Los narco túneles volvieron a ser noticia de primera plana al ser descubiertos el pasado mes de noviembre dos pasadizos de alta sofisticación en la frontera Tijuana-San Diego.
Se trata de los corredores número 76 y 77 que han sido detectados por el Departamento de Seguridad Interna de Estados Unidos desde su creación en el año 2001.
Antes en el lapso de 1990 al 2000, se encontraron sólo quince túneles para el paso de droga e indocumentados a lo largo de la frontera de México y Estados Unidos.
Parece un peligroso juego del gato y el ratón porque entre más se invierten recursos en bardas, armas y agentes en la línea fronteriza, se dispara más la actividad de los narco túneles a decir de los hallazgos realizados en los años recientes.
Para combatir esta creciente actividad, el Gobierno norteamericano anunció la creación de una unidad llamada Fuerza Especial contra Túneles, bajo la coordinación de los departamentos de Seguridad Interna y de Justicia.
La gota que derramó el vaso se produjo con el hallazgo de estos dos narco túneles que contaban con iluminación, rieles y una sólida construcción. En ambas obras de alta ingeniería se incautaron alrededor de 50 toneladas de marihuana, unas en Tijuana y otras en San Diego, pero todas listas para surtir al mercado norteamericano.
Si tomamos en cuenta que en octubre pasado se incautaron otras 135 toneladas de marihuana en una bodega de Tijuana, llegamos a la conclusión de que el negocio de la droga en esta región fronteriza es por demás jugoso y hasta cierto punto seguro.
Porque nadie se atrevería a invertir en trasladar tantas toneladas de marihuana a la ciudad de Tijuana sin tener la certeza de que cruzarán con cierta facilidad a California.
Son muchas las preguntas que quedan sin contestar en torno a estos hallazgos que las autoridades de México y Estados Unidos están obligadas a responder tarde o temprano.
La primera se refiere al ¿por qué estos narco túneles, construidos a escasa distancia de los puntos de cruce, en este caso de la garita de Otay, no son detectados desde su construcción por los agentes de ambas naciones que circulan día y noche por la región?
La segunda pregunta es más obvia: si operaban dos narco túneles tan cerca uno del otro y en una zona industrial y comercial tan activa como es Otay en Tijuana y Otay Mesa en San Diego, ¿cuántos pasadizos más habrá en poblaciones pequeñas y en aéreas despobladas a lo largo de la frontera?
En mayo de 1990 se descubrió el primer narco túnel de la frontera México-EU que operaba entre los poblados de Agua Prieta, Sonora, y Douglas, Arizona, el cual fue considerado en ese entonces como una obra de arte de ingeniería.
Medía cien metros del lado mexicano y costó más de dos millones de dólares de hace veinte años. ¿Cuánto tiempo operó y cuanta droga cruzó por ahí? Sólo Dios lo sabe. Lo que sí se supo es que pertenecía al cártel de Joaquín "El Chapo" Guzmán y que fue construido por Rafael Camarena, quien cuidó todos los detalles para encubrir el corredor. La entrada estaba colocada estratégicamente bajo una mesa de billar y fue detectado por las confesiones de dos narcotraficantes que habían sido capturados en el lado americano.
Desde entonces se utilizó este sistema tan ingenioso y a la vez efectivo pero es en este año 2010 cuando se crea una unidad especial para su combate. ¿Por qué hasta ahora?
Hay dos preguntas más que quedan en el aire: ¿creará también México una fuerza especial que trabaje con su contraparte norteamericana para combatir al narcotráfico subterráneo?
Y la última: ¿de qué sirven tantos recursos humanos y técnicos en la guerra contra el tráfico de las drogas cuando sabemos que mientras en Norteamérica no se ataque a fondo el consumo y por ende la demanda, surgirán nuevos y más sofisticados sistemas para hacer llegar los estupefacientes a al mercado más rico y atractivo del mundo?
