El moderno estadio de las Chivas del Guadalajara, el Omnilife, lució casi vacío para ver a la Selección Mexicana. (Jammedia)
Ni la magia que suele envolver al Tricolor pudo llenar el moderno, pero inaccesible nuevo estadio de las Chivas. Desangelada asistencia para un encuentro amistoso, el cual fue desaprobado hasta por algunos de los jugadores convocados por Efraín Flores.
Los propios seleccionados mexicanos miraban atónitos las vacías tribunas del estadio Omnilife mientras calentaban previo al cotejo ante su similar de Ecuador. La imagen se repitió durante la ceremonia de los Himnos Nacionales.
Acostumbrados a jugar en inmuebles llenos, los seleccionados comprobaron que el ideado por Jorge Vergara continúa sin enamorar al público tapatío, por más atractivos que haya presentado el equipo nacional.
Javier "Chicharito" Hernández, Andrés Guardado y Guillermo Ochoa jugaron por primera vez, en su tierra natal, enfundados en la camiseta de la Selección Nacional. Su presencia apenas alcanzó para atraer a poco más de 15 mil aficionados.
Apareció la reventa, aunque no para el cotejo de la noche de este sábado. Las entradas ofrecidas en las inmediaciones del estadio eran para el encuentro de este domingo entre las Chivas y los Estudiantes-Tecos, duelo más atractivo.
La promoción efectuada por la directiva rojiblanca, que puso todas las localidades a 20 pesos, surtió efecto. En el mercado negro costaban 100.
"Tengo para el de Chivas. Si quieres los de la Selección, ve a las taquillas, seguro vas a encontrar. Nadie va a venir", aseguró Antonio, uno de los revendedores. "Los pusieron muy caros y la gente no está dispuesta a pagar mucho, pese a que viene el 'Chicharito' Hernández".
Las entradas para el cotejo de este sábado oscilaron entre los 280 y 850 pesos, demasiado para una afición que todavía no se adapta al nuevo escenario. El buen momento de Hernández tampoco fue un motivo poderoso para asistir en gran número. Aun así, el "Chicharito" volvió a desempeñar el rol de niño consentido. Cuando el sonido local pronunció su nombre, se escuchó una gran ovación. Las pleitesías se repitieron cada que entró en contacto con el balón y aumentaron cuando provocó el autogol de los ecuatorianos.
Memo Ochoa no tuvo la misma suerte. Ser el portero del América superó a su sangre jalisciense. La gente se metió con él desde el calentamiento, pero la presión aumentó después de la tempranera anotación de Christian Benítez.
Ese tanto mermó aún más la ya de por sí gris fiesta. Ni siquiera el Himno Nacional Mexicano retumbó como en otras noches y en otros inmuebles, inclusive fuera de nuestro país. Nunca hubo ambiente de partido internacional. Los diversos intentos por hacer la ola murieron en las vacías butacas. No había cómo mantenerla viva ni con los últimos auxilios con sectores de la tribuna desolados.