"Puede haber casos particulares justificados. Por ejemplo, cuando una prostituta usa un condón."
Benedicto XVI
Lo que parecía un cambio pequeño, pero significativo en la posición de la Iglesia Católica sobre el uso del condón resultó falso. El propio Vaticano ha desmentido que el Papa Benedicto XVI haya hecho un viraje en la posición de la Iglesia y que esté avalando el uso del preservativo para evitar contagios de enfermedades.
El cambio de actitud, en caso de haber sido real, podría haber sido muy importante para reducir el número de vidas que se pierden por el Sida. Hasta hace poco tiempo el Pontífice negaba que el condón pudiera usarse para impedir el contagio debido a que, según él, no es un instrumento adecuado para prevenirlo.
En esto, por supuesto, el Papa está equivocado. Todos los estudios científicos demuestran que el preservativo es un instrumento altamente eficaz para impedir los contagios de enfermedades y, en particular, del Sida. Los casos aparentes de fallo tienen más que ver con una mala utilización o colocación del condón que con una incapacidad del plástico para detener el paso del virus.
Por eso la Organización Mundial de Salud (OMS) reaccionó con entusiasmo ante la divulgación de la entrevista de Benedicto en la que éste señalaba que había casos justificados de empleo del preservativo, como podría ser el de una prostituta. Para la OMS es absolutamente indispensable lograr un mayor uso del condón con el fin de detener la epidemia de Sida que está diezmando la población de varios países de África.
La Iglesia ha planteado que el Papa fue malinterpretado en sus declaraciones, las cuales forman parte de un libro, Luz del mundo, de próxima publicación. Algunos fragmentos del volumen fueron adelantados por L'Osservatore romano, el órgano oficial de información del Vaticano.
Las propias palabras del Pontífice, sin embargo, parecen descartar la posibilidad de una malinterpretación. Más bien parecería que Benedicto dijo algo que posteriormente se le indicó no correspondía con la posición que él mismo y la Iglesia habían mantenido con anterioridad. Si el uso del condón está justificado en algunos casos, como el de una prostituta, esto significa un reconocimiento de la capacidad de este instrumento para eliminar o cuando menos reducir la posibilidad de reducir el peligro del contagio.
El debate en torno a la capacidad de los condones por detener el paso del virus de la inmunodeficiencia adquirida (VIH) no ha sido hasta ahora la razón de la oposición de la Iglesia al preservativo. El rechazo es más bien producto de una visión de la sexualidad que se remonta no hasta Jesús, pero sí cuando menos a San Pablo. El sexo, desde este punto de vista, debe servir sólo para la procreación. La práctica del sexo por el sexo mismo, por el placer que esta actividad proporciona, es, según la Iglesia, una violación a la dignidad humana.
Uno puede cuestionar la influencia real que los dictados del Vaticano puedan tener sobre los católicos. Cada vez es mayor el número de fieles que, sin abandonar la Iglesia, simplemente mantienen comportamientos diferentes a los que recomienda la institución.
Sin embargo, en el caso de los contagios de VIH la decisión de usar o no un condón es tan importante que puede significar la muerte no de un individuo sino de un amplio número de personas. Por eso instituciones como la OMS quisieran tener de su lado a la Iglesia en sus esfuerzos por detener una pandemia brutal. Es realmente muy triste que la Iglesia siga insistiendo en mantener una posición que, por moralismo, condena a mucha gente a la muerte.
Marcel Ebrard, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, ya oficializó cuando menos a tres. En una entrevista con Carlos Loret de Mola apuntó los nombres de la diputada Alejandra Barrales, el secretario de Educación, Mario Delgado, o el procurador Miguel Ángel Mancera como posibles sucesores. Significativamente, no mencionó al secretario de Desarrollo Social Martí Batres.
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