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PALABRAS DE PODER

BREVES REFLEXIONES DE SABIDURÍA PRÁCTICA PARA VIVIR

JACINTO FAYA VIESCA

La buena educación que ha impactado en la formación de nuestra inteligencia y carácter moral, nadie nos la puede quitar. Es parecido al golpe del cincel de un excelente escultor, o a la pincelada de un relevante pintor: ya forman parte de esa escultura y de esa bella pintura. La educación era para los griegos lo más sublime, como nos lo dice Jaeger en su obra cumbre, "Paideia".

Aun dentro del dolor, estamos obligados a desterrarlo y a introducir la alegría, como lo aconsejó Goethe. Con frecuencia, es muy difícil lograrlo, pero siempre debemos intentarlo. Recordemos que la alegría está esperando que le abramos las puertas de nuestra adolorida vida.

Hay muchas formas de instruirnos. Las circunstancias difíciles por las que pasamos o en las que estamos presos constituyen una instrucción inmejorable. Ya esto de muchas maneras lo ha dicho Nietzsche.

No odiemos por completo a nuestros enemigos; dejemos un espacio libre en nuestro corazón para ellos, pues podríamos llegar a ser amigos de nuevo o a necesitarlos. De igual manera, dejemos un rinconcito libre de nuestro corazón para nuestros amigos, pues pudiera ser que algún día fueran nuestros enemigos.

En todo aquello en que obtengamos una ganancia, la otra parte deberá haberse beneficiado también; al menos, con nuestra gratitud. Y toda ganancia que obtengamos deberá ser justa y moralmente correcta. Toda ganancia injusta o inmoral nos causará perjuicio, aún y cuando lo ignoremos. La ganancia injusta es productora de odios y venganzas.

No todo lo que cosechamos nos causa deleite. Para que una cosecha nos alegre, tiene que ser en el tiempo oportuno. Cosechar, antes o después de lo oportuno, es causa de desilusión y de enfado. Y no olvidemos, como dijo Goethe, que cosechar es más difícil que sembrar.

Si somos ingratos con quienes nos han favorecido o tratado bien, ello revela nuestra bajeza. Nuestra ingratitud debilita nuestro carácter y nos prepara para mayores vilezas.

El tiempo es tan poderoso, que nada se le puede ocultar. Tarde o temprano actuará como la luz, ante la que aparecerán cientos de diminutas motitas de polvo que se encontraban a obscuras antes de abrir ese cuarto que estaba cerrado. El tiempo es hermano de la luz más resplandeciente: nos permite que veamos lo más escondido y disfrazado. La Biblia cita innumerables veces esta idea.

Consideremos a nuestro buen juicio, a nuestra manera correcta de pensar, como a uno de los mayores tesoros de nuestra vida, según lo escribe Gracián a lo largo de su obra. El oro de 24 kilates es sólo cobre si lo comparamos con nuestra sensatez, que es una valiosísima arma para todas las luchas de nuestra existencia.

Cuánta razón tenía el trágico griego Sófocles, al haber escrito: "Es propio de un hombre sobrellevar con nobleza lo que le sobrevenga". Sófocles nos invita a que nuestros infortunios los llevemos con sentimientos elevados, dignidad y honor. La vida a veces nos golpea con mucha dureza, pero, como decían los griegos de la antigüedad, no hay un espectáculo más grandioso y que más guste a los dioses, que ver luchar con dignidad a un hombre que se enfrenta a la dura adversidad.

Grandes arrepentimientos nos vienen por haber obrado con precipitación. Como dijo el griego Menandro, la irreflexión siempre nos conduce a tomar decisiones que nos acarrean graves perjuicios. En la mayoría de los casos podemos no empezar aquello de lo que podamos arrepentirnos. ¡Reflexionemos sobre lo que queremos hacer! ¡No sembremos vientos que después tengamos que recoger como tempestades!

No castiguemos a nadie si no hemos comprobado su culpa. Los humanos somos muy tendientes a castigar basándonos sólo en rumores, sospechas, y especulaciones.

Es imposible que un hombre malvado pueda ser feliz. Aún y cuando lo veamos como un afortunado, dado su poder o riquezas. El malvado tiene corroído el corazón, y la dicha sólo es posible en las almas buenas, como bien lo ha dicho Séneca.

¡No es cierto que no podamos contener nuestra ira! Inclusive, en muchísimas ocasiones podemos evitar que inicie. Quien afirma que la ira siempre "le gana", está justificando de antemano su debilidad de carácter, o su real intención de ofender.

La necesidad, es decir, la carencia de lo que necesitamos en lo personal, constituye una palanca de un enorme poder para nuestro desarrollo. Muchas naciones del planeta llegan a transformarse en grandes países gracias a las severas necesidades que padecían. La necesidad es madre de la ciencia, según un refrán universal.

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