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Problemas de gestión del agua

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

En los últimos días he conversado con diferentes personas sobre el problema de las elevadas concentraciones de arsénico en el agua que llega a nuestras casas. Un aspecto que observé en estas charlas es que en la mayoría de los casos se me cuestionaba sobre aspectos del problema en los que mi interlocutor de antemano ya conocía la respuesta, un tanteo abierto y descarado, sin mala intención, que generalmente terminaba en frases como estas: "bueno entonces las cosas siguen igual" o "pues es lo mismo de siempre sólo que ahora es más grave y sigue sin hacerse nada". Cuánta razón encierran estas expresiones, y cómo ha permeado la información ambiental en las distintas esferas sociales. Lo dicho, conocemos con alto grado de detalle el diagnóstico y en los diferentes sectores seguramente hay muchas propuestas para resolver la problemática, sin embargo ¿qué es lo que falta? ¿Por qué se ha hecho tan poco?

Quizá el nivel en el que se ha buscado y se ha aplicado alguna solución no ha sido el indicado. Porque la gestión del agua en nuestra región o en cualquier otra parte del mundo no sólo requiere de conocimientos y prácticas técnicas, se trata de un proceso que demanda ni más ni menos de la participación de la sociedad en su conjunto.

En la literatura ambiental, se han documentado casos de ecocidios o suicidios ecológicos en los que las personas destruyeron inadvertidamente los recursos naturales de los que dependían sus sociedades. Como resultado, ocurrió un proceso de autodebilitamiento que a la larga condujo a la desaparición de la sociedad.

En la Comarca Lagunera, ocurrió en una primera instancia la destrucción inadvertida de su principal recurso el agua, la construcción de presas, la indiferencia ecológica, la pavimentación de canales, la perforación desmedida de pozos, el uso de tecnologías de ahorro del agua para sembrar más y ganar más, el uso de especies forrajeras que requieren de forzamientos ecológicos para tener éxito, la creación de un emporio agroindustrial que nos llenó de arrogancia al grado que por mucho tiempo nuestro lema como región "era" ¿es?: Vencimos al Desierto. Pero la realidad fue otra, nuestro arrogante dominio de la naturaleza se ha convertido en arena seca y yerma, que promueve la muerte y no la vida.

Ahora nos damos cuenta de lo que está pasando, ya no es inadvertido que se está sobreexplotando el acuífero, o que el agua superficial se sigue manejando de manera ineficiente y corrupta, o que nuestras acciones están destruyendo la base de los servicios ambientales: los ecosistemas y su biodiversidad. Entonces, ¿por qué seguimos haciéndolo? ¿Es nuestro futuro el suicidio ecológico?

Tendremos como sociedad lagunera la capacidad de desviar la ruta catastrofista por la que caminamos, yo pienso que sí. El camino del desarrollo sustentable es una posibilidad real y disponible, tomémoslo como enfoque para guiar no las palabras, sino las acciones que urge se apliquen en la gestión del agua de nuestra querida Comarca Lagunera.

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