Ecología. Karina Sandoval, estudiante de la Universidad Iberoamericana, inventó un ataúd ecológico que se desintegra en unos cuantos meses.
Estará escrito en su testamento. Arturo tiene 39 años y quiere un show de payasos y uno de mago. No, no lo desea para amenizar las fiestas de cumpleaños de los posibles hijos que podría llegar a tener. Todo ello se contratará para cuando sus familiares le digan adiós por última vez, esto como parte de los rituales que se celebren durante su funeral.
¿Locuras? Mmm... tal vez, eso parecerían, pero Arturo está totalmente cuerdo y explica que pretende con ello hacer un homenaje a la vida, además de aligerar el momento de tristeza para sus seres queridos. Quiere que en su despedida final la gente ría, y mucho, así como él lo ha hecho durante su vida.
Planea que sea "un velorio de varios capítulos: el de la solemnidad, con su misa y rosario; el de la fiesta, con shows de cómicos; pero también el de la creatividad", pues solicitará que se expongan, ya sea en la funeraria o en la casa donde se vele, los retratos y dibujos a lápiz que ha hecho durante su vida.
LA RISOTERAPIA Arturo no quiere morir, simplemente adelanta su voluntad. Ha convencido a su hermana Edith para concretar sus planes. Dice que ella tendrá que aguantar las críticas y las burlas, pero acepta que también reirá hasta el dolor de estómago cuando sus planes de lleven a cabo. Arturo ha llegado al extremo en la singularidad de sus deseos.
La tanatóloga María Guadalupe Valdelamar explica que "las últimas voluntades tienen el objetivo, en muchos de los casos, de aminorar el dolor que se enfrenta ante la muerte. La música o actividades solicitadas pretenden evocar la presencia de la persona, aunque frecuentemente generan más dolor o conflicto entre los familiares, porque es parte del duelo".
De acuerdo con el padre José de Jesús Aguilar, lo básico a realizar en un ritual católico cristiano cuando una persona muere es una misa, el novenario, y otras dos misas, una al mes y otra al año del fallecimiento. "La música, la comida, las fiestas o las puntadas que tengan los familiares o el propio difunto, manifestadas en sus últimas voluntades, se van mezclando con lo religioso".
Así podemos escuchar la historia real de que cuando murió la abuela, la velaron, le rezaron, pero también estuvo en la fiesta que ella misma previó en el patio de la vecindad. Colocaron su ataúd en posición vertical y alrededor la gente comía y cantaba. Hubo cuatro tandas de música de mariachis. Todo había sido voluntad de la anciana. Lo único que no le cumplieron fue llevarla a su pueblo porque el dinero ya no alcanzaba.
LOS QUE SE HACEN POLVO Otros más eligen ser velados e incinerados. Las cenizas habitualmente se esparcen en el lugar elegido por el difunto o se mantienen en una urna que se resguarda en las iglesias.
Sin embargo, las posibilidades de qué hacer con las cenizas se amplía.
Algunas agencias funerarias hacen relicarios de plata en forma de corazones o cruces donde se depositan una cantidad mínima de las cenizas para que, a cada persona que se le regale, se lleve una parte del ser querido. También se hacen rosarios con estas características. El costo es de aproximadamente mil pesos por artículo.
Existe un servicio que arroja las cenizas en el mar dentro de una urnas de papel reciclado, que en aproximadamente 15 horas, sufrirá un proceso de biodegradación. Inmemoriam es la empresa que presta dichos servicios para el vertimiento de cenizas en las costas de Acapulco.
También ofrecen la posibilidad de que las cenizas sean mezcladas y encapsuladas en un material especial y luego pegadas junto a una placa, la cual lleva los datos de la persona y sus fechas de nacimiento y muerte, en arrecifes artificiales hechos de concreto en el fondo del mar.
Los creadores de este sistema prevén que haya hasta 6 mil 700 arrecifes disponibles para que cada uno albergue una perla de cenizas junto a su placa. En tanto que el vertimiento de cenizas en urnas biodegradables es ilimitado. En cuanto a costos, una ceremonia para el depósito de urnas a la que asistan 14 personas cuesta 35 mil pesos y la colocación de las cenizas en un arrecife artificial llega hasta los 45 mil pesos.
LLEGAR A SER DIAMANTE La fantasía llega a la realidad. En 2005 llegó a México la cristalización como una nueva manera de conservar los restos de los seres queridos: Las cenizas eran convertidas en diamantes por la empresa de origen suizo Algordanza.
El servicio, que antes era ofrecido por el Grupo Gayosso, inicia a partir de que las cenizas son entregadas por los familiares. La empresa lleva los restos a Suiza para la transformación que dura aproximadamente 12 semanas. A México llega un diamante con certificado de autenticidad.
Los costos varían dependiendo de los quilates, así como del corte de cada diamante. Se calcula que el proceso de "perpetuidad" va de los cuatro mil 900 dólares por un diamante de 0.3 quilates hasta los 15 mil 600 dólares por uno de un quilate. Se dice que los diamantes son únicos, en este caso, tanto como la vida de cada persona.
