Creo que pocos son los casos en los cuales se heredan los afectos, y éste es uno de ellos. La familia Guerra Bejarano fue la heredera del cariño que le profesaba Carmen Moreno de Duarte a mi hermana Emma Guerra de Acosta. Carmen Moreno fue hija única, por lo que desde niña "adoptó" a Emma como si se tratara de su propia "hermana" y esa amistad perduró durante la adolescencia, compartieron la etapa de los noviazgos y las fiestas, contrajeron matrimonios en la misma época y la mayor parte de los hijos coincidieron en las edades, por lo que también a través de la maternidad tuvieron mucha afinidad. Todo esto acompañado siempre por un gran cariño que se tradujo en solidaridad y apoyo moral entre ambas. Mi hermana falleció hace nueve años; Carmen el domingo pasado, y hasta sus últimos momentos estuvo recordando y añorando a la amiga-hermana adquirida con la vida.
A partir del fallecimiento de Emma, Carmen siempre estuvo en contacto con todos nosotros. Solía invitarnos a compartir su mesa "por tandas", como ella decía (nosotros somos muchos hermanos), y nos llamaba por teléfono con cierta frecuencia para saber cómo estábamos, así como en nuestros onomásticos, algo que en la actualidad por la vida tan agitada que se lleva se pasa por alto en las verdaderas relaciones familiares; pero no con Carmen, porque ella siempre fue muy generosa al dar afecto. Viene a mi memoria un rasgo de su generosidad: En sus últimos años por un padecimiento físico su mamá estuvo confinada a una silla de ruedas; sin embargo, Carmen la llevó a visitar familiares y amistades fuera de la ciudad, con todo lo que implicaba de dificultades y esfuerzos para sus traslados y cuidados fuera de su hábitat cotidiano, pensando que era necesario el contacto de su mamá con sus seres queridos antes de que falleciera (sabemos que generalmente en esos enfermos la familia no quiere llevar a la madre o padre ni tan siquiera a consulta médica evitando la molestia que ocasiona). Y así como ésta, se pueden contar muchas anécdotas de su generosidad, la cual heredó a sus hijos, quienes siempre secundaron lo que ella decidía hacer.
El lunes se celebró una misa con sus cenizas en San Pedro Apóstol con el Coro dirigido por Blanca Inés Martínez de De Alba, que sobrecogió a los asistentes por su conducción y la magnífica interpretación de José Ángel Fernández de la hermosísima "Plegaria" que empieza diciendo: "Vengo a suplicarte, mi Jesús, que me dejes reposar en tu amante pecho, mi Jesús, como el apóstol Juan me has dado tantas cosas, mi precioso Jesús, me has dado fe, me has dado paz, me has dado amor, me has dado gozo espiritual en plenitud, me has dado tantas cosas, mi precioso Jesús, que yo sería un ingrato si negara tu amor"... Estoy segura de Carmen (desde donde esté) se sintió embelesada, como sucedió con todos sus amigos. Descansa en Paz, Carmen... ya te extrañamos.