EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

PALABRAS DE PODER

LA VENGANZA Y LA CORDURA

JACINTO FAYA VIESCA

¡Soy la justicia salvaje!, cumplo con la ley del Talión: "Diente por diente y ojo por ojo" y si como pasión ardiente muero, un vengador nacerá un día de mis cenizas. La fuerza de mi pasión es que abrigo el inmenso deseo de dañar al que me dañó, en la misma proporción, y si puedo, hacerle un daño mayor.

Mi sangrante y borrascoso corazón no entiende de razones, y por mis arterias sólo corre un veneno que me impele a no perdonar, exclamó la Venganza.

Te has definido bien, aunque sólo parcialmente, le dijo la Cordura. Como eres ciega, careces de ojos, y al no poderte ver en un espejo, no puedes mirar tu rostro, pero te lo voy a describir: eres una masa informe, sanguinolenta, supuras un líquido de intenso color rojo igual al del acero al rojo vivo.

Tu olor es nauseabundo, propio de un órgano corrompido. Quienes te conocen me aseguran que tu memoria es más fuerte que la de un elefante.

Me dicen también, que estás apartada de todas las virtudes, y que tu sed de dañar a otro, es insaciable. Tú misma has dicho en muchas ocasiones, que si ya murió quien te dañó, lo odias más después de muerto, pues tu sangre infectada por el odio, no encuentra el sosiego, al no poder ejecutar tu gran daño planeado, pero abortado.

Creo - dijo la Cordura -, que tus entrañas son propias de un ser débil y mezquino. No te das cuenta que si te desquitas cometes una vileza igual a la que cometieron contigo.

Estoy convencida - le dijo la Venganza a la Cordura -, que eres una ilusa, y como tu hígado es de leche y careces de sangre, no sientes las ofensas, y por ello no las vengas. Y lo que es peor: si experimentaras un grave daño no te vengarías, pues careces de valentía para hacerlo.

¡Pido la palabra - exclamó la Sensatez-! No creo que la Cordura tenga un hígado de blanca leche, ni que carezca de sangre. Si algo tiene la Cordura de inmenso valor, es que todos sus sentimientos le vienen del corazón. La propia palabra Cordura implica lo cordial, lo que está conectado con el corazón. Solamente, que se trata de un corazón bueno, que detesta el odio y que sólo abriga amor y los mejores sentimientos.

¡Tú eres muy sensato contigo mismo y no con los demás!, lo acusó la Venganza. Tu sensatez no conoce ni la más mínima locura; y por esto, no puedes opinar sobre las grandes pasiones.

¡Te equivocas - le respondió la Sensatez! Yo he sentido grandes pasiones, y cuando alguien me ha dañado, he llegado a sentir un odio que me invade el corazón. Pero mi esencia consiste en pedirle a lo Cordura que me auxilie. Que me contagie de su bondad como sublime y superior virtud; que no permita que mi corazón se envilezca ni degrade.

¡Yo también quiero hablar - dijo el Orgullo! Me conozco perfectamente bien, y sé que he sido causa de incontables males a través de la historia de la humanidad. Sé, que cuando me inclino al extremo, no soy más que la propia Venganza. Y si no lo soy, sí soy su hermano gemelo, pues todo espíritu extremadamente orgulloso es vengativo y vicioso.

Represento tan grave mal a la humanidad, que no he podido extinguirme. Soy de cuerpo horrendo, mi cara expresa prepotencia y despotismo, mi cuello se estira hacia arriba en una ansia de superioridad, odio a los humildes y sencillos. ¡De plano!: soy hermano gemelo de la Venganza.

En mis pocos momentos de luz que he tenido en miles de años - dijo la Venganza -, le he pedido a la Naturaleza, que me extinga, pues yo misma me desprecio y odio.

Yo no soy tu enemigo - le dijo la Cordura a la Venganza -, ni soy tampoco ningún ejemplo de grandeza. Pero sí considero, que como Venganza que eres, no estás condenada a cumplir tu ley de "Diente por diente y ojo por ojo". Debes de cuidarte de ese sentimiento de una Venganza pensada y muy reflexionada, pues es la peor de todas, ya que arguye un ánimo vicioso y una real crueldad.

¡Te imploro y suplico!, le dijo la Cordura a la Venganza: no trates de vengarte de quienes te dañaron; deja que la vida ponga las cosas en su lugar. ¡Date cuenta, que todo sentimiento de Venganza anida en las almas débiles!; los pechos fuertes sufren los daños y no destruyen a sus ofensores.

Critilo está de acuerdo en que una de las mayores bendiciones que pudiera recibir la humanidad, es que la pasión de la Venganza se extinguiera para siempre. La vida nunca se sustenta en el odio ni en vengar los agravios. La vida se desarrolla y florece en la bondad, que es la fuerza suprema del universo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 550368

elsiglo.mx