Los dueños de Algordanza decidieron que México fuera el primer país del continente americano en contar con este servicio debido a que aquí se tiene un gran amor por la familia, además de que existe una milenaria cultura de recordar a todos aquellos que se han adelantado en el camino.
¿QUÉ MÁS PEDIRLE A LA VIDA? También existen los ecologistas, aquellos que desean ser enterrados, pero que su cuerpo entre en pronta putrefacción. Los más conservadores escogen un ataúd de madera para este fin, pues el material, por ser natural, permite entrar en contacto mucho más rápido con los microorganismos. Lo cierto es que las opciones en México han crecido en el último año, pues se han presentado dos ataúdes ecológicos.
Karina Sandoval, estudiante de la Universidad Iberoamericana, fabricó uno de ellos con materiales que se degradan fácilmente, tales como resinas y cartón. Tiene además cuerdas para transportar el ataúd que están hechas de algodón sintético. El cálculo indica que el ataúd se desintegrará en pocos meses sin impacto alguno en el subsuelo, a diferencia de las resinas sintéticas que se utilizan en la elaboración de los féretros convencionales.
Este ataúd puede ser cremado junto al cadáver con mucha mayor facilidad y rapidez, ahorrando de esta forma combustibles. Por si fuera poco, la creadora de este ataúd, que estudia diseño industrial, además de cuidar el medio ambiente con su ingenio, procuró que el diseño y la estética de su creación fueran amigables. Tiene forma de capullo, ¿qué más podemos pedir para el momento de morir?
El costo del ataúd es de aproximadamente 4 mil pesos, pero la creadora ha externado sus intenciones de seguir investigando sobre el proceso para lograr reducir los costos.
Otro ataúd ecológico es el llamado Restbox, que se puede transportar y almacenar plegado, como una hoja gruesa de triplay. Pesa sólo 12 kg y resiste hasta 225 kg de peso. Los materiales del novedoso ataúd son biodegradables en un periodo de siete años.
Está compuesto de cartón reciclado, pero tiene un importante añadido: recibe un tratamiento para controlar los niveles de acidez en su interior y anular cualquier posible fuga derivada de la descomposición del cadáver. De esta manera, se anula la posibilidad de contaminación de los mantos freáticos.
También existe ya una nueva técnica, que por poco común eleva sus costos, de llevar a cabo la cremación sin necesidad de fuego, sino a través de la utilización de nitrógeno líquido.
LA CLASE HASTA LA MUERTE En algunos países europeos como Inglaterra se ofrecen también modernos ataúdes amigables con el medio ambiente. Cierto es que en cuestión creativa de cajas de muerto, es España quien lleva la ventaja.
En 2009, el diseñador Antonio Miró presentó dos ataúdes de diseños muy dispares. El más controvertido, de diseño futurista y atrevidas formas geométricas, está inspirado en un sarcófago egipcio y se comercializa en varios colores. El otro es mucho más sobrio y convencional, de líneas sencillas.
Miró también ha diseñado dos modelos de prendas de vestir para lucirlos en el funeral. Un traje de pantalón para ellos y de falda para ellas, con la única particularidad de estar confeccionados con una proporción de algodón mucho mayor a lo normal, lo que evita que en caso de incineración se expulsen demasiadas dióxinas a la atmósfera.
Y es que si la moda nos acompaña durante toda la vida, ¿por qué no va a hacerlo también en la muerte?
En México aún no llega esta moda para la muerte. Valdelamar explica que un velorio sigue siendo en el país un evento social en el que las familias de niveles económicos medios hacia arriba, quieren lucir con los acompañantes el derroche que se hizo para su difunto.
De acuerdo con Telésforo García, presidente de la Asociación de Funerarias y Embalsamadoras del Distrito Federal, Saúl Martínez, consejero familiar de Gayosso y Ricardo Dávila de Senderos de Paz, no hay mucho que decir en rituales a cualquier nivel económico, siguen siendo conservadores.
Han llegado a ver rarezas durante los funerales, pero son menores, como vestir al muerto con la ropa de su equipo de futbol o de la profesión que ejercía. Telésforo comenta que la música de banda, mariachi, trío o norteño también se hace presente de manera común cuando las personas fallecen.
"Algunas características de lo que alcanzamos a registrar es que de cada 10 velorios, ocho se hacen en casa y apenas dos en velatorios. Cuando una madre es la que muere, los hijos echan la casa por la ventana, pero cuando es el padre no se esmeran tanto", explica Ricardo Dávila, quien es la cuarta generación en su familia dedicada a este tipo de servicios.
Ha identificado que cada vez más la gente en la ciudad quiere evadir cualquier tipo de ritual para sus muertos. "Nos piden que los llevemos directamente del hospital por ejemplo, al panteón". Sin embargo, él apuesta por que los servicios vayan creciendo al grado de ofrecer banquetes o trajes especiales para esta ocasión.
La tanatóloga nos recuerda que cuando llega la muerte, quedamos en manos de los familiares, quienes dependiendo de las circunstancias económicas y de creencias, llevarán a cabo los rituales de despedida.
Siempre es bueno expresar la última voluntad y lo mejor sería, como lo hizo Arturo dejar el testamento, pero además el dinero para realizarlo. No obstante, siempre dependerá de la voluntad de los que se quedan, de los vivos.