Proteger a los ciudadanos
La principal responsabilidad del Estado es proteger a los ciudadanos. Ésa es la razón de ser de todo gobierno. Uno puede suponer que hay otras actividades gubernamentales significativas, y ciertamente los políticos han inventado muchas otras que tienen poca o ninguna importancia. Pero de nada sirve que las hagan si no pueden cumplir con su función fundamental.
La verdad es que el Estado mexicano en todos sus niveles -municipal, estatal y federal- está fallando en su cometido fundamental de proteger a los ciudadanos. Por el contrario muchos están siendo asesinados y vejados por grupos de criminales ante los cuales el Estado mexicano parece ser impotente.
El número de actos de terror criminal que hemos visto en este 2010 -no encuentro otro nombre, a pesar de que las autoridades se niegan a utilizar el términos- sobrepasa la imaginación más enferma. Los simples homicidios hace mucho tiempo que dejaron de llamar la atención. Ahora son torturas y ejecuciones espectaculares, cabezas sin cuerpo que se dejan por doquier, interrogatorios y ejecuciones que se graban en video y luego se distribuyen en YouTube.
La Comarca Lagunera, una tierra que durante mucho tiempo sólo se distinguió por el trabajo duro de sus habitantes y por su producción de algodón, carne, leche y otros bienes de consumo, hoy vive una pesadilla que parece nunca terminar. No sé qué sea peor, si el que en Torreón se hayan llevado a cabo tres matanzas en centros de reunión durante este año, o que éstas las hayan realizado reos a los que se dejaba salir en las noches para llevar a cabo su trabajo.
Al poder del crimen organizado, que cobra ya derecho de piso a la gente trabajadora en muchos lugares del país, cabe añadir la abierta incapacidad de las policías para llevar a cabo investigación y detenciones a menos que se trate de casos muy sonados. Cada vez es más común que los familiares de las víctimas, tanto de secuestrados como de asesinados, deban llevar a cabo su propia investigación. A los responsables hay que entregarlos a la policía con todos los datos, incluso la ubicación en el momento exacto en que se deba llevar a cabo la aprehensión, pero también con todas las pruebas. La señora Isabel Miranda de Wallace es el caso más notable de una madre que ha tenido que luchar no sólo contra los criminales sino contra el sistema burocrático para detener a los secuestradores y asesinos de su hijo, Hugo Alberto Wallace. Pero los casos se multiplican por todo el país.
El gobierno está logrando algunos triunfos importantes en la lucha contra el narco. Ha habido detenciones y muertes de capos importantes, como Nacho Coronel y Arturo Beltrán Leyva. Pero estos grandes logros no han logrado que disminuya el flujo de drogas ni la comisión de otros delitos. De hecho, han elevado los niveles de violencia conforme los aspirantes a ocupar los lugares que tenían los capos empiezan a pelearse por sus territorios.
La mayoría de los ciudadanos somos rehenes de una guerra en la que no deberíamos tener participación. Y esto ocurre porque el Estado mexicano no ha podido cumplir con su función original de proteger a los ciudadanos.
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