¿Se acuerda usted de la aturdidora campaña lanzada por el Gobierno en la fase de discusión en el Congreso de la propuesta de reforma energética, que justificaba abrir el escenario a empresas extranjeras con el ubicar un colosal tesoro petrolero en el fondo del mar?
Bien, pues dos años después de aprobada la iniciativa cuya instrumentación, por cierto, no termina aún de cuajar, de las 14 perforaciones en aguas profundas ordenadas por Petróleos Mexicanos, seis derivaron en fiasco.
Se diría que se lanzó el anzuelo a ciegas a ver si había suerte, o que el mapa del famoso cofre del tesoro era falso.
El problema es que el juego de la ruleta le ha costado a la empresa pública entre 600 y 900 millones de dólares, es decir entre 9 y 12 mil millones de pesos.
Cada búsqueda de pozos le cuesta al país entre 100 y 150 millones de dólares, en un escenario en que las posibilidades de acierto son de cuatro a 10.
La paradoja del caso es que la posibilidad de la Cuenca de Chicontepec se abandonó justo por lo mismo, es decir el tener que realizar perforaciones a tientas y a locas con el costo consiguiente, en un terreno peligroso y un escenario incierto.
El caso es que ante la magnitud del fracaso que le propinó un descontón a la costosa campaña de "inducción", la paraestatal quiere jugar a lo seguro, es decir explorar en lugares más idóneos. Estamos hablando de aguas limítrofes entre México y Estados Unidos, donde éste ha ubicado depósitos.
Así, por ejemplo, el depósito conocido como Maximino en la zona del Cinturón Plegado de Perdido, localizado frente a las costas de Tamaulipas.
El problema, naturalmente, es que al final del día la paraestatal se encuentre con un depósito menguado ante lo que el finado ex senador panista, José Ángel Conchello, ubicaba como "operación popote", es decir la posibilidad de que Estados Unidos esté succionando nuestro petróleo desde sus propias aguas.
Adicionalmente, se habla de una región ubicada en Salinas del Istmo. Sin embargo, el probable yacimiento sería de petróleo pesado o ultrapesado, cuyo costo de refinación es altísimo, por lo tanto su precio es mínimo.
Naturalmente, usted pensaría que qué tanto es tantito, es decir qué importa perder 900 o mil 500 millones de dólares frente a la posibilidad de explotar un colosal yacimiento que le deje 10, 20, 30 o mil por ciento más al país.
El problema es que Pemex está en un escenario de quiebra técnica al pesar más sus deudas que el valor de sus activos. Si el año pasado la compañía planteaba un saldo positivo entre el debe y el haber de 9 mil 631 millones de dólares, hoy el escenario se ha revertido.
La paraestatal arrastra un patrimonio negativo de 66 mil 910 millones de pesos, tras registrar pérdidas netas en 2004 por 115 mil millones.
De acuerdo al presidente de la Comisión de Energía del Senado, Francisco Labastida, las deudas de la empresa pública alcanzan más de un billón de pesos, es decir un millón de millones en un escenario en que la paraestatal sigue siendo castigada por un régimen fiscal confiscatorio.
De acuerdo al esquema, que contradice las fanfarrias lanzadas por la aprobación de las reformas aprobadas en 2007, la empresa pública tiene como límite exento sólo 6.5 dólares por barril extraído, cuando el nivel medio alcanza entre 15 y 20.
Sin ir más lejos, durante el primer trimestre del año pasado, Pemex había reportado una ganancia antes de impuestos de 70 mil millones de pesos, que se revirtió al cubrir un monto de éstos de 97 mil millones.
Y si le seguimos, en el primer trimestre del año había alcanzado una utilidad antes de impuestos de 173 mil 400 millones, con la novedad de que el monto de éstos alcanzó 172 mil millones, es decir se castigó a 99.2% de su rendimiento.Por lo pronto, las reservas probadas de hidrocarburos de la paraestatal apenas alcanzarían para 10 años, en contraste con la firma petrolera de Venezuela que tiene crudo para 18 años, o la brasileña Petrobrás, que llega a los 45.
La paradoja del caso es que el yacimiento estelar de Pemex en la Sonda de Campeche, a cuyo vera se logró su resurrección tras un lustro de operar de capa caída, lo ubicó un humilde pescador que navegaba en las costas de Campeche, de apellido Cantarell.
El premio fue darle éste al yacimiento.
El hombre reportó manchas de aceite en mar abierto, cuyo hilito fue llevando a la paraestatal al tesorito. ¿Nos esperamos a otro Cantarell que haga un milagro similar?
BALANCE GENERAL
Agotado ya su enésimo periodo como presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, el también presidente de Kimberly Clark México, Claudio X. González, le dejará la estafeta a un representante de la nueva generación de capitanes de corporativos.
Estamos hablando de Eugenio Garza Herrera.
Sangre nueva, pues, en la dirigencia de las cúpulas.
El nombre del empresario de Monterrey, miembro en línea de la generación que impulsó la industrialización de la capital de Nuevo León, surgió en un cónclave a puerta cerrada entre los 37 representantes de las empresas que constituyen el organismo.
LLANTAS BAJAS
Durante los últimos 10 años la industria llantera ha perdido 50% de su planta laboral, además de registrar números rojos por mil millones de dólares.
El declive lo explica la irracional apertura de fronteras en el ramo planteada por la Secretaría de Economía dentro de sus programas de Facilitación Comercial. Digamos que la avalancha del exterior inundó al mercado interno, no sólo con llantas nuevas, sino usadas.
De entrada se contabilizan 600 mil, la mayoría procedentes de China.
De hecho, las 50 empresas que subsisten le están pidiendo ayuda urgente a la Secretaría de Economía para evitar el colapso.
La posibilidad de competencia la frustra un incremento de 600% en el costo del hule natural en los últimos 10 meses. La industria genera 16 mil empleos directos en el país, produciendo 25 millones de neumáticos al año.
CLINTON DE SUPERLUJO
¿Sabe usted cuánto cobró el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a la Asociación de Bancos de México por la conferencia "magistral" que dictó en Acapulco durante el cónclave anual de los hombres del dinero?
La filtración original hablaba de 50 mil dólares, que algunos calculaban en el doble.Lo cierto es que la factura fue de 300 mil.
La paradoja del caso es que para algunos banqueros prominentes y no tan prominentes, el orador no dijo nada que no supieran.
Adorno, pues, de superlujo.
