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PALABRAS DE PODER

AL PRETENDER PREPARAR NUESTRO FUTURO, SE NOS ESCAPA LA VIDA

JACINTO FAYA VIESCA

Hombres de negocios muy exitosos, y personas sumamente ocupadas en sus trabajos, podrían decirnos que ellos sí están viviendo con intensidad el “presente”, y tan es así, que consumen hasta el último segundo de su tiempo.

La capacidad de autoengañarnos es enorme: y creo que esta capacidad se da porque no podemos soportar nuestra conciencia; la conciencia que en cualquier momento nos puede preguntar quiénes somos y hacia dónde vamos. Es un hecho, que el que actúa carece en ese momento de conciencia, y quién está en un momento dado plenamente consciente de algo, no puede estar actuando.

El estarmuy ocupado haciendo cosas, no significa que esté en el presente, ya que lo que está haciendo tiene una fuerte tendencia a estar preparando el futuro. El estudio y desarrollo de la ciencia tiene como su motivación principal, la preparación del futuro. Y como la ciencia es siempre algo inacabado, incompleto, un claroscuro de luz y ceguera, el científico es un sediento perpetuo que anhela mayores avances de su ciencia: alimenta su hambre de ciencia, no del hartazgo de lo mucho ya sabido, sino de lo que está por saber.Aquí aparece el futuro como motor fundamental de la ciencia.

La ciencia, al ser algo incompleto y orientado al futuro, no nos sacia, razón por la que todas las ciencias son incapaces para darle a nuestra alma la menor orientación y tranquilidad. Nuestro sentido del honor que tanto cuidamos, nuestros anhelos de mayor conocimiento en muchos campos de la vida, toda la variada gama de emociones y de sentimientos vinculados con nuestro concepto y ejercicio de la libertad, nuestras repugnancia a estar equivocados, nuestro aferramiento a querer tener la razón; todo esto, nace y se desarrolla por nuestra pretensión inconsciente de preparar nuestro futuro.

Si nuestro compromiso fuera con lo más puro de la vida, y no con el futuro, no estaríamos permanentemente martirizándonos en querer conciliar deseos con alta carga emocional, que por naturaleza no pueden ser conciliables jamás: queremos continuar estrellándonos en nuestro afán de perfeccionismo, y luego nos preguntamos, ¿por qué negamos toda creencia y todo principio político?; creemos en algo, cuando estamos satisfechos de ese conocimiento, pero como somos perfeccionistas, no podemos creer en algo, pues nuestro perfeccionismo nos induce a estadios superiores de credos y principios.

Quisiéramos vivir bajo los principios más nobles de la humanidad, pero como ello nos conduce a una vida más simple y de respeto, no podemos cumplirlo, pues en nuestro futuro nos vemos como triunfadores, y ya sabemos que el triunfo implica que muchas veces aplastemos a otros. Quisiéramos contemplar la naturaleza y asombrarnos ante las bellezas de la vida, del amor, de la entrega a otros, pero nuestro miedo al futuro nos obliga a saber cada vez más, aun y cuando ese saber nos aleje de la vida.

En vez de más calidad de vida, queremos más años de vida; en vez de una relación mucho más estrecha con nuestros hijos y cónyuges, nos preocupamos por trabajar más, a fin de dejarles una protección económica, aun cuando en la lucha por esa protección, descuidemos casi por completo nuestra relación amorosa con ellos. El espanto del futuro vuelve a aparecer: ser responsables con nuestros hijos, y nosotros no logramos entender que esa responsabilidad está muchísimo más vinculada con la vida en común con ellos, que con su apartamiento, dadas las tareas de la preparación económica del futuro de nuestros seres queridos.

Y lo más irracional de todo, nos dice Critilo, es que la ciencia que es sólo conocimiento y no un principio ético de vida; que toda la tecnología, que carece del mínimo principio de una sólida orientación de la vida; que nuestro afán de continuo perfeccionamiento, afán que está peleado con la poesía, el arte, la contemplación, y el amor; el gran colmo de irracionalidad de todo esto, es que esa ciencia, tecnología, perfeccionamiento, está manejado por seres humanos que padecemos de una enorme irracionalidad, sin darnos cuenta de ello. ¿O no es irracional, que el más espectacular avance de la física, se haya comprobado con la explosión de las bombas atómicas lanzadas contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, sólo por la pretensión criminal del Presidente Truman de humillar a Japón, en la Segunda Guerra Mundial? ¿No es irracional que toda la ciencia y la tecnología hayan avanzado inmensamente en los últimos cien años, con una clarísima tendencia al futuro, para llegar a nuestro actual presente, en el que padecen hambre más de mil millones de seres humanos? ¿Y en nuestras vidas individuales, no le estamos apostando casi todo a un futuro que no existe, en demérito de un presente que se nos escurre

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