Asistimos a la presentación de Vicente Fernández en el Coliseo donde, como siempre, obtuvo el éxito esperado. Cantó canciones vernáculas, rancheras, de Juan Gabriel, de José Alfredo Jiménez, y demás composiciones que forman parte de su inmenso repertorio, todas ellas coreadas por el público ahí presente. En un momento dado, le acompañó con dos canciones su hijo Alejandro, lo que causó euforia en sus fans. Todo esto muy bien calculado, muy mediático, independientemente de que es lógico que le proporcione orgullo la trayectoria del menor de sus "potrillos".
El espectáculo duró tres horas y Vicente las aguantó parado (en ningún momento se sentó) cantando sus éxitos uno tras otro, dejándonos impactados con su capacidad vocal. Casi al final sí se veía algo cansado, pero también durante esas tres horas no paró de beber y en la última hora de fumar, cosa que naturalmente a su edad (70 años) debe causar estragos. El que Vicente fumara causó extrañeza porque, según tengo entendido, en otras presentaciones anteriores en La Laguna no lo había hecho (además de que el Coliseo, aunque espacioso, es un recinto cerrado), ocasionando que gran parte del público ostentosamente lo imitara sin que ninguna autoridad lo impidiera.
En el caso de estos dos personajes, ambos con una venta de discos impresionante con una multitud de homenajes y reconocimientos a sus trayectorias, además de ser empresarios exitosos (construyeron el lienzo charro más grande de América Latina en la ciudad de Guadalajara para hacer sus propias presentaciones y de otros artistas), no podemos menos que reconocerle a Don Vicente el éxito rotundo que obtuvo en su hijo.
Cuando Alejandro tenía algunos 18 años, acompañó a Vicente a un programa sobre las trayectorias de varios intérpretes que pasaba Televisa; la presentadora Verónica Castro le pidió que cantara Alejandro, quien interpretó una sola canción, interpretación que no fue del agrado del padre y, aunque la audiencia y Verónica le insistieron que cantara otra Don Vicente no lo permitió, probablemente porque se percató que todavía no estaba listo, siendo muy firme su decisión a pesar de los casi "ruegos" para que lo hiciera. Tuvieron que pasar dos o tres años más para que en 1991 fuera lanzado su primer disco con todo el aparato publicitario de su disquera y los contactos en la televisión de su señor padre, y Alejandro tuvo un éxito rotundo, lo demás ya es historia y a la fecha está considerado uno de los principales exponentes en el gusto del público.
Hay personas que se atreven a decir que su éxito no es auténtico porque su padre ya era famoso y esto le ayudó. Consideramos que es lo contrario y más meritorio porque él tuvo que luchar con las comparaciones hacia la imagen de un icono de este país, aunque ya tenía los satisfactores necesarios como para sólo extender la mano y recibir lo que se le daba; pero, Alejandro quiso brillar con luz propia y ha realizado un gran trabajo discográfico y de presentaciones personales; además de que su trayectoria internacional no le ha sido regalada, la ha obtenido a pulso.
