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PALABRAS DE PODER

DIÁLOGO ENTRE LOS DIOSES Y LOS SERES HUMANOS

JACINTO FAYA VIESCA

¡De plano: ustedes los dioses ayudados por la Naturaleza, han demostrado el desprecio que sienten por nosotros, los seres humanos! Apenas podemos creer, que ustedes, dioses poderosos, le den más larga vida a las tortugas o a los cocodrilos, que a las personas.

¡Y qué decirles de las secoyas, árboles majestuosos, a los que les permiten vivir más de dos mil años! Para nosotros los humanos, la vida transcurre rápidamente, y para muchísimos niños o jóvenes, cuando apenas están formando sus propósitos y planes de vida, mandan a su verdugo la muerte, para que les apaguen la luz de la vida.

No somos los seres humanos comunes, sólo quienes nos quejamos. El gran médico Hipócrates de la Grecia Clásica plantó su queja al escribir: "La vida es corta, largo el conocimiento". Y lo mismo con otras palabras lo afirmaron los filósofos presocráticos, Anaxágoras y Demócrito, de la Grecia Antigua.

¡Insensatos: tronaron los dioses! Nosotros no nos quejamos de ustedes, hombres ingratos, seres arrogantes y soberbios, egoístas que sólo buscan sus propios intereses; se quejan de todo y no están conformes con nada. Nacieron irritados y con una sobresaliente capacidad para dilapidar su "tiempo de vida".

¡Es cierto que muchas veces a edad muy temprana, muchos pierden la vida, y eso es una verdadera lástima, lo reconocemos! ¡Pero qué le vamos a hacer, la Naturaleza es caprichosa, y muchas cosas se escapan de nuestro poder: simplemente, las circunstancias se imponen! Recuerden la máxima de los griegos de la antigüedad: "El poder de las circunstancias es más poderoso que todos los poderes de los dioses".

¡Pero no es justo - clamaron los hombres -, que a ciertas personas les den una vida muy breve, y a otras, una existencia muy larga!

En vez de quejarse tanto - respondieron los dioses y la Naturaleza -, mejor sería que en vez de simplemente "existir" y reclamar la longevidad de las tortugas, se aplicaran a "vivir" plenamente, aprovechando su tiempo de la manera más útil.

¿Qué no son conscientes- siguieron hablando los dioses y la Naturaleza -, que ustedes los seres humanos se distinguen por ser nuestros hijos pródigos? Dilapidan el tiempo como si creyeran que van a vivir una eternidad. Se dedican a hacer lo contrario a lo que deberían hacer. Malgastan su tiempo en la dejadez, la negligencia y las ocupaciones inútiles. Y aun así, se quejan de que no gozan de suficiente tiempo.

Hasta una mariposa que tuvo la paciencia de pasar por ser una oruga, aprovecha sus diez días de vida como mariposa, de manera excelente. Pero ustedes, pobrecitos seres humanos, a pesar que los dotamos de inteligencia, lenguaje, voluntad y sentimientos, ¿qué hacen? Unos, se pasan su vida entre las botellas de vino; otros, gastan su tiempo en una codicia desenfrenada; hay quienes, su tiempo lo ocupan para recordar todo el día el dinero que tienen atesorado: su avaricia es más importante que su tiempo y que su propia vida.

¡Son ustedes los seres más desperdiciados de la Naturaleza! Algunos entregan todo su tiempo para que sus jefes dispongan de ellos, como quieran. Inclusive, esperando el día entero a ver qué se le ofrece al jefe! Para aquellos, la mejor recompensa no es el reconocimiento a sus servicios, sino una mediana sonrisa de sus superiores; y si en vez de sonrisa sólo ven su seño fruncido, se abaten y parece que pierden la vida. ¡Y lo peor de todo, es que sus superiores jamás les agradecerán ningún servicio prestado!

¡Hombres locos y desorientados, dijeron los dioses y la Naturaleza! Nos piden más tiempo, sin darse cuenta que su porción de tiempo sería suficiente para edificar una vida útil y provechosa!

Pero no: se empeñan en pedir más tiempo sin saber para qué lo quieren. Hay muchos hombres que salen a la calle sin un propósito determinado. No saben si van o vienen. Si se les preguntaran cómo están, contestan, que "ahí la llevan".

Critilo cree que los dioses y la naturaleza tienen la razón en este diálogo. Los seres humanos saben que la vida no es justa, pues constantemente está interviniendo la loca y voluble Fortuna que imponen sus ciegos caprichos, causando dichas y desdichas sin ton ni son.

Pero si ya sabemos esto, los seres humanos deben de estar muy dispuestos y atentos a fin que la muerte no los atrape distraídos. Llegar al sepulcro luchando por cosas provechosas es algo digno y hermoso. En cambio, caer descuidados en la tumba, bostezando y dilapidando el tiempo, es algo indigno y vergonzoso.

¡En nosotros está en estirar el tiempo que nos den los dioses y la Naturaleza; todo consiste en comportarnos como personas que luchan por fines útiles y nobles!

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