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DE NUEVO EN EL HURACÁN

COTY GUERRA

Cuando llegó el Huracán Dolly, tipo 4, a la Isla del Padre me tocó estar en ese lugar vacacionando. Ahora estuve en Monterrey cuando arribó el Alex, que no fue de esa magnitud en riesgo, pero sus estragos fueron devastadores, en mayor proporción que cuando el Gilberto hace 21 años porque el caudal de agua fue el doble. El problema más agudo es que esta ciudad está situada en un valle rodeada de montañas y el agua baja y anega a los habitantes, arrasando todas sus pertenencias, inclusive vidas humanas.

¿Por qué los políticos insisten en construir en los lechos secos de los ríos si saben que tarde que temprano el agua busca su curso natural y a la larga va a invadir cualquier obstáculo que se oponga a su paso?; lo mismo en Monterrey que en casi todas las ciudades de nuestro país. Se gasta dinero en hacer canchas deportivas inadecuadas, inclusive establecer juegos mecánicos, etc. en esos lugares en lugar de hacer instalaciones definitivas, sabemos que lo hacen para no tener que comprar terrenos y material de concreto.

Pero eso es dar “atole con el dedo” a los pobladores que pagan sus impuestos y que se merecen tener áreas de juego y diversiones en óptimas condiciones.

Pero, eso no es lo peor, lo más terrible son las viviendas que se hacen en las faldas de los cerros o en sitios peligrosos porque las autoridades estatales no dan facilidades de terrenos en lugares donde no se corra ningún riesgo.

Además, otorgan permisos de construcción a inmobiliarias en terrenos inadecuados, la mayoría de las veces a sabiendas que pueden ser un peligro, haciendo la consideración de: “al fin que nosotros a la larga terminamos nuestra gestión y el que viene que cargue con el problema”, sin ninguna consideración con los habitantes a quienes prometieron salvaguardar en sus campañas políticas de arribo a puestos de gobierno.

Las imágenes en Monterrey eran dramáticas, miles de personas afectadas, caos vial en todos los puntos de la ciudad, puentes caídos, pavimentos destruidos, hasta a la virgen grandota (ignoro de qué material) que estaba en el “puente del Papa” frente a Constitución se la llevó la corriente.

Enfrente de la casa donde yo estaba alojada pasa un parque que forma parte del cauce del Río San Agustín, al cual se le excavó en un costado un canal hondo para cuando llueve por ahí se vaya el agua; pero en esta ocasión no fue suficiente y el susodicho parque se inundó de lado a lado pasando la corriente del río con mucha fuerza (se escuchaba rugir) y veíamos pasar tanques de gas, boilers, muebles de jardín, casetas, equipo para practicar deportes, etc., (o sea todo lo que había encontrado a su paso más arriba), y ya con materiales pesados, aparte de rocas, y árboles, más peligrosa se volvió para su trayectoria, destruyendo casas a su paso.

Pero nada como ver y escuchar a la gente decir que se quedaron sólo “con lo que traían puesto”, sin agua, sin víveres para dar de comer a su familia, personas ancianas, enfermos o minusválidos mirando la cámara con ojos angustiados ante la incertidumbre futura. Sí se va a necesitar mucha ayuda de todo el país, pero sobre todo de sus autoridades de gobierno.

Que no todo sea regocijo, palmaditas en el hombro y lambisconería cuando ganan, que no se crean los “elegidos de Dios”. El gobernar es un compromiso muy fuerte y ese mismo Dios les va a pedir cuentas sobre “qué tal la hicieron” y ahí es donde los quiero ver: tratando de dar explicaciones “políticas” cantinflescas para “marear” a la sociedad.

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