Los espectáculos programados para celebrar el paso a la semifinal fueron cancelados en todas las ciudades y el silencio se apoderó de la mayoría de las calles y recintos públicos, ambiente que contrasta con la habitual alegría de los brasileños.
El llanto de cientos de miles de brasileños, copó las calles de las principales ciudades de este país sudamericano, el cual soñaba con su sexta Copa del Mundo.