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Por las calles de mi barrio

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Antonio Rivera

Vivimos en la Comarca Lagunera una coyuntura violenta e insegura, que no es más que una simple extensión del contexto en el que está sumergido el país. La percepción de la problemática es diferente en cada ciudadano y desde cada perspectiva se cree en soluciones distintas. En su mayoría los empresarios y demás personas con bienes materiales y una buena capacidad adquisitiva, defenderán la militarización en un acto de reacción inmediata para defender sus intereses. Sin embargo, ¿qué hay con los desposeídos? Con aquellos que buscan sobrevivir en un ambiente donde se exige todo, pero se ofrecen pocas oportunidades. Para los que viven en estas condiciones, todo es diferente, por eso hoy les invito a darse una vuelta: POR LAS CALLES DE MI BARRIO...

Una noche de primavera alrededor de las once, caminaba dirigiéndome a mi hogar, cuando de pronto ocurrió un hecho que hasta hoy me ha dejado marcado y que jamás olvidaré: una pareja de ancianos, cuyas ropas eran sumamente humildes, caminaba en dirección opuesta a la mía, su paso era lento, reflejando el desgaste que conlleva los años de esfuerzo. La anciana, llevaba en sus manos un recipiente de yogurt de litro que en su interior transportaba sopa de arroz y que posiblemente alguien se las había regalado. De pronto, por accidente, la mujer tropezó con un bordo y en su esfuerzo por guardar el equilibrio, dejó caer el recipiente a la carretera donde se derramó el alimento. Inmediatamente los ancianos, preocupados por haber perdido su cena, y cuyo sentimiento reflejaban en sus rostros, se lamentaron por el hecho. Acto seguido el señor se inclinó y con sus manos comenzó a recoger de la pila de alimento derramada, el arroz que estaba por encima, mientras le decía a su esposa que la parte que había quedado arriba aún estaba buena, depositándola de nuevo en el bote de yogurt, recuperando su cena, dejando en la carretera sólo lo que había tenido contacto directo con la tierra. No puedo describir cómo sentí apachurrarse mi corazón en ese momento, más aún, reflexioné cómo por estos rumbos, existen muchas personas de la tercera edad que durante años entregaron su fuerza de trabajo para terminar con una pensión miserable que poco sirve para sobrevivir. Algunos tienen hijos que se ocupan de su manutención, pero los que no, se condenan a vivir de la caridad ya que por su condición física no pueden integrarse nuevamente al sistema laboral.

Pero esto no es lo único que salta a la vista durante el recorrido por estas calles. Como diría aquella canción de la Maldita Vecindad: "aquí no hay telón, así que puedes mirar".

Siguiendo con la caminata y este espectáculo gratuito, más adelante en una esquina se puede ver a unas chicas que parecen dedicarse a la prostitución. Más allá de lo curioso que resulta verlas con un bote de Resistol 5000 en las manos, lo impactante es que se trata de niñas con edades que van desde los 14 años, acompañadas también de chicos homosexuales que oscilan entre la misma edad. Al parecer, este ya es un punto conocido donde se puede buscar placer, porque no es extraño ver a hombres con carros de lujo, detenerse para subir al coche a estas jóvenes. Y por si se lo estaban preguntando: sí, aquí pasan las patrullas, pero destacan por su indiferencia.

Más adelante, a veces saludo con un gesto o un alzamiento de mano a mis amigos de la infancia que se encuentran en una esquina más, pero sólo un simple saludo les dedico, porque su trabajo es demasiado riesgoso como para detenerme a su lado, pues en cualquier momento la confianza puede verse alterada por una lluvia de fuego, como ha ocurrido ya en otras ocasiones donde se han extinguido las vidas de conocidos quienes escogieron dedicarse a ese oficio. Aún puede observarse en la pared de enfrente los tatuajes que el plomo dejó como testigo. Por eso, las madres de estos chicos, conociendo lo que puede pasar, los cuidan desde la ventana, al menos para estar tranquilas sabiendo que siguen vivos. Quizá en estos momentos te preguntes: ¿por qué dejan que sus hijos trabajen en algo así? La respuesta la obtienes cuando llega el pago quincenal y ellos inmediatamente se lo dan a sus madres, quienes sin pensarlo dos veces, lo recogen.

Y sí que es un trabajo peligroso, pero deja dinero y aceptan el riesgo pues no es tan fácil que los contraten en otro lugar con la poca preparación académica que tienen, ya que hasta para barrer un centro comercial les piden tener conocimientos de nivel secundaria o preparatoria, como si el empleado fuera a aplicar la biología, filosofía o las matemáticas en un trabajo de ese tipo. Además, por todas partes son bombardeados con mensajes donde la prioridad del individuo, debe ser la acumulación de capital y el reconocimiento popular a costa de lo que sea. Por lo tanto, buscan satisfacer esas necesidades creadas de dinero y fama.

Aquí, si no tienes estudios, (y miren que muy pocos acaban la preparatoria) culturalmente tienes la opción de trabajar en la maquila o la albañilería, trabajos erróneamente desacreditados, duros y de poca paga, además de ser temporales, así que no hay tiempo para pensar en el FUTURO... ¡aquí está la palabra clave! Con poca preparación académica, y la imposibilidad de integrarse a un sistema que se caracteriza precisamente por segregar; simplemente, muchos creen que no existe ese futuro y viven al día, por eso son seducidos por el efímero momento de placer que otorga el crimen, mientras el mañana es una palabra en la que nadie les ha enseñado a pensar.

Aquí no se construye una macroplaza y la mayoría no sabe qué es un "nini", tampoco saben que el agua tiene altos contenidos de arsénico, ni tienen los recursos para comprar agua embotellada, se ignora qué es el PIB; y aquí el alcalde sólo se dio la vuelta cuando quería ganar las elecciones.

A pesar de que bien puedo ampliar este discurso con todo lo que pasa por acá, terminaré ya con una pregunta para ti, amigo lector, que puedes comprar la versión impresa de este ejemplar o tienes la opción de leerlo en Internet: ¿recogerías ese arroz de la carretera y lo llevarías a tu mesa como la cena, te prostituirías en una esquina, venderías droga o dejarías que tu hijo lo hiciera? O ¿sigues pensando que la solución sólo está en militarizar al país para proteger intereses materiales, más allá de brindar oportunidades y mejorar la educación?

¡Tú decides! yo hoy sólo quise que vieras la realidad con otro cristal.

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