Era sábado por la mañana, afortunadamente ese día aún no salía de casa como lo acostumbro hacer para realizar algo de ejercicio, cuando recibí una llamada telefónica.
Se trataba de "Duke" un paciente de cuatro años de edad de la raza weimaraner, recién lo habían atropellado. A los pacientes les guardamos un cariño particular pues cada uno de ellos es especial en su trato y comportamiento. "Duke" de carácter alegre y vivaz, me trae recuerdos gratos de "Candy", una perrita de la misma raza que tuve cuando estudiaba en la facultad de Veterinaria, que en otras ocasiones ya he escrito sobre ella. Se trataba de una raza que es difícil de ver hoy en día, un perro de hermosas formas que poseen un comportamiento de lo más noble y fiel que caracteriza a esa raza de perros de cacería. Sus dueños es la típica familia que ama a sus mascotas y se trataba de un buen amigo de la preparatoria que no dejaba pasar un solo día cuando había que checar o vacunar a "Duke", realmente le guardaban un gran cariño a su fiel mascota. Al estar auscultándolo no le veía nada bien, se encontraba en estado de shock; respiración agitada, pupilas dilatadas, hipotermia, incoordinación, se le notaba dolor en su expresión, palidez en sus mucosas lo que me hacía pensar en alguna hemorragia interna que era lo más grave que le notaba en ese momento, heridas sangrantes en la piel, afortunadamente no mostraba fracturas aparentes, no reaccionaba cuando mencionábamos su nombre, pasaron algunos minutos cuando llegó la pregunta que todo colega dedicado a las pequeñas especies no desea escuchar, por no tener la respuesta en ese momento, ¿Se salvará doctor? No somos pesimistas, pero la experiencia nos ha enseñado a ser prudentes y realistas en estos casos, abrigar falsas esperanzas cuando vemos a un paciente en estas condiciones hacemos más daño a sus dueños cuando el desenlace es fatal. Son muchos factores los que hay que evaluar; el tiempo transcurrido del accidente, la zona del cuerpo afectada, el grado de lesión o tipo de impacto, órganos afectados del paciente, hemorragias internas y externas, fracturas expuestas, etc. Al indicar las lesiones aparentes de "Duke" a sus dueños y el estado en que venía no fue nada alentador, realmente se veía grave, lo de más cuidado era la hipotermia y esa palidez en las mucosas que me indicaba una hemorragia interna, posiblemente por alguna lesión grave en una víscera. Discretamente salieron algunas lágrimas de sus propietarios, inmediatamente les mencioné el procedimiento que hacemos en estos casos y hubo un ligero confort en mis palabras. Antes de que se marcharan los propietarios de "Duke", ya le había administrado los primeros medicamentos para contrarrestar el dolor, que es la causa principal de los decesos por traumatismo, inmediatamente se canalizó una vena para administrar suero y contrarrestar el estado de shock, además de tener una vía abierta para la administración de los medicamentos intravenosos. Después de unos minutos "Duke" se encontraba en estado de sedación, con su respiración y temperatura casi normal, la expresión de dolor y de angustia había desaparecido, sus pupilas reaccionaban a la luz, sus mucosas habían recobrado ese color rosa que les caracteriza cuando están con buena salud.
Qué importante es llevar a la mascota inmediatamente con el veterinario, cuando se logra salvar el paciente en ocasiones los créditos son para mis colegas, y no lo dudo, pero la rapidez de la atención para menguar el estado de sufrimiento es básico, desafortunadamente cuando las lesiones son muy graves o el tiempo transcurrido es enorme, en ocasiones hasta de un día para otro se lleva al perro con el veterinario, es imposible hacer algo por ese noble animalito y desafortunadamente nosotros somos los responsables de no haber salvado a su querida mascota. Había transcurrido ocho horas desde que se internó "Duke" y su mejoría era inminente, recuerdo que llamé a sus dueños para darles la noticia de que su mascota se encontraba estable, mas no fuera de peligro, pero se había normalizado sus constantes fisiológicas; pulso, respiración, temperatura, llenado capilar, etc. había necesidad de evaluarlo las siguientes cuarenta y ocho horas para ver el comportamiento de sus riñones y sistema digestivo, además de suturar algunas heridas que tenía en la piel. Fue tan impresionante la recuperación de "Duke", que pasé por alto la reunión semanal para comer por estar checando el suero y los medicamentos que hicieron desaparecer las molestias de tan noble animal. Al día siguiente domingo, empezó a beber agua y a comer ligeramente y lo que más gustó me dio, que pudo orinar normalmente, lo cual me indicaba que riñones y vejiga se encontraban intactos y sin hemorragia alguna, ya que vejiga es una de las vísceras más delicadas y que estalla como globo con el impacto de un automóvil. Sólo me faltaba checar un sistema de los órganos de "Duke", y no lo daría de alta hasta verificar su buen funcionamiento. Para el día lunes se veía muy mejorado, incluso lo sacábamos de paseo para ejercitar sus músculos. Hasta que por fin apareció la cereza del pastel para dar de alta a "Duke", empezó a olfatear una pequeña zona en el suelo, empezó a dar vueltas sobre esa pequeña zona y salió lo que tenía que salir. Si alguien en ese momento nos hubiera tomado una fotografía, estoy seguro que ambos tendríamos la sonrisa más amplia jamás vista. Al ver a sus dueños junto a su querida mascota que se encontraba perfectamente recuperada y reaccionaba moviendo con gran gusto su pequeño rabo al mencionar su nombre, me daba gran alegría, pero no tanta como la que me dio "Duke" al ver que funcionaban perfectamente sus órganos de excreción y saber ahora con toda seguridad, que ¡"Duke" se había salvado!
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