El veterinario dedicado a las pequeñas especies además de atender a sus pacientes, en ocasiones le dedica más tiempo a los dueños que a sus mismas mascotas.
Realmente todos los clientes son especiales, afortunadamente la mayoría son excelentes personas con un gran sentido de responsabilidad y gran amor hacia los animales. Aunque también los hay aquéllos que nos ocasionan grandes dolores de cabeza los cuales son los menos.
Todos los veterinarios tenemos como cliente aquellos benefactores que son incansables recolectores de mascotas abandonadas o de aves heridas, y lógicamente acuden con el veterinario de su confianza a la consulta y comparten la buena obra con nosotros, pero cuando el benefactor es de escasos recursos o se trata de un niño, la buena obra la absorbemos en su totalidad.
Hay “clientes” que son anónimos y nos dejan a los gatitos en una caja de cartón en la puerta de la clínica sin recado alguno. Una clienta que nos ha visitado durante años no hay semana que no sepamos de ella, tiene un gran amor a los animales y puede pasar las horas al teléfono platicando la forma en que encontró al animalito y preguntando por su tratamiento, lo más sorprendente es que hasta la fecha jamás ha seguido alguna de mis recomendaciones y siempre termina la plática mencionando la única medicina con que cuenta y realmente me habla para eso, para oír lo que ella desea oír, darle el visto bueno al medicamento que piensa administrar, al principio le contradecía, pero a través de los años me di cuenta que era inútil dar mi opinión contra “sus tratamientos”, hoy sólo afirmo condescendientemente a lo que ella tiene disponible para administrar, con mi consentimiento o sin él de cualquier manera lo hará, afortunadamente en la mayoría de las ocasiones el animalito se restablece, estoy seguro que más que por el medicamento, son sus esmerados cuidados lo que hace que la mascota salga adelante.
Hay otra clase de clientes que siempre desean lo mejor para su mascota, hacen hincapié en no escatimar en gastos; el mejor alimento, lamejor jaula para su estancia, el mejor shampoo para su baño, son muy exigentes en sus gustos, desafortunadamente al momento del pago de los honorarios ponen el grito en el cielo, solicitan un descuento y cuando lo hacemos, resulta que no llevan efectivo y quedan de liquidar en “una pasadita”, lo raro es que encuentran muchas desviaciones en el camino y cambian de ruta, y esa “pasadita” se convierte en “venida de obispo”.
Pasan los meses y vuelven a llevar a su mascota y tienen un don de convencimiento que volvemos a creer en el canto de las sirenas, son excelentes personas con una gran imaginación en sus historias, lo malo es que el único cuento que se repite es el de la “pasadita”.
Aquellos clientes que llevan a su mascota para algún servicio a la clínica y son excelentes conversadores, vaya que disfrutan realmente de la charla, a ellos les tenemos cierta reserva, al visitarnos sabemos de antemano que pasarán las horas con la plática que también disfrutamos pues son personas muy amenas, pero hay clientes que esperan y por más que intento despedirme, los temas de conversación fluyen del gran repertorio que llevan consigo, a estos clientes procuramos darle cita en horarios cercanos al cierre del día para no tener ningún reclamo con la demás clientela.
En ocasiones el cliente va a visitarnos no tanto para que veamos a su mascota sino para escucharles, ya en el calor de la plática desahoga sus penas y cuando menos acordamos nos encontramos inmersos opinando y hasta nos atrevemos a dar alguna que otra receta de índole sentimental.
pequenas_especies@hotmail.com