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PALABRAS DE PODER

Una vida plena espanta los terrores a la muerte

POR JACINTO FAYA VIESCA

¡No podemos engañarnos - le dijo el Aprendiz a su amigo el Sabio -: las personas consideramos a la muerte como el más terrible de los males!

Es cierto - le contestó el Sabio -. Y sobre este mal que parece espantoso, te voy a transcribir una reflexión de uno de mis pensadores favoritos; me refiero a Epicuro, al que considero un brillante pensador de la Grecia Antigua. Ésta es la reflexión de Epicuro:

"Acostúmbrate a pensar que la muerte nada es para nosotros, porque todo bien y todo mal residen en las sensaciones, y la muerte es privación de los sentidos. Por lo cual el recto conocimiento de que la muerte nada es para nosotros hace dichosa la mortalidad de la vida. No por que añada una temporalidad infinita sino porque elimina el ansia de inmortalidad. Nada terrible hay en efecto, en el vivir para quien ha comprendido realmente que nada terrible hay en el no vivir".

¡Excelente reflexión, le comentó el Aprendiz a su amigo! Y lo que nos sucede en la realidad aun cuando lo neguemos, es que le tenemos horror a morir, creyendo que apagamos nuestro terror al imaginarnos que pasaremos a otra vida en la que viviremos eternamente. Estoy seguro - continuó hablando el Aprendiz - que en la medida en que más insistamos que al morir pasaremos a la eternidad, en esa misma medida aumenta nuestra angustia y pavor por nuestra muerte, lo que a su vez produce el efecto de no disfrutar nuestra vida terrena.

¡Tienes razón - le contestó el Sabio! Y tu idea se relaciona con la reflexión de que el ansia que tenemos de inmortalidad se debe a nuestro horror a morir. Si pensamos que al morir dejaremos de sentir, nuestro pavor disminuirá. ¡Y es que nos aterroriza pensar en dónde estaremos si no hay una eternidad! La respuesta más sensata la daríamos formulando esta pregunta: ¿y dónde estuvimos antes de nacer?

Te voy a dar otra profundísima reflexión de Epicuro - le dijo el Sabio al Aprendiz -, y es esta: "Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros somos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no somos nosotros".

¡Reflexión de Epicuro admirablemente cierta, le comentó el Aprendiz al Sabio! Y si pensamos detenidamente en las ideas de Epicuro, nos daremos cuenta que este pensador griego medita sobre la muerte a fin de enriquecer nuestro profundo amor por la vida, sin que ese amor disminuya por el hecho de no esperar ninguna inmortalidad. ¡Muy bien, le contestó el Sabio!, y así lo pensó el gran escritor de la Roma Antigua, Plinio, quien escribió: "Siempre es amarga y prematura la muerte de quien busca algo inmortal".

Recuerda amigo - le dijo el Sabio -, que Epicuro combatía el irracional temor a la muerte por el hecho de que este miedo no nos permite vivir en plenitud. En la Roma Antigua, se ponía mucha atención a esta máxima: "Más duro que morir es estar siempre temiendo a la muerte".

Por salud mental - dijo el Sabio-, tenemos que aceptar que desde que nacimos llevamos clavada en nuestro corazón una flecha mortal, y que nuestra vida es, entre otras cosas, un camino a la muerte. Pero los hombres están tan confundidos, que quieren vivir muchos años, y a la vez, no quieren morir, cuando el reloj de nuestra vida por cada día que nos da, un día más nos acerca a nuestro final.

La realidad - continuó hablando el Sabio, es que el miedo a morir no ha sido el mismo en todos los tiempos de la historia. Hace 100 mil años, la esperanza de vida no llegaba a los 30 años. Los hombres salían a cazar por días o semanas sin la seguridad de regresar. Hace 4 mil años, los guerreros de Egipto, Grecia, y grandes naciones de Asia, salían a luchar por su patria sin quejas ni lamentos; así nos lo relata las crónicas de ese tiempo. Los seres humanos de esas etapas estaban fuertemente apegados a la vida, pero estaban dispuestos a morir al instante.

Por lo que veo - le dijo el Aprendiz al Sabio -, nuestra salud mental depende en alto grado en que dejemos de pasar por la vida temblando ante la idea de la muerte. Y en el fondo - continuó hablando el Aprendiz -, tanto Epicuro como los estoicos (Séneca entre ellos) despreciaron a la muerte, y dieron ejemplo en sus vidas particulares, de una gran valentía ante todos los peligros.

El desprecio a la muerte - dice Critilo, no es un desplante de falsa valentía ni un acto de soberbia. Es, simplemente, asumir un profundo amor por la vida. Aceptar la muerte es aprender a vivir plenamente, y no pasar por la existencia temblorosos y asustados.

El gran historiador de la Roma Antigua, Tito Livio, escribió: "Ninguna arma más eficaz para vencer ha sido entregada a los hombres por los dioses inmortales, que el desprecio a la muerte".

Para desterrar nuestro pánico a morir, nos resulta indispensable abrazarnos a la vida. Una vida llena de significado es el supremo antídoto al miedo a morir. Una vida llena de significado espanta los temores a la muerte.

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