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Palomeando

ADELA CELORIO

Con una rama de olivo en el pico, la paloma fue la señal de que el Diluvio Universal había terminado, y de que Dios daba al hombre, redimido por el agua, una nueva oportunidad para habitar la Tierra en orden y justicia. Imagino que de ahí viene el hecho de que la paloma simbolice la paz. En cualquier caso se trata de un animalito pacífico y sociable que habita y alegra casi cualquier lugar donde no se le hostilice. Les encanta bañarse en las fuentes y socializar en las plazas públicas. Toda foto en la Plaza de San Marcos de Venecia ha de ser legitimada por el protagonismo de las palomas, que de tan retratadas todos los veranos, han aprendido a posar para los turistas.

Por su gran sentido de orientación, son también mensajeras absolutamente confiables; y en caso de carencias graves como sucedió en la dureza de las guerras europeas, o aquí mismo en tiempos de la Revolución, comer paloma rostizada llegó a ser un lujo. Se niegan al cautiverio, se reproducen en libertad, y por los arrullos y zureos del cortejo amoroso que antecede a su apareo -de por vida porque son monógamas- son inspiración de enamorados y poetas. "Por el día en que llegaste a mi vida Paloma querida me puse a cantar...". Más civilizadas que nosotros, las palomas comparten con su pareja la incubación y crianza de sus pichones, y por sus buenos modos conviven en perfecta armonía con la gente. Pero ya sabemos que nada es perfecto y el problema es que estas aves se reproducen casi en forma exponencial, y con su excremento ensucian catedrales y dañan el mobiliario urbano.

Cuentan que la pesadilla de Sir Winston Churchill era que a su muerte erigieran en los parques esculturas con su efigie, y las palomas defecaran sobre su cabeza. Si usted se ha fijado paciente lector, se habrá dado cuenta de que donde hay esculturas de Churchill, éstas siempre tienen la cabeza protegida por una gorra. ¿Qué a qué viene todo este rollo palomero?

Pues a que la semana pasada en esta capital, un joven fue detenido por cazar palomas en la vía pública, sin tener permiso expreso de la Delegación. ¿Existirá algo así como un permiso para cazar palomas en la vía pública? Policías del sector Merced, lo sorprendieron con las aves dentro de una red de tipo circular, y aunque las palomas en esa zona céntrica son consideradas una plaga por el daño que causan a los inmuebles, el joven no tuvo un documento que lo acreditara como cazador de palomas. "Yo las crío, les pongo una tinita para que se bañen, si tienen viruela yo las curo. En la Asociación colombófila hay gente de dinero que tiene recursos para comprarlas en el mercado de Sonora, (un importante mercado de animales de esta capital), pero cada paloma vale cien pesos y yo no tengo para pagarlos"; declaró, con una actitud genuinamente contrita, el "delincuente" de veinticuatro años. Aseguró también que usa las palomas capturadas como nodriza para empollar los huevos de sus palomas mensajeras. A mí lo que me llama la atención es la excepcional eficiencia con que los policías realizaron el peligrosísimo operativo para capturar al palomero; cuando lo frecuente es verlos aplastadotes en sus patrullas bebiendo cervezas, durmiendo la mona, comiendo sus tortas de tamal...

Sólo eventualmente interrumpen sus actividades para extorsionar a los conductores que olvidamos ponernos el cinturón o hablamos por el teléfono celular. En delitos de tan extrema gravedad, insisten en llevarnos a la Delegación, aunque siempre llega la opción salvadora: ¿cómo nos arreglamos? Si uno les da para sus chelas el delito deja de ser de extrema gravedad y todos contentos. Impecablemente uniformados, chaleco antibalas y armados hasta los dientes, pero improductivos, guangos y amondongados, miles de policías bostezan y se rascan los testículos en la entrada de bancos, comercios, escuelas y hasta hospitales donde el reglamento exige que los chiquitines viajen del cunero al cuarto de la madre ¡vigilados por un policía armado!

Decía que me sorprende la eficiencia de quienes detuvieron al peligroso caza-palomas, porque lo frecuente es que cuando aparecen los delincuentes, los polis no tienen condición física ni mental para reaccionar. Ejercen toda su autoridad, ¡eso sí! en las casetas de vigilancia de los guetos en los que nos hemos encerrado -lo que les permite vigilarnos concienzudamente, conocer nuestros horarios y forma de vida; por lo que de puro aburrimiento, eventualmente se asocian para secuestrarnos. Aparecen como moscas a la caca en cualquier choquecillo o problema callejero, y llegan siempre unos minutos después, al lugar donde acaba de suceder un ilícito. Es por eso que aunque sea esporádicamente, da gusto enterarse de la eficiencia con que los polis detuvieron al peligroso palomero.

Adelace2@prodigy.net.mx

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