Por un México de ganadores
Escribo este artículo en un cuarto de hotel de Ciudad del Cabo en Sudáfrica. Todavía tengo en la boca un sabor de triunfo poco usual para los mexicanos. Estuve ayer, junto con otros 30 mil mexicanos, en el estadio Peter Mokoba de Polokwane para presenciar lo que al final sería un triunfo histórico para la selección nacional de fútbol: 2-0 ante Francia.
Hace ya mucho tiempo que el deporte ha tenido que dejar las páginas deportivas de los periódicos. Los deportes se han convertido en una verdadera obsesión en la sociedad contemporánea. Han reemplazado a las guerras de antaño como forma de generar confianza en un país. Y, afortunadamente, son bastante menos mortíferos que las guerras.
Para cuando usted lea estas líneas mucho habrá pasado en la historia de Sudáfrica 2010. México habrá encontrado la derrota en algún momento del camino. Y no sorprende.
La FIFA tiene un total de 208 miembros. Hay más interés en las nuevas naciones del mundo por unirse a la Federación Internacional de Fútbol Asociación que a las Naciones Unidas o a cualquier otra organización. A las finales de la Copa del Mundo llegan solamente los 32 mejores equipos después de un proceso de calificación que genera verdaderas tragedias nacionales. La competencia para levantarse con la copa de campeón mundial al final del proceso no tiene comparación en ninguna otra actividad internacional.
Mal haríamos los mexicanos en no darnos cuenta de por qué es importante tener un buen desempeño en las copas del mundo y en otras competencias deportivas internacionales. Un país que tiene buenos resultados deportivos es un país con confianza en sí mismo que tiene la capacidad para distinguirse en otros campos de acción. Por eso naciones emergentes como Corea del sur y China han dedicado tantos recursos a la construcción de equipos deportivos ganadores.
México no puede competir con los países más ricos del mundo, pero sí puede tener una mejoría significativa en el desempeño de sus equipos deportivos. El triunfo que México vivió contra Francia, con toda la celebración que ha traído al país, subraya los beneficios psicológicos de la victoria. Virtualmente no hay ningún otro acontecimiento político, económico o artístico que pueda generar un festejo como el que se vivió en nuestro país el 17 de junio.
Para construir un equipo vencedor en el largo plazo, sin embargo, México debe hacer mucho más. Países como Estados Unidos tienen a millones de niños inscritos en ligas infantiles y juveniles organizadas a pesar de no compartir la pasión por el fútbol que tiene nuestra nación. En México apenas ascienden a decenas de miles los niños y jóvenes que compiten en ligas organizadas. No se requiere mucha sapiencia para entender que los países que tengan una cantera más amplia de jugadores resultarán los triunfadores del futuro.
Por eso hay que empezar hoy a construir los equipos vencedores del 2018 y el 2022. No es demasiado pronto. De hecho, ya no hay mucho que podamos hacer para el Mundial de 2014 en Brasil. El deporte de alto rendimiento, como la prosperidad de un país, se construye con trabajo intenso y dedicado de largo plazo.
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