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PALABRAS DE PODER

LA PERSONALIDAD 'VENDIBLE'

JACINTO FAYA VIESCA

El "carácter" es la forma de ser peculiar de cada persona. La formación del carácter y de la personalidad, es el resultado de tres factores fundamentales: a) la herencia genética que recibimos de nuestros padres; b) la manera adecuada o incorrecta como fuimos educados en nuestros primeros años de vida; y, c) las fuerzas del medio ambiente como son la posición geográfica, los buenos y malos acontecimientos que nos han sucedido, el influjo de la sociedad, etc.

Desde hace decenios de miles de años, los seres humanos en todas las latitudes donde habitaban, practicaban el trueque, es decir, el cambio de unas mercancías por otras, según sus necesidades. Aun hoy en día, tribus de distintas naciones del Sahara (países de África) viven exclusivamente del intercambio de mercancías.

Pero este trueque practicado a lo largo de miles de años, no forjó en el hombre ninguna "orientación mercantil del carácter", pues el intercambio de mercancías se sustentaba en la mera necesidad de adquirir, por ambas partes, lo necesario.

Pero desde que se inició la Era Moderna, un porcentaje de seres humanos ha impreso en su "personalidad y carácter" una orientación mercantil. Antes de la Era Moderna, el comercio se practicaba en pequeñas localidades, en las que se conocían las personas, unas a las otras. A partir de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, la compra y la venta empezó a funcionar sin tener en cuenta para nada, las necesidades personales, sino que el motor fundamental, consistió en obtener la máxima ganancia.

La ley de la "oferta y la demanda" se entronizó como el motor y el combustible de todas las transacciones comerciales. En la épocas anteriores, toda mercancía tenía implícita un "valor de utilidad". En cambio, hoy en día, las mercancías tienen un "valor de oportunidad". Anteriormente, un vestido valía por su utilidad. Y hoy, si en un país se fabrican excelentes vestidos, pero se producen de más, y no pueden venderse, el precio de los vestidos descenderá.

Sabemos, que día a día se tiran millones de kilos de frutas, verduras, pescado, ropa, en virtud de que esas mercancías no tienen precio en el mercado por el efecto de una sobre producción. No importa, que mil millones de personas en nuestro planeta, vivan en la pobreza: el mercado no tiene corazón ni sentimientos; si la mercancía carece de un "valor de venta y de oportunidad", los productores prefieren tirarla o destruirla, buscando que posteriormente el precio de estos productos se vaya a la alza.

El mecanismo del mercado ejerce una influencia económica enorme en las sociedades. Y es tanta su fuerza, que no sólo construye y destruye mercados, sino que ejerce una predominante influencia en la formación del carácter de las personas.

El psicoanalista neofreudiano, Fromm, le llama orientación mercantil "a la orientación del carácter que está arraigada al experimentarse a uno mismo como una mercancía, y al propio valor de cambio".

Aun cuando un determinado porcentaje de cualquier sociedad, trabaje por su propia cuenta, o reciba un salario, la realidad es que en una sociedad donde mande la fuerza de la oferta y la demanda del mercado, gran parte del éxito de esas personas va a depender de un alta dosis de "adaptación" de lo que quiere ese mercado. Y por cierto, una de las cuestiones que demanda "el mercado", consiste en lo que podríamos llamar, "gozar de una personalidad vendible", y no solamente contar con los conocimientos y habilidades necesarias. Por ejemplo, si dos jovencitas cantantes gozan de una espléndida voz, pero solamente se desea contratar a una, por una importante empresa, obtendrá el contrato la que goce de una personalidad más vendible.

Claro está, que un arquitecto o un médico no podrán triunfar si carecen de los conocimientos fundamentales de sus profesiones. Pero también sabemos, que hay una gran cantidad de excelentes profesionistas y técnicos que fracasan, en virtud de que carecen de esa capacidad de "saber venderse" apropiadamente.

Critilo considera, que es tan despiadada la fuerza de una sociedad de mercado, el enorme poder de un capitalismo ciego e inhumano, que no es posible exigir a las personas que siempre cuenten con una "atractiva y vendible personalidad". Pero el no contar con ella, los pone en desventaja ante otros que sí cuentan con este tipo de personalidad.

Por ello, para no padecer múltiples trastornos emocionales derivados de la necesidad de "poder competir siempre", nos resulta indispensable que nos aferremos a una serie de factores que nos ayuden enormemente a nuestro equilibrio emocional, y poder escapar a salvo, de esa despiadada y ciega competencia de personalidades que el mercado exige. Y para esto, nada mejor que establecer una sólida unión con nuestros cónyuges e hijos, cuidar a nuestros pocos, pero muy queridos amigos, y desarrollar algunas habilidades naturales aun cuando no nos reporten ganancia alguna, pero en cambio sí, nos llenen de orgullo y satisfacción.

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