"La belleza misma
No es más que la imagen
Sensible del infinito."
Francis Bacon
Regreso a Eco Paraíso Xixim a dos años de distancia. Una vez más me convenzo de que este pequeño hotel ecológico representa el turismo del futuro, el turismo sustentable.
Este pedazo de paraíso, oficialmente clasificado como hotel de cuatro estrellas, está ubicado en un lugar conocido como punta Xixim, sobre el golfo de México, casi en la frontera de Yucatán con Campeche. Se extiende en una gran propiedad de 550 hectáreas con cinco kilómetros frente al mar. Su densidad es muy baja: hasta este momento cuenta con sólo 15 habitaciones.
El terreno era antiguamente un cocotal, devastado por el amarillamiento letal que destruyó miles de hectáreas de cocoteros en el Yucatán de los años ochenta. La avanzada edad del dueño y la falta de voluntad de sus descendientes para enfrentar la dura vida del campo llevaron a la venta del terreno en 1995 a una entusiasta empresaria mexicana, Verena Gerber.
Ahí surgió Eco Paraíso. Tomó como apellido el nombre del lugar, Xixim, que significa concha en maya, por las innumerables conchas que cubren la playa. El propósito era crear un hotel tan ecológicamente sustentable como fuera práctico y posible. La cercanía de la reserva de la biosfera de la ría de Celestún, con su despliegue de flamencos y manglares, se prestaba para un hotel de esta naturaleza.
Los avances en la tarea de impulsar un hotel ecológico han sido importantes. La instalación obtiene agua salobre a un ritmo moderado de un pozo, la cual se purifica para lavado y baño y todavía más para beber. Las aguas grasas, grises y negras se reciclan, al igual que los desechos orgánicos. En lo posible, se reutilizan también los inorgánicos. Algunas de las hortalizas de la cocina se cultivan en la misma propiedad. No hay plantas o pastos extraños a la región. El control de insectos y plagas busca ser también natural; este fin de año, por ejemplo, el personal empezó a rociar jugo de limones con clavo de olor para ahuyentar las moscas del restaurante. Hay calentadores solares para la piscina, si bien para las duchas se sigue usando gas. Ante la falta de servicio de la Comisión Federal de Electricidad, la electricidad se produce con generadores de diesel.
Gerber ha convertido el Eco Paraíso en una vocación más que en un negocio. En un 2009 marcado por la crisis económica internacional y la epidemia de influenza, aumentó su inversión. Tiró el modesto comedor y construyó un bello complejo con un moderno restaurante y un bar con mirador hacia el mar. Las habitaciones fueron también remodeladas. Estas remodelaciones se hicieron, a instancias del gerente Jaime Solís, sin cerrar el hotel. El servicio de comida se ofreció en las habitaciones. De esta manera se mantuvo el empleo de alrededor de 25 personas. Este fin de año el hotel estaba ya operando al cien por ciento, pero se ha iniciado un nuevo proyecto para aumentar las habitaciones de 15 a 32.
Los retos del futuro son mayores. ¿Puede ser rentable un hotel pequeño y sustentable o llegará un momento en que la costa de Celestún habrá de cubrirse de grandes moles de hormigón como las de Cancún que tendrán que robar arena de otros lugares para sus playas? La historia ofrece muchos ejemplos de la inevitabilidad de las torres, pero también de que ese desarrollo lleva dentro de sí las semillas de su propia destrucción.
Al final todos los fraudes terminan en farsas a costa de los contribuyentes. El fideicomiso para la restauración de playas de Quintana Roo ha suspendido el relleno de playas de Cancún ante la negativa del Gobierno Municipal perredista de Benito Juárez de aportar los 230 millones de pesos que le correspondían. Se ha llevado a Cancún sólo un 60 por ciento de la arena programada, la cual se erosionará más fácilmente de lo que se preveía. El dinero ya gastado, de un proyecto de alrededor de 800 millones de pesos, se habrá perdido.