¿Problemas de aprendizaje? ¡Cuidado!
¿Cuál es el origen? ¿Por qué mi hijo no tiene el mismo aprovechamiento que sus compañeros de clase? ¿Por qué se distrae, juega, no pone atención y se muestra apático a sus tareas escolares?
Platicando con la licenciada Tanhia Flores Murillo, Máster en Psicoterapia Gestalt infantil, nos menciona que básicamente hay dos tipos de problemas de aprendizaje: a nivel capacidad y a nivel emocional.
“Cuando se presenta un problema de aprendizaje lo primero que debemos hacer como padres es llevar al niño con un neuropediatra para descartar un daño neurológico, o alguna desventaja de los sentidos: visual, auditiva o de lenguaje”. El médico evaluará si a nivel físico el niño está en las condiciones adecuadas de acuerdo a su edad.
Ayuda psicológica
Una vez descartado el problema a nivel físico, el psicólogo entra en acción para iniciar una terapia de apoyo. “Comenzamos a trabajar de manera conjunta con los padres de familia. En la terapia Gestalt se trabaja paralelamente, no podemos individualizar el trabajo de los padres y de los hijos”.
Los problemas de aprendizaje comienzan a detectarse en la etapa preescolar y son originados generalmente por el entorno familiar. “Las causas más comunes son el exceso de trabajo, que los padres de familia no les ofrezcan un tiempo de calidad a sus hijos, generando una defectuosa relación o con muy poca comunicación. Otro de los aspectos es la mala relación de pareja, muchas veces al enfrentar problemas los padres deciden permanecer juntos por el niño, pero al haber diferencias tan radicales entre ellos, quienes sufren más son precisamente los hijos”.
La licenciada Flores explica que si los padres de familia tienen una idea clara respecto a lo que pueden hacer para ayudar al niño, el proceso de terapia se va a acelerar. “Dependerá muchísimo del trabajo de los padres fuera del consultorio. Si los padres se comprometen, otorgándole tiempo de calidad al niño, y con cambios en la estructuración de los estilos de crianza con respecto a la etiquetas negativas, -porque estos niños están muy etiquetados tanto por la familia como por la escuela-, se va a presentar una evolución favorable y rápida en los niños”.
La cuestión es iniciar de lo más fácil a lo más complicado, otorgando al pequeño 5 minutos de tiempo de calidad e ir incrementado poco a poco. “El cambio tiene que ser gradual, no radical, compartiendo actividades cotidianas. La idea es que los padres reconozcan que tienen la capacidad de generar cambios en los niños, ellos automáticamente continúan con estos cambios haciéndolos independientes de la ayuda de sus padres”.
Actuar a tiempo
La licenciada Flores hace énfasis en que la función del psicólogo es de prevención. “Algunos padres de familia aún se resisten a pedir ayuda psicológica, porque consideran que un psicólogo es para locos, cuando no es así”.
Obviamente en una etapa de prevención, lo mejor es actuar en el momento que se detecta el problema. “Cuando el origen no es la falta de capacidad, sino de atención, hay que empezar a trabajar y no dejar que el mal lo cure el tiempo, porque se van arraigando más situaciones que pueden derivar en problemas mayores al llegar a la adolescencia. Entre más temprano, mejor para el niño, pero también para la dinámica familiar”.