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POSDATA SECRETARIAL

NO TENGAS VERGÜENZA, NO TE SUBESTIMES

PROFRA. PILAR D. R. DE LÓPEZ

Muy recomendable es que analices tu comportamiento con cierto rigor, pero teniendo cuidado de que este análisis no dañe tu sentido de equilibrio.

La vergüenza y el orgullo son el resultado de la misma moneda emocional -una moneda cuya validez es el valor personal. Constantemente evaluamos nuestros propios atributos y luego los comparamos, sin compasión con los de otros. Calificamos nuestro atractivo, nuestro aplomo, aún nuestro "IQ" (Coeficiente Intelectual).

Si no nos emparejamos en cualquiera de los atributos que más apreciamos nos sentimos incompetentes, frustradas, aunque la realidad es que son de dos mundos aparte. Una vez que se da este salto surge la vergüenza, como una función crítica; a pesar de la enorme variedad en los puntos particulares de su aplicación, el orgullo y la vergüenza son emociones universales en todas las culturas.

Cuando el estatus baja, el sentido de la vergüenza sube y crea una variedad de implicaciones tanto prácticas como emocionales. Anteriormente la vergüenza servía como un motivo de corrección, aún puede serlo, pero es innecesario en la vida contemporánea.

La vergüenza y el orgullo nos permiten calibrar nuestro propio estatus. La vergüenza es un mensaje dirigido a una misma, "pierdo mi estatus cuando actúo mal", pero también es una señal de sumisión a otros y es creíble porque no podemos esconder el sonrojo que nos causa.

Lo opuesto a la vergüenza no es la desvergüenza -un problema completamente diferente-, tampoco es una falta de conciencia; lo opuesto a la vergüenza es el reconocimiento del efecto de nuestro comportamiento causado en los demás. El orgullo, por otra parte, es la contraparte de la vergüenza. La vergüenza es certera porque no puede fingir contrición muy bien.

Nosotros disfrazamos nuestro verdadero yo por temor a exponernos y trabajamos arduamente para crear una gran fachada, pero eso con frecuencia nos deja insatisfechas, porque aunque construyamos un frente convincente, el mensaje que nos manda es claro -nuestro verdadero yo es inaceptable. Un mensaje positivo será: sé tú misma, sin perturbaciones -pero con sensibilidad y conciencia de los efectos de tu comportamiento en los demás... no hay por qué no intentarlo.

Cuando el análisis propio nos lleva a una parálisis de vergüenza o un excesivo orgullo, puedes salir avante de este predicamento emocional conservando la calma.

Agradeceremos nos envíes tu opinión a:

institutomariacristina@prodigy.net.mx

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