E N los últimos tiempos, la saturación mediática sobre la pedofilia practicada por algunos sacerdotes de la Iglesia Católica, ha sido intensa.
Las primeras denuncias se hicieron en EUA, quizá por su madurez en libertad de expresión y capacidad de denuncia, con acusaciones a sacerdotes de distintos obispados de ese país, particularmente Chicago y Los Ángeles, extendiéndose a partes del mundo, haciendo pública la realidad que hasta entonces se mantenía "en lo oscurito".
Finalmente, nos llegó a México, como "información bomba", siendo retomada por los medios de comunicación nacionales, dando lugar a denuncias de otros casos y serias acusaciones a altas autoridades eclesiásticas, por defraudar la confianza depositada, al protegerlos y encubrirlos.
Indudablemente que el grave delito existe y el "pecado" ha sido cometido por algunos de esos pastores del catolicismo, quienes representan un pequeño número ante la población de sacerdotes registrados. Esto no es nuevo en el mundo y no he encontrado estadísticas firmes que me permitan aseverar que el problema de abuso sexual haya crecido o disminuido. Considere que el acceso a la información ha sido un instrumento eficaz para denunciarlos y, hasta ahora, desgraciadamente, pocos han sido penados por los delitos cometidos, hecho que tampoco es noticia y sí ofende profundamente.
Lo que sí es sorprendente, es el intento de algunas personas por involucrar directamente al Papa, líder de los católicos, que ante el solo hecho de acusarlo de encubrimiento y pedir su comparecencia muestran, al menos, el desconocimiento de la ley, olvidando que se trata del líder político de una nación que cuenta con el fuero de una autoridad de esa estatura nacional, independientemente de su carácter de líder de la Iglesia Católica; lo anterior, equivale a hacer efectivo el llamado a cuentas a algunos presidentes de occidente, algo imposible de facto.Para formarnos un criterio de lo que realmente hay de fondo, habrá que considerar el crecimiento del cristianismo en el tercer mundo, particularmente en África y Oriente. Algunas estadísticas dicen que en el planeta hay ¬¬¬mil ciento quince millones de católicos, que representan al 17.20% de la población total.
Los musulmanes, también están avanzando en su penetración como religión. Actualmente hay mil ciento cincuenta y dos millones de seguidores de las enseñanzas del Corán, representando el 17.77% del total de la población mundial.
En América latina, el 88.8% son católicos, 27% pentecostales, un 9.3% protestantes y 7.8 evangelistas; otros creyentes suman cantidades menores al 1%. Debo advertirle que algunos declararon doble afiliación, de ahí que las cifras totales no sumen el cien por ciento.
No deje pasar desapercibido que ambos -católicos e islamitas- han abierto grandes espacios y sumado masas en los Estados Unidos de Norteamérica, lo que representa una fuerza social y luego política que puede reorientar las posturas al interior del propio país y redireccionar las exteriores.
De hecho, ya son varios los condados de los estados federales del sur de EUA, que cuentan con autoridades latinas, particularmente mexicoamericanas y que por sus propios intereses han estado influyendo en temas referentes a usos y costumbres, seguridad nacional, casos de la migración o leyes laborales, para reformar los beneficios de asistencia médico-social.
Un profesor norteamericano, dialogando sobre el origen y las causas de los problemas, me decía: "sigue la huella del dinero" y ese buen consejo me ha servido para comprender los porqués de algunos sucesos y eventos de nuestro mundo posmoderno; así las cosas, habría que reflexionar sobre el tema y poder diferenciar cuánto y cómo se beneficia o se perjudican los intereses de otras tendencias políticas y religiosas, incluso las cristianas, sin olvidar a los libre pensadores.
Es obvio que la cúpula y sacerdocio del catolicismo está en grave crisis; también es verdad que existen los pedófilos y otros abusadores del poder moral que les da su investidura religiosa; pero considerándolos en un todo, con evaluación estadística, vemos que siguen siendo marcada minoría, comparada ante los otros que no cometen esos delitos y algunos más que son ejemplo de vocación.
Le recuerdo lo dicho por Jesús, refiriéndose a ellos: "mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar", confirmando la necesidad de hacer justicia y sanear a la Iglesia; le pido analice la influencia mediática del caso y recuerde que las acusaciones y delitos cometidos por algunos no son nada nuevo en la historia del cristianismo católico y que, tampoco, quedan exentos de esas debilidades humanas líderes de otras religiones, hasta ahora impunes y sin denuncia, que suman mayor delincuencia, estadísticamente.
Como sabiamente comenta Arturo Madero: "Esta es una sociedad mundial adolescente que se encuentra en una etapa de crisis, donde las instituciones serán fuertemente cuestionadas y sobrevivirán aquellas que así lo merezcan". ¿Qué piensa?
Ydarwich@ual.mx