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Posee alma aventurera

Se siente feliz. A pesar de haber viajado por México y el mundo durante su juventud, Don Chuy asegura sentirse tranquilo por ahora.

Se siente feliz. A pesar de haber viajado por México y el mundo durante su juventud, Don Chuy asegura sentirse tranquilo por ahora.

ROBERTO ITURRIAGA

Sentado y exhalando el humo de su cigarro sin filtro a las afueras del asilo de ancianos Samuel Silva en Torreón, está Don Chuy, como lo conocen sus amigos.

Padece cretinismo y problemas de articulaciones a sus 65 años, sin embargo se dice feliz al desempeñarse como "cuidacoches" y portero del asilo, a pesar de que durante su juventud recorrió gran parte de México y Estados Unidos como payaso de circo. "Si pudiera me aventaba otras aventuras, pero ya estoy viejo, ya no se puede".

Oriundo de Mazatlán, Sinaloa, Jesús Gutiérrez, el menor de tres hijos, decidió dejar la escuela en el cuarto año de primaria para buscar mejores oportunidades en la Ciudad de México, desempeñándose a muy corta edad como repartidor de periódicos y trabajador de diversos negocios. "Era muy bonito trabajar de joven en esa ciudad, todo era muy barato y siempre pasaba algo nuevo", asegura Don Chuy después de saludar a uno de los conductores de los coches que cuidaba. "25 años estuve en la ciudad (de México), luego trabajé en muchas otras partes hasta que me aburrí".

Don Jesús cuenta que nunca se casó ni tuvo hijos por una cuestión de gusto, ya que siempre privilegió su libertad y su independencia como algo muy preciado, "aquí donde me ves tuve mi pegue con las muchachas, pero nunca me animé, la verdad me arrepiento ahorita porque no tengo a nadie".

 EN BUSCA DE LA AVENTURA

En el afán de buscar nuevos horizontes y empleos emocionantes, Don Chuy decidió ingresar a un circo durante su juventud, donde se desempeñó como payaso durante casi 10 años.

Pudo recorrer gran parte de la República Mexicana en giras y presentaciones, "se me hizo interesante y me volví payaso de circo, todos me trataban con mucho respeto y divertía a la gente", recuerda.

Sin embargo, con el paso del tiempo y ante las dificultades para mantenerse económicamente, Don Chuy decidió renunciar a su trabajo y recorrer el país individualmente en busca de su trabajo ideal, "en el circo estaba bien, hasta llegamos a presentarnos a Los Ángeles, California, pero me pagaban 30 pesos al mes y no me alcanzaba para nada".

Fue así que después de largas giras en compañía de malabaristas, bailarinas, magos y animales salvajes, el ahora portero de asilo, decidió retirarse y buscar algo más tranquilo que le alcanzara para mantenerse, pues su estado físico y su edad se habían convertido en un factor a su contra. "Ya no podía brincar o hacer cosas como las que hacía antes, pero siempre me ha gustado ser activo", explica mientras termina su cigarro.

 TORREÓN, SU ESTABILIDAD

Luego de recorrer casi todos los estados de la República, cuenta Don Chuy que fue en el asilo de ancianos donde le ofrecieron comida, hogar y sustento, además de que encontró amistades con quienes se ha identificado, "me siento muy bien aquí, la verdad me pienso quedar hasta que Dios me deje, ya no puedo andar de arriba para abajo".

Comenta que la razón por la que siempre se encuentra a las afueras del asilo es que tiene muchos amigos corredores, vendedores y vecinos, quienes se acercan a platicar con él durante el día. "Uno valora mucho a quienes vienen y comparten su tiempo... casi todos los ancianitos se aburren adentro porque no tienen con quién platicar, por eso prefiero estar afuera".

Aunque ahora se siente feliz de haber encontrado comprensión y estabilidad laboral, Don Chuy confiesa sentir tristeza cuando alguno de sus amigos fallece al interior del asilo, "han sido varios de mis amigos quienes han fallecido, la verdad se siente muy feo que cada vez somos menos, pero así es esto".

Por ahora el portero del asilo de ancianos se siente tranquilo y sin prisa por cambiar de aire o trabajo, pero no descarta que si algún día se presenta otra aventura y su salud se encuentra estable, realizaría un viaje más si el sitio vale la pena.

"Todavía tengo ánimos de viajar, lo único que me detiene es mi problema de articulaciones, pero si me pongo mejor y se presenta otra cosa, pues me voy", dice al soltar una carcajada y sacar un cigarro más de su casi vacía cajetilla, "nunca es tarde para divertirse".

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Escrito en: Relatos Urbanos

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