Todos queremos gozar de mayores niveles de felicidad; es decir, de experimentar una mayor plenitud, un más elevado contentamiento interior, disminuir al máximo nuestros niveles de ansiedad; y en fin, estar más satisfechos con nuestra vida, cualquiera que ésta sea.
Para muchas personas, "se es feliz o no se es", y no es una cuestión que podamos elegir. La más avanzada ciencia de la genética y aun la propia neurobiología sí reconocen que las personas desde que nacen gozan de cierta tendencia a la felicidad, mientras que otras, su tendencia a la felicidad es menor.
Los más grandes genios de la psicología han defendido la idea de que la forma como sus padres trataron y educaron a sus hijos en los primeros cinco años de vida, es una cuestión fundamental para su futura felicidad o desdicha.
Pero la realidad nos indica otros factores: poblaciones pobres, como en Guatemala y Colombia, los índices de felicidad de esas poblaciones están muy por encima de poblaciones muy ricas y con alta educación, como Japón, Alemania y Francia.
La realidad nos ha mostrado que cada persona en lo individual puede hacer muchísimo por elevar su nivel de felicidad y satisfacción. Y es que los expertos en los grandes temas de la salud emocional han descubierto que existe una especie de arte para mejorar enormemente nuestros niveles de salud emocional.
Si una persona padece de preocupaciones constantes, ansiedad, sentimientos de desamparo; y si además, ciertas conductas suyas le resultan muy dañinas, como el no terminar las cosas que emprende, el comer con exceso, el explotar por cualquier cosa, mucho puede hacer para modificar todo este cuadro tan contrario a su felicidad personal.
Tenemos a la vista, que los grupos de Alcohólicos Anónimos han mantenido "sobrias" durante mucho tiempo, y a veces, durante toda su vida, a millones de personas en todo el mundo. Terapias de grupo han terminado en millones de pacientes, con esas conductas coléricas que los conducían a golpear a sus hijos, parejas, y a destrozar sus vidas laborables.
Millones de seres humanos hoy en día han terminado con sus antiguas conductas de comer desproporcionadamente, lo que las ha alejado de graves problemas de salud y de una muerte temprana.
Todo lo anterior lo ha comprobado científicamente la psicología "Conductual". De la misma manera, trabajar para mejorar nuestro ánimo, abatir nuestra ansiedad, elevar la calidad de nuestras relaciones personales, constituyen retos absolutamente superables, lo que siempre redundará en niveles mucho más altos de felicidad personal.
Pero lo que debemos saber, es que estos cambios de conducta, de actitudes y de pensamientos, no se nos van a aparecer de pronto, como regalos caídos del cielo. Todas nuestras deficiencias que nos impiden vivir una existencia mayor en todos los sentidos, podemos corregirlas y curarlas, sólo en la medida en que nos pongamos a trabajar en serio. No habrá una mejor inversión de nuestro tiempo y esfuerzos: en esta tarea va en juego nuestra futura felicidad personal, y en cierto grado, la felicidad de muchas personas que nos rodean.
Así como aprendemos matemáticas, nuestro trabajo como mecánicos automovilísticos, técnicos en electricidad, etc., de la misma manera, debemos aprender a combatir nuestras preocupaciones infundadas e irracionales, nuestros miedos fantasiosos, etc.
Ni una sola persona ha nacido con el conocimiento del "arte de vivir", con el conocimiento de los secretos de "cómo ser felices". Sí existe un "arte de vivir", por supuesto, pero éste arte debe aprenderse y practicarse durante toda la vida.
Para Critilo, el primer secreto del "arte de vivir" consiste en conocernos "un poco más" a nosotros mismos. ¡Pero mucho cuidado!: ¡Nunca nos conoceremos pensando y especulando cómo somos! La única manera de conocernos "un poco más", y ese poco más podría ser todo lo que necesitemos. La única manera de conocernos repito, es a través de la "acción". De actuar en la vida, pues al actuar la realidad nos va a decir con toda la franqueza del mundo, los aciertos o deficiencias de nuestra actuación.
Además, debemos preguntarle a nuestros seres queridos cómo creen ellos que somos. ¡Tengamos la seguridad, que como los otros nos ven, así somos en cierto sentido! Al ir actuando y preguntando por nuestras debilidades y cualidades, nos iremos dando cuenta cuáles son nuestras cualidades fuertes y nuestras verdaderas capacidades.
Sabiendo esto, nos dice Critilo, habremos conocido el "primer gran secreto del arte de vivir": ir conociendo nuestras fuerzas y debilidades, y solamente con este conocimiento, nuestra vida podrá dar a nuestro favor, un giro de 180 grados.
¡Conocerse a sí mismo (no por completo, porque sería imposible e inútil), poco a poco, sería la ruta más segura para encontrar una de las fuentes más ricas para nuestra felicidad!
