Los datos siguientes son del Tomo V, de XIII, Libro 38 de mi obra inédita "La Independencia y los Presidentes de México", relacionados con el segundo Emperador de México don Fernando Maximiliano de Hapsburgo, que ejerció el mando del 11 de junio de 1864 hasta el 19 de junio de 1867 en que fue fusilado. Nació el seis de julio de 1832, era hijo del Archiduque Francisco Carlo y de doña Sofía, Archiduque. Su padre fue Emperador de Austria y abdicó en favor de su hijo mayor Francisco José.
Ingresó a la Armada de Austria donde llegó a ser Almirante, y a los 16 años de edad, navegó por varios países recorriendo mares y costas.
Se casó con Carlota Amalia, hija de Leopoldo, Rey de Bélgica, y en 1854 le construyó un Palacio en Miramar a orillas del mar Adriático, donde coleccionó muchas obras de arte. Fue Gobernador General de la Provincia San Benetto. Soñaba con tener un imperio como su hermano que solamente era dos años mayor que él y ya era Emperador de Austria.
El 13 de julio de 1863 un grupo de notables mexicanos del Partido Conservador encabezados por don José Ma. Gutiérrez Estrada, don Joaquín Velázquez de León, don Ángel Iglesias y Domínguez y otros seis más, decidieron trasladarse a Miramar para ofrecer a Maximiliano el Trono de México. Maximiliano tenía sólo 18 años y era un hombre muy culto, pues hablaba varios idiomas a la perfección y entre ellos el francés, inglés, español, griego y latín. Aceptó el Trono de México el diez de abril de 1864 y el día 14 del mismo mes partió para México en su fragata novara totalmente adornada con flores y el asta lucía la bandera de México. Llegaron a Roma a visitar al Papa Pío IX y continuando su camino, al pasar por el Estrecho de Gibraltar, la Reina Victoria hizo que las fuerzas británicas de cielo, mar y tierra, lo saludaran con el brillo y esplendor de la época.
Ya instalado en el Castillo de Chapultepec, con su ejército Imperial apoyado por el Partido Conservador, continuaban con la lucha armada con las fuerzas republicanas que mandaba el Presidente Juárez que recorría el centro y norte del país, ya que la capital de la República era dominada por las fuerzas conservadoras.
Muy pronto el Emperador Maximiliano se vio olvidado por las fuerzas francesas, ya que Napoleón III le retiró su ayuda. El nueve de julio de 1866, la Emperatriz Carlota partió rumbo a Europa para solicitar la ayuda de Napoleón III, pero ella ya iba trastornada de sus facultades mentales, se dice que a causa de que en su paso por Puebla le dieron a beber toloache. Llegó a Europa el nueve de agosto de 1866 y sus gestiones ante Napoleón fracasaron rotundamente, pues este personaje ni siquiera la recibía.
En México, las cosas empeoraban y las fuerzas del Imperio perdían las batallas y sobrevino el sitio de Querétaro donde los ejércitos del Gral. Escobedo, no daban cuartel ni dejaban salir a los sitiados y las fuerzas de Miramón y de Mejía eran muy inferiores a las republicanas y fueron hechos prisioneros Maximiliano y su ejército Imperial y sometidos a juicio.
Maximiliano abrazando a sus generales Miguel Miramón y a Mejía con voz firme, les dijo ha llegado la hora. Al abrazar a Miramón, le dijo: General, un valiente debe ser admirado hasta por los monarcas y le cedió el lugar de honor en el centro. Luego Maximiliano dio una moneda de 20 pesos oro a cada uno de los soldados que lo iban a ejecutar. Estos hechos ocurrieron el 19 de junio de 1867, en el Cerro de las Campanas de Querétaro, Qro.
Después de todos los trámites, los restos de Maximiliano fueron trasladados al Convento de las Capuchinas, de Viena, donde había 138 tumbas con los restos de 141 personas: Emperadores, Archiduques, Archiduquesas, etc. Él quedó a la izquierda de Fernando I.
