber sido un experto mecánico, eligió ser abogado y termina perdiendo todos los asuntos que le encomiendan.
Es cierto lo que dices - le contestó el Ingenuo -: nuestras capacidades y habilidades naturales no las utilizamos, y en cambio, nos dedicamos a trabajos y a empresas para las que no tenemos la menor capacidad.
Otras desventajas de la personas - le dijo el Sagaz a su amigo, consiste en que nos empeñamos hasta el agotamiento, en ser expertos en algún trabajo (estemos capacitados para ello o no), pero jamás nos empeñamos en ejercer el "dominio" en lo más importante de nuestra vida: "el dominio sobre nosotros mismos". No hay mayor dominio, mayor imperio que podamos detentar, que el dominio y el imperio sobre nosotros. ¡Qué podamos someter a nuestra voluntad y a nuestra inteligencia a tantos caprichos, vicios y tendencias perjudiciales! No hemos caído en la cuenta, que si somos capaces de ejercer un dominio sobre nosotros, podremos imponer nuestra voluntad sobre nuestros desánimos, flaquezas, vicios, y turbaciones de nuestro ánimo que ensombrecen nuestra vida. ¡Excelente consejo - le dijo el Ingenuo al Sagaz, con mucho entusiasmo por este valiosísimo aprendizaje!
Es muy importante, amigo, que sepas distinguir con gran precisión, la diferencia entre la Fortuna y la Fama. Si no las distingues, se te habrá escapado uno de los grandes secretos de la vida. ¡Fíjate bien!: a la Fortuna no la puedes controlar. A veces, cuando está de tu lado, le puedes dar cierta dirección. Y es verdad, que una persona responsable y diligente atrae a la buena Fortuna. Pero aun así, la Fortuna es voluble, injusta y caprichosa: con mucha frecuencia, da a los que no debe darles, y les quita a los que debería darles más.
A la Fortuna - siguió hablando el Sagaz -, solamente podemos desearla, pues no podemos manejarla. En cambio, a la Fama, sólo podemos conquistarla con nuestra diligencia, responsabilidad y esfuerzos perseverantes. La Fortuna - amigo -, es ciega, y la Fama es vidente. La Fortuna no reconoce méritos, y la Fama lo único que reconoce son los méritos propios. Por esto, la buena Fortuna nos puede llegar con méritos o sin ellos, y la Fama solamente nos alcanza a base de nuestros esfuerzos propios. La Fortuna nos eleva hasta la cumbre, y de pronto, nos estrella contra el suelo con todas sus fuerzas. Y es que la Fortuna es casquivana, inconstante y transitoria. Y la Fama es firme y consistente. El destino de la Fortuna es la fugacidad, y el de la Fama, la eternidad.
¡Estoy muy contento con lo que me has dicho acerca de la Fortuna y de la Fama - le dijo el Ingenuo al Sagaz! -. Y ahora comprendo la torpeza y confusión cuando queremos triunfar de la manera más ingenua: "Un golpe de suerte lo decide todo". Esta frase es contraria a la buena educación del alma. En vez de esta frase, deberíamos decir: "Anhelo la Fama, y para obtenerla, estoy dispuesto a usar mis capacidades naturales, a trabajar con responsabilidad técnica y moral, y hacer de mi vida una existencia provechosa basada en el trabajo útil y en la perseverancia". ¡Muy bien, amigo - le dijo el Sagaz -; creo que ya comprendiste la esencial diferencia entre la Fortuna vaporosa y la Fama sólida! Este solo aprendizaje te dará enormes frutos en tu vida.
Desde ahora - le dijo el Ingenuo a su amigo el Sagaz -, voy a empeñarme en que de mis conversaciones pueda obtener saludables enseñanzas. ¿Por qué razón, mis conversaciones deben versar sobre chismes, críticas a los demás, o simplemente, platicar sobre temas sucios o sin utilidad? ¡Qué desperdicio! Creo, que toda persona con la que converse me puede enseñar algo muy bueno. Pero para ello, debo intimar más, tratar de comprender a los otros, escucharlos, y preguntarles sobre cuestiones importantes de la vida. Y es que en lo general, menospreciamos a las personas, pensamos que sólo nosotros somos los inteligentes, y no es así. Toda persona es un mundo, y si estamos dispuestos a comprenderla y participar de su confianza, hasta la persona más sencilla y humilde puede iluminar nuestra vida. ¡Muy bien - le respondió en Sagaz!
Critilo gozó mucho esta plática entre estos dos amigos. Y también aprendió mucho de ellos. Critilo sabe, que uno de los caminos más eficaces para obtener una sólida sabiduría, es a través de platicar con muchas personas. Aprenderemos de ellas, solamente si las tratamos con mucho respeto y sin la menor finalidad de manipularlas; y con la conciencia, de que aun la persona más sencilla, podrá darnos el consejo que estemos necesitando en ese momento, como el agua para un sediento perdido en el desierto. Consejo, mucho más valioso que el oro de 24 kilates.