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PALABRAS DE PODER

LA MÚSICA COMO EDUCADORA DE VALORES Y DEL ESPÍRITU

JACINTO FAYA VIESCA

He leído en muchas ocasiones - le dijo el Aprendiz a su amigo el Sabio - que en la Grecia Antigua, la música constituía no solamente uno de los deleites más preferidos de los griegos, sino que además, se trataba de una materia educacional tan importante en las escuelas, como lo era las matemáticas, la gimnasia y la geometría. ¿Cuál fue la razón de que la música fuera parte esencial en la formación del espíritu de los griegos?

Tu pregunta es interesantísima, y me agrada mucho que empieces a estudiar a los educadores de la Grecia Antigua - le respondió el Sabio -. En la historia de la humanidad no ha habido una educación más completa que la que se impartía en la Grecia Antigua. Toda la educación iba dirigida a formar hombres y mujeres completos, vinculados estrechamente con su comunidad y con un gran apego al Estado.

El griego se educaba - continuó hablando el Sabio - para servir a la comunidad y a la patria, y sólo se le inculcaba los valores más trascendentes, nobles y elevados. Se pretendía formar seres humanos en todas sus dimensiones: social, cultural, respetuosos de sus dioses y de sus mayores, defensores de su patria; hombres que educaron su espíritu, su inteligencia, y siempre con un desbordante amor a lo bueno, a lo justo, a lo verdadero, y a lo bello.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la educación musical? - insistió preguntándole el Aprendiz a su amigo el Sabio.

¡Te responderé!: para los griegos, la música no se agotaba en el simple dominio de un instrumento musical. La música respondía a los cantos populares de cada región de Grecia. La música reflejaba las gestas heroicas de sus héroes; se componía música para alentar a los soldados que salían a combatir en las guerras. Música que era acorde con los bailables populares, con la poesía cantada y escrita por sus poetas. Toda la música griega respondía a las fibras más sensibles de su pueblo y sus tradiciones. Su música enaltecía el espíritu y empujaba a los griegos a sentirse más nobles y elevados. La música fue parte esencial de la formación cultural, educativa y espiritual de ese pueblo.

¡Qué maravilla!, exclamó el Aprendiz. Recuerdo - siguió hablando el Aprendiz - que el inmenso compositor Beethoven, en su libro "Confidencias", escribió: "La música es una revelación más alta que la sabiduría y la filosofía". Y también recuerdo que Cervantes en su obra el Quijote, dijo: "Donde hay música no puede haber cosa mala".

Me agrada mucho - le contestó el Sabio - que te hayas interesado por una de las dimensiones más vitales y sublimes del ser humano, como es la música. Las almas más sensibles - siguió hablando el Sabio - han estado de acuerdo, que la dulzura de la música es el único hechizo permitido que hay en el mundo. Y es que lo más acorde a nuestra naturaleza humana es la música. Todos sabemos que la música crea una patria para todos los seres humanos: sublime, sus acordes parecen bajar del mismo Cielo, música que es capaz de salvar cualquier diferencia de lengua y de raza.

¡Fascinante!, - le respondió el Aprendiz-. Ya es muy común escuchar que la música es la única lengua universal. Como tú me aconsejaste - le dijo el Aprendiz a su amigo - que indagara qué han pensado algunos de los más grandes filósofos de todos los tiempos, quiero comunicarte este pensamiento de Platón que lo escribió en su obra cumbre, "La República": "La música es la esencia del orden, y eleva a todas las almas hacia lo bueno, lo justo y lo bello".

¡Felicidades!, amigo -le dijo el Sabio -. Quisiera terminar por mi parte esta conversación, con una alusión a la música que hizo el genio más vasto y profundo que ha dado la humanidad. Me refiero al genio de genios, Shakespeare, quien en su obra, "El mercader de Venecia", a través de su personaje Lorenzo, escribió:

".... pues considera una manada salvaje y desordenada o un grupo de potros jóvenes e indómitos, dando salto locos, bramando y relinchando atronadoramente, según la condición caliente de su sangre: si por casualidad oyen el sonido de una trompeta o un aire de música les toca al oído, percibirás que se detienen de golpe y sus ojos salvajes adquieren una dócil mirada debido al dulce poder de la música. Por eso el poeta imaginó que Orfeo movía árboles, piedras y arroyos, pues nada hay tan insensible, duro y lleno de odio cuya naturaleza no la pueda cambiar un rato la música. El hombre que no tiene música en su interior ni se emociona con la concordancia de dulces sonidos está hecho para traiciones, estrategias y robos. Los movimientos de su espíritu son negros como la noche y sus afectos oscuros como el Erebo. No hay que confiar en tal hombre. Atiende a la música".

¡Impresionante!, opina Critilo. Acudamos a la música que más nos guste y a la de más alta calidad. La música lavará nuestra alma de nostalgias y sufrimientos. La música purifica nuestro espíritu y nos eleva a lo más alto y sublime de la vida.

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