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PALABRAS DE PODER

JACINTO FAYA VIESCA

FISIOLOGÍA DE LA ENVIDIA

Soy la Envidia, y en un acto de sinceridad, quiero que me conozcan. Empezaré por decirles que cuando me apodero del corazón de una persona, es casi imposible que me expulse de su ser.

Pinto la cara de los envidiosos con un color verdoso. Los médicos dicen que la cara verdosa del envidioso se debe a que soy capaz de alterar la química sanguínea, de estropear la circulación de la sangre, y de producir sustancias venenosas, y que debido a todo esto, es imposible que el envidioso pueda evitar el verde de su cara.

¡No sé si soy una pasión o un vicio horrible!, pero estoy segura que mi fisiología envidiosa se compone de múltiples trastornos afectivos. Primero que todo, el que envidia quisiera gozar de las cualidades o bienes de otra persona. Pero como su Envidia tiene como base la codicia (en su acepción más amplia), no se contenta con desear lo que el otro tiene o es, sino que quisiera además, que esas cualidades o bienes, el otro no los tuviera, y que esa persona no fuera lo que es.

Reconozco, como Envidia que soy, que siento un profundo odio pasivo contra los que envidio. ¡No entiendo mis sentimientos! Por ejemplo, la gula tiene su recompensa: el deleite de lo que se come; la lujuria se deleita con el placer de la sensualidad. En cambio, mi trastorno de Envidia no goza de ningún deleite. Soy realmente, la fuente de rencores, odios, resentimientos, rabias y tristezas.

Una vez que enveneno el corazón de alguien, esa persona no puede gozar de virtudes sublimes. Y es que mi veneno es tan corrosivo, que un corazón tocado por mí, sólo supura odio y resentimiento. Cervantes lo expresó muy bien en El Quijote: "Donde reina la envidia no puede reinar la virtud".

El envidioso tiene vista de lince para las cualidades del envidiado, y vista de topo para poder ver las suyas. Padece del vicio de andar viendo los talentos de otros.

San Pablo, gran conocedor de la condición humana, escribió: "No seamos codiciosos de vanagloria, envidiándonos los unos a los otros".

No se piense que la Envidia solo prolifera en personas de una particular posición económica o social. La Envidia es una pasión baja que anida igual en los ricos que en los pobres, en los muy inteligentes y cultos, al igual que en personas de diferentes grados de escolaridad.

Incluso, entre personas inteligentísimas se dan profundas envidias. En los círculos de grandes académicos de las mejores universidades del mundo, la Envidia es moneda corriente. En la política sucede lo mismo. No creo que se haya emprendido algún estudio serio que nos muestre el porcentaje de personas envidiosas, en una nación determinada. Pero podemos suponer, que es en las naciones desarrolladas donde más prolífera este vicio.

De hecho, creo, que la gran mayoría de nosotros ha experimentado algunas veces, esta viciosa pasión; y de ser así, sería algo totalmente normal, propio de nuestra precaria y limitada condición humana. Lo peligroso se da, en las personas que sufren de Envidia constantemente.

Me conozco perfectamente bien - habla la Envidia: no puedo soportar que otros sean mejores que yo; como pasión baja que soy, odio constantemente al que envidio, y no lo soporto; reconozco al instante los corazones que no puedo infectar: pertenecen a seres humanos con relevantes cualidades, y estas prendas los hacen inmunes a esta pasión viciosa; el envidioso puede confesar todos sus vicios, incluso el de ser un criminal despiadado, pero jamás confesará que padece del grave trastorno de la Envidia, pues sabe que se trata de una pasión tímida, cobarde y vergonzosa, pasión que no puede admitir. Por esto, no hay envidioso que confiese que lo es, y que no se queje de que lo envidian, que es lo que más quisiera.

Critilo nos dice, que los psicólogos y psiquiatras profesionales nada importante nos refieren sobre este trastorno que mantiene fracturado permanentemente el carácter del persistente envidioso. Si queremos aprender la fisiología de esta baja pasión, tímida y vergonzosa, tendremos que acudir a Sófocles, Esquilo y Eurípides. Y necesariamente a Shakespeare y a Dostoievski. Estos geniales autores nos enseñarán más sobre la envidia, que los mejores manuales de psicología.

Critilo no sabe si la Envidia persistente puede ser curable. Pero de lo que sí está seguro, es que debemos alejarnos de toda persona que nos envidie, pues al envidiarnos nos odia, y podría buscar cualquier pretexto para convertir su odio pasivo hacia nosotros, en un odio activo, lo cual es ya algo muy peligroso.

Recordemos lo que dijo el genial escultor Florentino, Leonardo Da Vinci: "Antes habrá cuerpos sin sombra que virtud sin envidia".

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