EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

PALABRAS DE PODER

EN TODAS LAS RELACIONES INTERPERSONALES SE ENCUENTRAN DIFICULTADES

JACINTO FAYA VIESCA

Una de las cuestiones que más ansiamos consiste en ser aceptados por personas que nos interesan, y que a la vez, también nosotros las aceptemos. Llevarnos bien con los demás nos resulta indispensable. Pero desafortunadamente, si no estamos permanentemente atentos a este anhelo nuestro, nuestras relaciones con quienes más nos interesan, se podrán venir a pique.

GOETHE, gran conocedor de sí mismo y de los demás, se preocupó durante toda su vida, de mejorar y conservar en un alto nivel sus relaciones con muchas personas que le interesaban. Y sobre este particular, escribió la siguiente reflexión en su obra, Máximas y Reflexiones. “Ni con la mejor voluntad y la más pura de las intenciones les resulta fácil conocerse a los hombres; y a ello viene a sumarse la mala voluntad, que todo lo tergiversa”.

Podemos poner nuestra mejor voluntad y abrigar intenciones puras y buenas, pero aun así, no es fácil conocer a los otros y que nos conozcan. En cualquier tipo de relación: padre – hijo, cónyuges, amigo – amigo, entre desconocidos, la relación no es sencilla, ya que intervienen diferentes factores que escapan de nuestro control; y nos estamos refiriendo a relaciones en la que las personas que se están relacionando tienen las intenciones más puras y la mejor voluntad.

Y es que en toda relación se nos escapan varios factores que tienen una importancia enorme, factores que no los tomamos en cuenta. Uno de ellos, es que no somos conscientes de que antes de considerarnos que somos personas razonables e inteligentes, la realidad es que esencialmente somos seres emocionales.

Somos personas con ideas preconcebidas, llenos de prejuicios, de sentimientos que ocultamos, etc. Por ejemplo, cuando el padre está relacionándose con el hijo, o la relación se da entre dos extraños, no atendemos a los sentimientos del otro. Ni siquiera tratamos de identificar en qué estado emocional se encuentra en ese momento la otra persona: ¿triste, ansioso, temeroso, preocupado, tranquilo, etc.? Además, estamos tan interesados en decir lo que deseamos decir, que no escuchamos al otro, pues lo que él otro nos está diciendo no lo estamos tomando en cuenta, pues estamos muy pendientes de querer agotar lo que queremos expresar. En este sentido se da un “monólogo de dos”, en que ambas partes se expresan, pero sin escuchar, y menos entender y comprender lo que el otro está expresando. Una de las cuestiones que más estorban e impiden una buena relación, se da cuando constantemente estamos criticando los puntos de vista del otro. Estas críticas, a menudo, les resultan ofensivas, o al menos, francamente desagradables.

Uno de los descuidos más graves en nuestra relación con el otro, consiste en escuchar palabras que consideramos que no vienen al caso, o que simplemente, no entendemos su alcance. El problema se da cuando nos quedamos callados y no preguntamos qué es, precisamente, lo que quiso decir. En vez de preguntar, simplemente interpretamos lo que quiso decir. Con mucha frecuencia, hay mucha más buena fe por parte de las personas que nos dijeron palabras que consideramos inadecuadas. Simplemente, no tuvieron la habilidad para expresarse de manera correcta. Al no preguntar, nos quedamos con nuestra interpretación, que casi siempre es negativa.

Las palabras tienen un inmenso poder para construir, pero también para destruir. Con palabras podemos alabar y confortar, o también ofender y desanimar. El no ser cuidadosos con lo que decimos, es causa de muchos malos entendidos.

Otro de los factores que más impiden las buenas relaciones consiste en que no preguntamos lo necesario; no solicitamos que se nos aclare algún punto de la conversación. En lugar de ello, tratamos de adivinar lo que el otro pretende; ponemos en su boca palabras que nunca dijo.

Todo lo anterior, se da en una relación en la que existe la mejor intención y buena voluntad de ambos, y aun así, ya vemos, que difícil es que dos personas se conozcan mutuamente. Ahora, imaginémonos lo que sucede cuando hay mala voluntad de uno o de ambos de los que se están relacionando. CRITILO nos dice, que en esos casos, de nada sirve la inteligencia y las palabras más correctas. La mala voluntad podrá quedar oculta por un tiempo, pero lo más seguro es que después salga a flote.

CRITILO está convencido que el factor más importante para comunicarnos adecuadamente y para lograr una buena relación con el otro, no es la inteligencia, la riqueza de leguaje, la cultura, o los conocimientos sobre el tema. El factor supremo es la “buena voluntad”. Cuando se da la buena voluntad, están sembradas las semillas para una espléndida cosecha. La buena voluntad no es más que la intención honesta, el absoluto respeto al otro, y la más recta disposición de nuestro espíritu.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 545752

elsiglo.mx